Cuando a finales de la década de los 70 del siglo pasado hizo su aparición el mosquito Aedes aegypti infectado de dengue, un amigo encargado de conducir las acciones para reducir el número de vectores y evitar el contagio me recomendó que antes de escribir sobre el tema, aprendiera sobre las costumbres del insecto volador.
Al pasar varios días, y tras saber lo que había reportado sobre el asunto, insistió: Es importante que conozcas cuáles son los hábitos de vida, las costumbres del mosquito para que puedas apoyar esta campaña contra el dengue desde el periodismo.
Comprendí sus palabras cuando lo escuché en una reunión llamando a dejar para otro momento el saneamiento del río Yayabo que atraviesa la ciudad de Sancti Spíritus, porque “este Aedes aegypti desova en aguas limpias, no en las sucias”.
A partir de esos momentos las notas periodísticas se refirieron a la necesidad de evitar el acceso del insecto a los depósitos de agua usados para las necesidades domésticas, y los hábitos similares a los de los humanos en cuanto a los horarios de descanso y alimentación.
Los tiempos cambian, y por supuesto, los mosquitos también, pues pasadas varias décadas conocí del reporte de larvas del vector en aguas albañales en una zona de Santa Clara, lo cual sin dudas habla de las mutaciones no solo genéticas sino también en los comportamientos.
Estos recuerdos vinieron a la mente en una reciente estancia en la provincia de Ciego de Avila, donde las interrupciones eléctricas son más breves que en otros territorios, pero por esa razón, ocurren con más frecuencia en el día.
Ciertamente que esa programación divulgada en los medios locales de prensa y también en la página de Facebook de la Empresa Eléctrica, pero el alcance todavía es insuficiente y existen quienes viven de espaldas a esas previsiones, pero eso sí, opinan que los apagones los dan cuando a alguien les da la gana, que no se cumplen los horarios…
En los seis casos observados, ninguno estaba al tanto de cuándo iniciaría ni terminaría la interrupción por déficit en la capacidad de generación, pero la vida les empezó a cambiar (y lo admitieron) cuando les íbamos informando personalmente y haciéndoles recomendaciones de que cocinaran antes o después, e hicieran otras tareas hogareñas fuera del período apagado.
Al comprobar que la vida fue más llevadera, cuando anunciamos que terminaba nuestra estancia, solicitaron instrucciones para ser ellos mismos quienes buscaran la programación y colocarlo en un lugar visible para que todos adecuaran sus vidas.
Las instrucciones fueron más complicadas que si hubiéramos estado en otras provincias, pues habían redimensionado los Circuitos y no se habían enterado; tampoco les llegó la información de que cada semana pertenecían a un Bloque diferente.
Les dije: “Si llaman al 18888, les darán los datos que ustedes piden”, y a partir de esos momentos, se dieron cuenta de que no está en su capacidad resolver los problemas de la tecnología, lo cual corresponde a los trabajadores del sector eléctrico, y en una llamada hace unas horas para decir contar anécdotas de cómo se van a hacer visitas a lugares donde no hay luz cuando ellos no tienen, dieron inspiración para esta nota.
Raquel Rodríguez
11/8/22 19:30
Conocemos la situación que atraviesa el país por favor, pero prefiero el apagón de 12horas seguidas, gracias
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