sábado, 14 de septiembre de 2024

Tener carro

Un vehículo es una necesidad, pero puede tener un componente psicológico...

Félix Arturo Chang León
en Exclusivo 30/08/2024
0 comentarios
Carros
Hay quienes se sienten como desnudos cuando andan a pie. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Como nunca antes ni después, hasta quienes se consideraban sin posibilidades de tener algún día un vehículo automotor, se alegraron cuando en los finales de los años 60 el siglo pasado vieron obsequiar los autos Moskvitch entonces llamados popularmente Moscovich cañeros.

Realmente más que un regalo, fueron un premio a los trabajadores que se destacaban en la zafra azucarera como macheteros, a quienes se les miraba con respeto y admiración cuando manejaban el auto, o lo llevaba otro porque el dueño carecía de licencia.

En la segunda mitad de la siguiente década de los 70, el reconocimiento consistía en vender automóviles a personas destacadas en su labor, pero no fueron sólo de la marca soviética Moskvitch, sino otros de fabricación argentina como Fiat y Peugeot y también los Polski rebautizados como Polaquitos.

Se podían comprar al contado o a plazo, modalidad esta última en la que un Peugeot 404 costaba cerca de 5 500 pesos, con una entrada que podía ser como mínimo de 450, caso en el cual las mensualidades eran de 104 pesos.

Esas máquinas modernas se fueron incorporando a las vías hasta prevalecer sobre los entrados al país antes de 1959 y otros ingresados por vías diplomáticas o casos especiales muy contados, además de los de asignados para usos oficiales.

Entre los nuevos, había los que estaban al servicio de las gestiones del dueño, y en ese caso cada vez que rodaban un kilómetro acumulaban 7 centavos que servían para pagar la gasolina, reparaciones y mantenimientos.

También había otra forma de compensación que incluía solamente una cantidad de combustible mensual, pero el resto de los gastos quedaban a cargo del dueño del vehículo que lo usaba solo en sus labores dentro de la localidad o para ir y venir de su casa al centro laboral.

Todavía en la siguiente década de los 80 se mantuvo el vehículo como estimulación y hasta se reponían los modelos anteriores que entonces pasaban a otro trabajador, pero según se acercaba 1990, la situación fue cambiando hasta llegar la maltrecha situación actual de los medios de transporte.

Tener un carro propio para transportarse en Cuba es una gran ventaja, aunque en otras naciones pueden considerarse parte del cuerpo de una persona, pues sin un vehículo resulta imposibilita el sustento para vivir, pues hay donde es requisito tenerlo para conseguir el trabajo.

Otra cosa es considerarlo un símbolo de estatus social y sentir necesidad de poseer el del último modelo y realizar gastos en comprar y comprar, aunque posea uno con el cual puede resolver todos los problemas de traslado.

Harina de otro costal es cuando en Cuba el vehículo automotor cae en la categoría de estatal, y quienes lo tienen asignados se sienten todopoderosos al transitar sin importarle que las vías estén repletas de personas imposibilitadas de viajar por falta medios.

Esos se creen amos y señores de la carretera, y sostienen que “un cuadro a pie es un bobo”, y otras expresiones como esas que los hacen aferrarse al medio de transporte “estaticular”, y por tanto, al cargo por el cual lo tienen.

El asunto no es solo tener carro, también hay que tener vergüenza.


Compartir

Félix Arturo Chang León

Periodista cubano de origen chino que nació y vive en Cuba. Santa Clara. Dirigió el periódico Vanguardia durante 16 años.


Deja tu comentario

Condición de protección de datos