De Sabina a Simeone, la misma canción con un “aleti” diferente (+ Foto)(+ Video)

Poco más de un siglo, 116 años para ser exactos, han pasado ya desde que un grupo de locos soñadores decidió dedicar buena parte de su vida a correr tras un balón y fundar el Athletic de Madrid. Por aquel entonces, el fútbol, deporte surgido en la caballeresca Inglaterra, de a poco comenzaba a expandirse en España por las regiones de Huelva, Cataluña y Vizcaya enamorando y robándole el corazón a más de uno.

Quizás, aquellos jóvenes solo pretendieron pasar las tardes de los fines de semana al pie de una cancha para luego terminar en la taberna más cercana con unas buenas cervezas. Quizás, ni siquiera su primera Junta Directiva, encabezada por el mítico Enrique Allende, tuvo la osadía de avizorar lo que terminaría representando para el balompié español y europeo una institución nacida bien distante del lujo y la ostentosidad.

Como todo buen comienzo, el del Athletic estuvo marcado por las incongruencias y dificultades que amenazaron en más de una ocasión con terminar un sueño apenas iniciado. La precariedad económica y el complejo de convivir a la sombra del hermano mayor, el Real Madrid, fraguaron, con el paso del tiempo, una filosofía de juego e identidad sin precedentes.

Desde entonces, hinchar por ellos se convirtió más en una cuestión de fidelidad de clases que de pasión futbolera. Tal vez, por su extraña habilidad para ganar los encuentros de manera fantástica y para perderlos apabullados como niños, o por el mal sabor de boca que deja el aquello de imaginar a más de un colegiado a favor del equipo contrario, los rojiblancos se convirtieron en una especie de club maldito. Se erigieron como paladines de la gente común, la trabajadora y sacrificada… la de a pie. 

Escasas han sido las ciudades divididas a causa de un esférico. Si para los blancos la diosa griega Cibeles merece el honor de celebrar cuanto título conquistan; para los colchoneros Neptuno, imponente deidad romana, posee las cualidades necesarias para festejar sus hazañas. En una constante y desgarradora danza de subidas y bajones, ya sea con el nombre del Athletic, Atlético de Aviación o Atlético de Madrid, este club disfruta poner a prueba a cada instante el temple de sus seguidores. Por eso, los irremediablemente atados a ella, juran desconocer el motivo de tanta atracción por un conjunto que tiene como divisa hacer sufrir hasta las últimas consecuencias.

EL MESÍAS DEL “PARTIDO A PARTIDO”

El 26 de abril de 2003, aun con el latente recuerdo de dos terribles años en segunda división, el “Atleti” de Madrid celebraba un siglo de existencia con más penas que glorias para recordar. Por primera vez, ante la presencia de miles de espectadores, el Vicente Calderón dejó escuchar el nuevo himno. Una canción salida de la voz y el ingenio del célebre cantautor Joaquín Sabina, para muchos, el trovador de las causas perdidas que, en un claro derroche de talento, apelaba a la memoria afectiva como recurso para olvidar los sonrojos de tiempos pasados.

Por aquellas fechas y en campañas posteriores el Atlético, si bien no contó con una plantilla apta para, al menos, molestar al Barcelona, Sevilla, Valencia o Madrid, sí tenía lo necesario para navegar tranquilamente por entre las posiciones de mitad de tabla. El conformismo y la mediocridad se adueñaron de una escuadra temerosa de verse nuevamente discutiendo los puestos de descenso.

Cuando todo parecía derrumbarse por enésima ocasión, de en entre los desconocidos llegó quien escribiría la página más gloriosa de tan apaleada institución, Diego Pablo Simeone. Con el aval de haber pertenecido al histórico conjunto que conquistó el doblete, el ahora técnico asumió a finales de 2011 la capitanía de un barco que hacía agua. Pese a contar con jugadores de la talla de Falcao, Diego Costa o Arda Turán, a la altura de la fecha 17 en la liga los “indios” se ubicaban en la oncena posición y, para mayor de los males, acababan de sufrir la eliminación en la Copa del Rey de manos del modestísimo Albacete.

Sin embargo, “El Cholo” tenía bien claro como revertir la situación: trabajar duro, creer e ir “partido a partido”. Sin complejos y con muchísima personalidad, Simeone fue moldeando un Atlético combativo que se caracterizó por su solidez tanto en ataque como en defensa pero, sobre todo, por jugar al límite. Así, mucho antes de lo esperado la afición recibió la copa de la Europa League como el primero de muchos galardones. En apenas ocho años, al DT sudamericano solo se le ha resistido la Liga de Campeones.

Como entrenador del Atlético de Madrid, el "Cholo" Simeone lleva 412 partidos con balance de 253 victorias, 91 empates y 68 derrotas (Foto: AP).

El argentino logró la proeza de cambiar la tradicional mentalidad derrotista y ahora aparece como la principal figura de un proyecto con mucho por dar todavía. Ha sabido reinventarse y contagiar a cada uno de sus jugadores con la pasión que lo distinguió cuando vestía de corto. Su reciente renovación hasta el 2022 habla por sí solo del compromiso de afianzar de una vez y para siempre a los rojiblancos en la élite del balompié europeo.

En el fútbol, como en casi todo, algunas cosas cambian y otras no. El Atlético de Madrid, a fuerza de tradición, continúa ganando adeptos entre los humildes, aunque de eso le queda bien poco. Sigue vistiendo sus colores tradicionales, pero con la estampa de algún trofeo en el pecho o la manga. De local repleta el estadio, aunque ya no el Calderón, sino el magnífico Wanda Metropolitano. Por eso, la letra de Sabina podrá retumbar antes de cada partido, pues en definitiva, la esencia no se ha perdido, pero él y los aficionados saben que disfrutan de un elenco distinto, de un “aleti” como ningún otro.