Los americanos

Los veíamos bajar de algún que otro barco de vez en cuando, y enseguida los calificábamos de americanos, aunque la bandera del buque fuera de otra nacionalidad. Captábamos una que otra palabra, y entre un “yes” o un “mister” alguien decía que lo eran, provocando de vez en cuando alguna discusión de que podían ser ingleses o de cualquier otro país porque el idioma universal era ese, el de Inglaterra, lo cual generaba más debates porque alguien aclaraba que se llama Reino Unido de la Gran Bretaña, sin que los conocimientos escolares hasta entonces alcanzaran para poner punto final al asunto.

Para quienes teníamos unos 10 años de edad era un debate por pura curiosidad infantil, pero los que tenían algún negocio de bares y cantinas los trataban de identificar para atraerlos, porque significaban una clientela que dejaba buenos dividendos, sin descontar una que otra bronca que rompía algunos vasos o botellas, además de la monotonía de un puerto de mar como Casilda.

Andábamos por los días finales de diciembre de 1958, no había naves surtas en puerto, pero se hablaba de alzados y rebeldes. Pasó la Navidad con sobresaltos, hasta que una noche hombres armados tocaron en la parte de la bodega, pidieron latas de leche condensada que bebieron de un solo trago, preguntaron qué había para comer sin tener que cocinar y sorprendieron a mis padres preguntando cuánto debían pagar. Y pagaron todo.

Avanzaba 1959, y cuando un ex Guardia Rural entró a la bodega, le dije que si quería más tabaco tenía que pagarlo porque los rebeldes no se llevaban nada gratis. Y poco después atracaban cada vez menos embarcaciones (al crecer supimos que era por causa del bloqueo) y a quienes mencionábamos era a los yanquis imperialistas, no a los americanos, sobre todo en 1961 cuando la invasión mercenaria de Playa Girón que según se dice, iba a ser inicialmente por el sur de Trinidad, zona por la cual está Casilda.

Habíamos estudiado a los próceres de las guerras de independencia, pero en nuestro mundillo infantil local los héroes eran Guille y Omar, dos de nuestros integrantes con edad para alfabetizar y los veíamos regresar de pase con una dimensión mayor porque se estaban jugando la vida por enseñar a leer y escribir a pesar de que las cercanas montañas del Escambray estaban plagadas de bandidos cuyos crímenes eran conocidos por todos.

Esta historia tan cercana nadie nos la podía cambiar, como nos confundieron con eso de ser americanos solo cuando eras de los Estados Unidos hasta que alguien ya perdido en la memoria, en las discusiones de nacionalidades e idiomas, llegó al colmo de decir que vinieron unos marineros que hablaban en americano.

De aquellos niños quedamos varios sexagenarios y septuagenarios, que tan pronto encuentre, conversaré sobre la afirmación que pone punto final a aquellos debates infantiles de que personas como los cubanos, mexicanos, o chilenos no somos americanos,  pues el presidente de EEUU ha dicho que todos lo  somos, aunque no dudo que alguien del grupo agregue: Sí, pero somos americanos burgueses y americanos proletarios.