Otra vez la influencia mediática y la fijación con los Estados Unidos impone un debate que apenas nos concierne y que, entre otra cosas, alimenta confusiones ideológicas acerca del carácter, el alcance y los plazos de la lucha antiimperialista reforzando visiones exageradamente catastrofistas en torno a la economía norteamericana y a la estabilidad del sistema capitalista. Esta vez se trata del tradicional debate en torno al límite de la deuda en los Estados Unidos.
Lo primero sería establecer que el límite o techo de la deuda no alude a la solvencia del país, sino a lo que el gobierno ha sido autorizado a gastar. Aunque son difíciles de establecer que tanto hay de cada cosa, el fenómeno no es exclusivamente económico o financiero, sino político y jurídico, tiene orígenes remotos y explicaciones convincentes.
Los fundadores de los Estados Unidos, representantes de 13 Colonias que apenas se conocían entre sí y que actuaron en el siglo XVIII cuando las comunicaciones y los contactos en un territorio inmenso eran difíciles y grande la desconfianza proclamaron la independencia en 1776 y demoraron 11 años en negociar la Constitución e inventar el gobierno federal. Una de sus preocupaciones fue impedir que el gobierno y el presidente alcanzaran un poder que les permitiera disponer de las finanzas nacionales. Si en algo la Constitución norteamericana es categórica es en asuntos de dinero.
En su artículo Primero, Sección 8 la Constitución estadounidense, entre otras regulaciones establece que: “El Congreso tendrá facultad para tomar dinero a préstamo con cargo al crédito de los Estados Unidos…” Y en la Sección 9 determina que: “No se podrá retirar cantidad alguna del Tesoro sino en virtud de asignaciones hechas por ley…”
Debido a que esos preceptos constitucionales fueron violados durante la Secesión de los estados sureños, que dio lugar a la Guerra Civil y a que los estados en rebeldía usaron el erario público y solicitaron prestamos a potencias extranjeras y a que el gobierno presidido por Abraham Lincoln se tomó la libertad de imprimir dinero, atribución que entonces, en virtud de la propia Sección 8 pertenecía exclusivamente al Congreso en 1868, concluida la Guerra Civil se adoptó la XIV Enmienda.
La XIV Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, es una de las innovaciones introducidas para codificar y respaldar jurídicamente los cambios operados en la sociedad norteamericana como resultado de la contienda civil que, entre otras cosas, puso fin a la esclavitud.
La mencionada Enmienda incluye un acápite que establece: “No se cuestionará la validez de la deuda pública de los Estados Unidos autorizada por ley…Pero ni los Estados Unidos ni ningún estado asumirá o pagará deuda u obligación alguna contraída en ayuda de insurrección o rebelión contra los Estados Unidos…tales deudas, obligaciones y reclamaciones serán consideradas ilegales y nulas.” De esta Enmienda nace el límite o techo de la deuda.
Ocurre que por razones técnicas asociadas al desempeño de la economía y gastos excesivos, así como a la inflación, tasas de interés, fenómenos cambiarios, excepciones fiscales y otras, se crean desbalances entre las partidas autorizadas por el Congreso y los gastos reales que superan las cantidades que el gobierno está autorizado a retirar de la Tesorería y se crea una situación en la cual no hay margen para honrar los compromisos y que llegado a cierto extremo puede conducir a la “suspensión de pagos”.
Dicha situación se produce no porque el país carezca de dinero, sino porque el gobierno ha gastado más de lo que fue autorizado por ley.
En parte para evadir esa legislación limitante, en 1913, para asumir los gastos gubernamentales asociados a la intervención en la Primera Guerra Mundial y para prestar dinero a los gobiernos europeos, la administración de Woodrow Wilson y los banqueros norteamericanos forzaron la letra de la Constitución e introdujeron la Decimosexta Enmienda que estableció que:
“El Congreso tendrá facultad para imponer y recaudar contribuciones sobre ingresos, sea cual fuere la fuente de que se deriven, sin prorrateo entre los diversos estados y sin considerar ningún censo o enumeración”. La Enmienda permitió la creación de la Reserva Federal que imprime el dinero (billetes) de los Estados Unidos, gestión financiada por los impuestos sobre los ingresos que ella misma autoriza.
El debate enrarecido por el partidismo y por la pugna entre Demócratas y Republicanos y por otros fenómenos económicos y políticos de la sociedad, entre ellos el déficit y las políticas fiscales será entretenido pero de ninguna manera llevará a un punto crítico que haga peligrar y ni siquiera debilite al sistema. Habrá nuevas oportunidades y espacios para esclarecer otros detalles. Luego les contaré. Allá nos vemos
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