viernes, 19 de abril de 2024

Nuevos centros de negocios a lo cubano

El teletrabajo y el trabajo a distancia constituyen dos de las alternativas laborales que el gobierno cubano ha priorizado ante la actual situación epidemiológica…

Claudia Yilén Paz
en Exclusivo 16/04/2020
2 comentarios
Cubahora Teletrabajo
El nuevo coronavirus y el necesario asilamiento han impuesto un reto si de cuestiones laborales se trata. (Giselle Vichot Castillo / Cubahora)

Por estos días los hogares cubanos se han convertido en centros de negocios. El nuevo coronavirus y el necesario asilamiento han impuesto un reto si de cuestiones laborales se trata. Así, muchos hemos trasladado las oficinas a los hogares. Imagine entonces todo lo que puede aparecer por núcleo, y Cubahora no se queda atrás.

Para Giselle, nuestra editora jefa, muchas cosas no han cambiado. La alarma, por ejemplo, sigue sonando a las 5:00 am aunque no tenga que viajar de Alquízar a La Habana. Ella no ha llegado a decirlo del todo, pero esta es su hora del día preferida. Según ha confesado en otras ocasiones, llena mejor la hoja en blanco en el silencio de la madrugada. Igual le pasa cuando debe dejar acomodados los últimos detalles de la revista que quedaron pendientes del día anterior y preparar lo que pueda faltar de un plan editorial. A Amelia le quedarán unas horas más de sueño antes de que silencio se vuelva la fiesta de una niña de dos años que reclama atención. Para cuando el Sol esté en lo alto y empiece a sonar el teléfono con dudas e inquietudes de los cuentapropistas del pueblo, podrá recostarse en la silla y descansar un poco la cabeza.

Entonces, cuando amanece, la casa es un círculo infantil, una extensión de la ONAT, un taller mecánico y una revista, todo a la vez. Alternar las horas frente al teclado con una niña cargada, con un paseo en velocípedo de la cocina a la sala y luego al cuarto, serán sus avatares del día.

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Me despierto sobre las 8:30. La misma hora que debo estar en la oficina. A veces reviso el correo y los chats de trabajo mientras me tomo el café, otras mientras me cepillo los dientes. Uso ropa fresca, la que no me pondría para ir a trabajar, pero para mantener “la normalidad” me pongo los tenis. Por estos días parece que le han prendido fuego al piso de la casa y estamos rompiendo récord de temperatura en abril en la zona occidental.

A esa hora mi mamá y mi papá también empiezan en lo suyo, y la mesa se llena de papeles, calculadoras, planos y cosas de ingenieros. Para cuando mi hermana se levanta con sus cosas de la universidad, el cuadro es bien pintoresco.

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En casa de Liz establecieron espacios y horarios de trabajo. Hay “oficinas” en los cuartos y en la mesa del comedor. Un centro de investigaciones, una redacción periodística y un departamento de recursos humanos. Para una madre siempre es tentador tener a sus hijas en casa, y hacer pequeños recorridos por sus espacios varias veces al día para ver cómo está todo, es hacer ese otro trabajo permanente suyo.

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Con Laydis sucede lo mismo. El horario de las conferencias de prensa y las mesas redondas es oro y el camino del televisor a la computadora coge brillo en esos horarios. Especialista en Twitter y en hacer glosarios sobre la COVID 19.

Pocas cosas han cambiado. Hemos mudado las reuniones y consejos editoriales a un chat, que de vez en cuando es muy divertido si de stickers se trata. Nuestro trabajo, como he comentado en entradas anteriores, no ha parado. Entrevistas telefónicas y a través de WhatsApp. Contraste de fuentes, búsqueda de información, familiarización con términos médicos, contar las historias de nuestros valientes. 


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Claudia Yilén Paz

Periodista. Santiaguera de nacimiento e hija adoptiva de Matanzas, siempre cubana. Fan del chocolate y las golosinas. Recolectora de libros y canciones de Buena Fe.

Se han publicado 2 comentarios


Javier Hernández Fernández
 16/4/20 18:37

Es genial para todos un click like.

esther
 16/4/20 12:30

Me ha gustado mucho el trabajo, es que has descrito tan bien nuestros hogares con esta nueva modalidad de empleo y si se trata de sentirse orgulloso de que somos cubanos y sabemos adaptarnos a las situaciones, pues ahí lo describes en detalle. De amelia pues es una niña feliz, jugando a las casitas, qué niñez, qué felicidad. Muchas gracias a la periodista y a Cubahora por ser tan profesionales

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