Dirigir, arte y ciencia

Casi al comenzar la Zafra de los Diez Millones, en 1969, cuando entré a una oficina para conocer mi ubicación, en apenas par de minutos, al verme con mis 15 años de edad casi recién cumplidos, alguien dijo: ¿Cómo lo vamos a poner al frente de un chucho cañero si este no ha dirigido ni en un CDR?

Sin dudas, trataron de comunicarse entre ellos y trataron de que entendiera lo menos posible, pero creo haber adivinado que tenían intención de ponerme al frente de algo que apenas tenía conocimientos para relacionar con el ferrocarril y la caña.

Aliviado de que no sería ya la ubicación, me disponía a replicar con lo que significa dirigir en los Comités de Defensa de la Revolución, en lo cual tenía experiencia por haber formado parte de la coordinación de lo que entonces era llamado Seccional y que abarcaba todo el poblado costero de Casilda.

Antes de que pudiera decir la primera palabra, me comunicaron que estaba asignado como corresponsal en una región de la antigua provincia de Las Villas.

Interpreté como algo ofensivo aquello de que no había dirigido ni un CDR, pero al pasar los decenios, la frase puede ser apreciada como que la mayor organización de masas de Cuba abre un amplio campo de puestos de dirección para una buena parte de la ciudadanía.

El hecho de que en cada cuadra o edificio multifamiliar hay que ocupar varios cargos y que la ciencia de la dirección en este caso requiere que para lograr una meta se necesita del arte de motivar a los vecinos que no están legalmente obligados a obedecer órdenes.

No son relaciones administrativas, sino que se requiere intercambiar con la membresía para estimularlos y cohesionarlos en el cumplimiento de tareas en beneficio de la comunidad a través de acciones colectivas.

Y si algo demandan esos cargos cederistas, lo mismo que en los de la Federación de Mujeres Cubanas es el liderazgo, pues no solo se accede a esas responsabilidades mediante propuestas y aprobación directa de los vecinos, sino que las orientaciones serán cumplidas cuando las da un líder.

Sin dudas, en los CDR y en la Federación se demuestra claramente que dirigir es un arte basado en la ciencia, lo mismo que en la otra cantidad de organizaciones sociales que forman la sociedad civil cubana en las que quienes dirigen, en todos los casos, cumplen el requisito de conocer la actividad.

Aunque hasta el momento los dirigentes de las organizaciones de masas, sociales y otras, incluyendo hasta niveles de dirección de base de entidades estatales y no estatales, han avanzado mediante sentido común, intuición, de manera empírica y por experiencia, debiera valorarse una capacitación popular masiva sobre el arte y la ciencia de la dirección.

Elementos teóricos, unidos a conocimientos adquiridos en la práctica, seguramente contribuirán a elevar las habilidades y destrezas para conducir al colectivo venciendo conflictos, actuando en equipo y aplicando la comunicación social.

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Durante más de 60 años la ciudadanía ha estado ocupando cargos, renovándose constantemente y cambiando procedimientos según las situaciones, y a pesar de los déficits de capacitación, no hay muchos lugares a dudas de que si no es el país de más dirigentes por habitante, debe estar entre los primeros.

Y por estos días en que está en marcha el proceso eleccionario para elegir los diputados, la población está dando muestras de experiencia y saberes prácticos más que teóricos, en la evaluación que demanda la decisión de la conducta a seguir el 26 de marzo en las urnas.