Fastear

El tradicional corre corre, mi mala planificación y un viaje a Francia me mantuvieron alejado del blog por par de semanas. A parte de las excusas expuestas, por alguna razón de seguridad informática mi correo de gmail fue imposible abrirlo en el Viejo Continente. La cantidad de requisitos que te piden y las preguntas para comprobar que quien entra a tu cuenta  es el verdadero propietario hacen imposible acceder a él, y luego yo me quejo  de algunos C.V.P.

El tema de los viajes es bien interesante.

Podemos comenzar por la cola o fila en la embajada para solicitar la VISA.

Como la responsabilidad de este dependencia solo es aceptar o denegar la entrada a su país del solicitante, una serie  de servicios de apoyo van surgiendo en el radio de acción de la esta. Desde baños, cafeterías, personas que te marcan para tu turno, personas experimentadas en llenar el formulario, etc, etc, van apareciendo una serie de servicios que hacen menos desquiciante la cola bajo el sol o la lluvia.

Bien interesante son los comentarios y el intercambio de experiencias en este encuentro, aunque las personas que dialogan se hayan visto por primera vez en su existencia.

Los que ya han viajado toman un tono de asesores que pueden hasta asustar a los primerizos. Su experiencia marcada por altas cuotas de exageración y orgullo hacen sudar a los iniciados pensando que ante tantas advertencias no le otorgarán el acceso al país al que quieren visitar.

Una detallada descripción turística también puede llenarle la boca de agua a los primerizos. Con una tranquilidad absoluta y un orgullo desmedido comienzan las declaraciones de los lugares a los que visitaron con anterioridad.

En esta ocasión me llamó mucho la atención una bella joven de botines hasta la rodilla, pantalón apretado que dejaba verle su ombligo y blusa que también permitía apreciar parte de sus pechos que ella estaba loca por ir a París para visitar los museos.

Un vez más me tilde de superficial, por dejarme engañar por lo extravagante de su ropa y subestime a aquella joven en la que los valores culturales estaban priorizados por encima de cualquier otra motivación.

Con mi tímpano abierto escuché todas las aspiraciones de visitas de los que esperábamos ser atendidos para visitar la bella Francia, pero en un momento las declaraciones fueron seguidas por las fundamentaciones y cuando le toco el turno a la muchacha de explicar por qué su interés era visitar los Museos declaró:

Yo estoy loca por ir a Francia para ir a Pigalle, donde esta el “Museo del Sexo”.