El diploma de graduado

Desde hacía meses la educadora del Circulo Infantil nos había alertado de que hacía falta un cuc para la foto y el diploma que deja constancia del cambio de año de vida de nuestro hijo.

No nos gustan los diplomas que ahora se diseñan con todos los iconos de Walt Disney, pero como se vive en sociedad accedimos a dar el dinero para que, finalizando el curso, nuestro hijo recibiera su diploma junto a los amigos de su Salón.

Pero como la vida viene como viene y no como uno la planifica, un catarro con alta fiebre impidió por varios días que David participara de la actividad de graduación y de recibir a tiempo su reconocimiento. Al volver a los días con el niño ya recuperado, su seño, como se le dice cariñosa o esquemáticamente a estas profesionales de la Educación, nos entregó el diploma con algún disgusto, pues según ella no nos había interesado la actividad de graduación ni el diploma que conlleva esta.

Hay respuestas que no te dejan reaccionar a tiempo y solo al meditar es que analizas con mente fría el acontecimiento. La profesión de educar a cualquier nivel es sagrada y lleva una entrega y sacrificio por parte de su personal que es para respetar.

La mañana siguiente, al llevar a nuestro hijo al Circulo Infantil, llevábamos un rosario de demandas ante la mala respuesta de su seño, pero al verla rodeada de niños de otros salones, no pudimos hablar. La anécdota hace pensar en porqué es tan importante un diploma mal elaborado, con íconos extranjeros y para variar con apellidos diferentes al de nuestro hijo.

Un acuerdo comercial entre los fotógrafos  y algún funcionario de Circulos Infantiles o Escuelas Primarias está invadiendo nuestra realidad. Ante la aparente buena y barata gestión de oficializar un cambio de grado, alguien se llena los bolsillos con el toque de extranjerización que conllevan esos diplomas que mas bien parecen entradas a Disney World.