A más habitantes, más productores

El próximo 28 de julio, Tomas Álvarez de los Ríos estaría cumpliendo 102 años, de no haber fallecido el 7 de noviembre del 2008 cuando se había ganado del apelativo de “El hombre de los refranes”.

Varias veces le cambié su nombre por Tomás Álvarez de los Guayos, y reía de satisfacción porque aludía a su pueblecito natal, ubicado a ambos lados de la Carretera Central en la actual Sancti Spíritus, otrora integrante de la provincia de Las Villas.

Y en cuanto a ser llamado periodista o escritor, no creo que le haya interesado tanto como ser asociado con los refranes, y no únicamente porque adornó la fachada de su casa con ellos, sino porque consideraba que en esos proverbios se concentra la sabiduría humana.

No era de los que respondían con refranes, pero sí contestaba con ingeniosidad y rapidez, como en aquella Asamblea Municipal del Poder Popular de Sancti Spíritus, de la cual era delegado directo, y en una intervención sobre la producción de alimentos ponía el ejemplo de “los chinos hortaliceros” como les llamaba siempre.

Cuando salió de la reunión me dijo: ¿Qué te pareció lo que dije? ¿No está bien eso de que si la justificación de que no hay lechugas es porque ahora la ciudad es más grande, yo haya contestado que si me aumentan los que comen, yo aumento los chinitos sembrando verduras?

Estos apuntes no son solo un homenaje al amigo que ya no está, sino que sus argumentos siguen siendo válidos en las actuales difíciles circunstancias de déficits de todo tipo, en las que el país busca la solución a través de producir para que cada persona pueda comer una libra diaria de los alimentos que da la tierra.

Como periodista o como escritor, buscando vivencias en los campos de la antigua provincia de Las Villas sumó suficientes saberes a los que ya tenía como trabajador agrícola para poder afirmar algo así como: “Tus ancestros (se refería a los emigrantes chinos) llegaron a esta tierra espirituana buscando donde hubiera agua y allí hacían los canteros, a ninguno se le ocurrió pedir materiales de concreto ni turbinas ni nada de eso porque los pobres no podían tenerlo, y con canteros de tierra, que hacían y volvían a hacer una y otra vez, sembraban y cosechaban de todo”.

En los ahora llamados organopónicos, en Santa Clara, se observa que para hacer uno hasta han usado bloques en cantidades suficientes como para hacer una casa de dos plantas, y otro hasta ha sido repellado, que quizás sea de ladrillos. Sin dudas, a nivel de país, las estrategias están claras y la implementación puede ser buena, pero si en los municipios no hacen uso de sus facultades y adoptan las mejores decisiones de acuerdo con las características y los recursos locales, poco o nada podrá avanzarse.

Por supuesto que la filosofía de Tomás es actual: Si la población hoy es mayor, pues también podemos aumentar los horticultores, que si son laboriosos, dedicados y bien conducidos por la municipalidad, podrán aportar cosechas para alcanzar mensualmente las 30 libras per cápita de viandas, hortalizas, granos y frutas.

**NOTA: Para continuar este mismo tema, en próximos viernes relataremos cómo un especialista cubano fue contratado para asesorar la construcción de plantas de biogás en uno de los países que más desarrollo tiene en el uso de ese tipo de equipos.