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domingo, 24 de noviembre de 2024

Lo estatal, lo privado y las ilegalidades

Las violaciones en los centros comerciales no nacieron con la propiedad estatal de esos establecimientos...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 17/06/2022
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Comercios-Chang
El maltrato al cliente o consumidor puede ir disfrazado de amabilidad y buenos modales para cobrarle de más y darle de menos. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Desde 1968 hasta hoy han transcurrido más de medio siglo, exactamente 54 años, y quienes vivimos aquellos momentos finales de la sexta década del siglo XX estamos en la fase que llaman del adulto mayor.

Siguiendo la costumbre de hablar de una etapa según la experiencia vivida por el que la cuenta, hay quienes dicen que las violaciones que suceden en este instante en los establecimientos no pasaban cuando los comercios eran privados.

Sin exponer vivencias específicas propias, basta señalar que según datos hechos públicos en 1968, en la provincia de La Habana hicieron una investigación en la cual detectaron que el 18 por ciento de aquellos establecimientos capitalinos se abastecían ilegalmente.

Pueden dar por seguro que lo mismo sucedía en una ciudad como la de Trinidad y sus barriadas cercanas, donde los vecinos veíamos el traslado de harina desde las panaderías y el aceite que salía de bodegas que eran de las primeras estatales, tal y como describe el informe habanero.

Por supuesto que tampoco faltaba la búsqueda de abastecimientos en el campo, donde se desviaban las producciones que eran vendidas a sobreprecio. Como indica el documento: “El tipo más común de obtención de mercancía es mixto, utilizando los canales legales así como la compra ilegal.”

Entre los viejos (o como algunos prefieren: adultos mayores) quedamos testigos presenciales de aquellas acciones que no se hacían tan ocultamente, por lo que podían ser vistos hasta casualmente sin ánimo de realizar ninguna vigilancia.

Y también había maltratos consistentes en mercancía con menos peso, baja calidad y precio por encima del establecido que el cliente adquiría con tan alta satisfacción que hasta propina daba el vendedor que enmascaraba sus fechorías detrás de palabras y gestos amables.

Por tanto, el asunto no se puede simplificar tanto como algunos pretenden y atribuirle las causas hasta a las formas de propiedad, es decir, que existen múltiples factores y sería erróneo sostener que al ser no estatal el problema quedará resuelto.

Sea cual fuere la modalidad, privada o no, en todos los casos es recomendable no sobredimensionar ningún elemento y tenerlos a todos en cuenta para el análisis y toma de decisiones, pues lo que sí está demostrado es que las inspecciones externas detectan más que los mecanismos internos.

Las experiencias negativas no pueden despreciarse, pues son como una severa profesora que antes de dar la primera clase, nos desaprueba, pero tampoco debe ser motivo para improductivas suposiciones de cómo sería hoy de no haberse hecho lo otro ayer.

Testarudos como suelen ser los hechos, están ahí: las direcciones de Inspección detectan y sancionan según lo normado, pero si luego las administraciones no adoptan medidas y utilizan herramientas propias de control diario, la vida seguirá igual.

O lo que es peor: con o sin razón, pero con elementos para pensarlo, las mayorías seguirán considerando que hay complicidad y se irá perdiendo cada vez más la confianza en quienes dirigen esos establecimientos, lo cual pudiera estar ocurriendo ya si valoramos que escasamente hay quienes se quejen a las administraciones de las unidades.


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Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.

Se han publicado 1 comentarios


Gerardo
 21/6/22 8:33

Las violaciones en los centros comerciales es un cáncer que está corroiendo a nuestra sociedad, sean estos estatales o privados. En mi opinión el problema radica en que no hay voluntad por parte del estado en erradicarlas y en muchos casos los encargados de vigilar y corregir son los mismos comisores. Me pregunto como es posible que medicamentos elaborados por los laboratorios Medsol y con precio impreso en el empaque del producto de $9.00 se esté comercializando impunemente previa promoción en las redes sociales a $200 y nada sucede. Dice la sabiduría popular: ¨El que caya otorga¨ si no se combate, se es cómplice.

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