Cuando João Félix apostó por la idiosincrasia futbolera que impera en las cercanías del río Manzanares tras enamorar a media Europa, pocos lo imaginaron reclamando galones con tanta rapidez en una plantilla sobre el papel compuesta por más de un lugarteniente. A ojos de aficionados y expertos, el aval del jovencísimo delantero procedente del Benfica portugués, aunque extraordinario, apenas le valía entonces para de a poco sumar minutos con el primer equipo.
Si bien la salida de cromos hasta ese momento indispensables dentro del dibujo táctico como Diego Godín, Juanfran o Antoine Griezmann, y la posterior llegada de piezas cuanto menos interesantes en las figuras de Héctor Herrera, Kieran Trippier, Felipe Monteiro, Marco Llorente y otros tantos, avizoraban una escuadra en transición, el rol del atacante luso de todas formas se limitaba a peregrinar por el lógico proceso de “conversión” hacia la invariable filosofía de Diego Pablo “El Cholo” Simeone.
El luso ya conquistó el campeonato doméstico de Portugal con el Benfica (Foto:slbenfica.pt).
Sin embargo, acaso por la testarudez del entrenador argentino al mantener inmaculada una propuesta basada en la solidez defensiva y en el balompié de sacrificio que limita sobremanera el poderío creativo en los últimos tres cuartos de cancha o por las muchas sombras de los arietes Diego Costa y Álvaro Morata—el primero lesionado y a mil años luz de su mejor versión y el segundo laborioso, pero gafado de cara a portería—la precoz genialidad del nacido en Viseu se ha vuelto la punta de lanza del proyecto colchonero.
Solo un loco llamaría coincidencia la reaparición de João en el once titular y el cambio de semblante del Atlético de Madrid. Sin pretender parecerse a nadie y con un desparpajo pocas veces visto por los rojiblancos, mueve a placer los hilos que marcan el ritmo del partido. Impetuoso y sobrado en personalidad, ya venció a Simeone al forzar su exilio de las bandas y ganarse la residencia permanente detrás del delantero—de mediapunta—donde goza de la anarquía, arrastra marca, se asocia mucho mejor y se incorpora a las funciones ofensivas en calidad de falso nueve revolucionado.
Quienes ven el vaso medio vacío alegan exceso de imaginación a la hora de elogiar a un futbolista todavía intrascendente y lejos de su máximo nivel, pese a que se les escapa el insignificante dato de la edad de un jugador que, en el mejor y más normal de los casos, defendería los colores de alguna selección juvenil.
En LaLiga João Félix lleva nueve remates a portería y dos goles (Foto: EFE)
Difícilmente el Cholo se haya topado en sus años al frente del club madrileño a alguien con un estilo tan contradictorio a sus propios presupuestos, pero a la vez tan necesario. El “7” rompe todos y cada uno de los moldes construidos desde hace poco más de una década, y ahí descansa su valía. Más allá de llenar altares, el lusitano se sabe el elemento diferencial de un conjunto que en no pocas ocasiones peca por excesivo apego al guion y escasa valentía para promover el desequilibrio y el caos.
Entre la paciencia y la exigencia al míster le corresponde guiar a todo un pura sangre, un auténtico extraclase al que se le debe fomentar la importancia de lo colectivo para potenciar aquellos aspectos propios de la magia individual. João Félix es un mal necesario. Cuántos quisieran contar con un problema así.
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