La tarjeta de la discordia

Como si se tratase de una broma macabra, Mourinho ha pasado de víctima a victimario. A él, que le daría vergüenza ganar una Champions como lo hizo Guardiola (con ayudas arbitrales), le sirvieron en bandeja de plata el pase a cuartos de final. No suelo hablar de los árbitros, pero esta roja desequilibró por completo la balanza, dejó congelado a Ferguson, y cuando los “diablos rojos” trataron de reaccionar, se encontraron con el anverso de la moneda: Diego López arruinó la remontada épica como mismo De Gea los sacó vivos del Bernabeu.

Los merengues tenían posibilidades de remontar el partido antes de la expulsión, no se sentían cómodos en el campo, pero quedaba más de media hora de juego; como siempre decimos, el árbitro es humano, y esta vez decidió equivocarse en contra de los locales; Sir Alex, con un ataque de rabia, no supo organizar a su equipo a tiempo. El técnico del Real Madrid sí aprovechó la oportunidad, dio entrada a Modric y el descalabro para el Manchester United fue mayor. El croata marcó un golazo de videojuego, o de dibujos animados manga, como se prefiera. Tablas en el marcador y los blancos encarrilando el juego. De sus pies también surge la jugada del segundo gol. Después de un taconazo de Özil, “el pipita” Higuaín se sacó un centro maravilloso o un disparo horrible que el hijo pródigo en su retorno a casa envió al fondo de las redes. En tres minutos el “teatro de los sueños” se convirtió en una pesadilla de veinticinco minutos para ambos equipos: los visitantes por su incapacidad de frenar a un rival inferior en números, los de rojo por enfrentarse a un muro que nada tenía que ver con el de Pink Floyd.

No se escuchan lamentos por la ausencia de Casillas. Diego López ha realizado el trabajo de un albañil fino: el hueco ha quedado tan bien tapado que apenas se nota la ausencia de la pieza original. Mou sacó a Özil y el ex-submarino amarillo pagó las consecuencias; la circulación en el medio campo desapareció y el equipo quedó partido en dos mitades, donde los contraataques tan magistrales del Real no eran más que una pálida sombra de lo habitual. Antes de la salida del alemán, las oportunidades, no tan claras, se habían dado mejor. Cristiano, gris como nunca, quizás por las ansias o los nervios, lo intentaba de todas las maneras posibles, trató de gustar, de ser protagonista, pero no era su día; cuando todo apuntaba a una de sus actuaciones más opacas, cazó un balón para anidarlo en las redes de los de casa. Solo los grandes goleadores tienen esa noción de asesino del área. Higuaín fue otro de los afectados con la entrada de Pepe, por no mencionar a Kaká. Casi todo el equipo se lanzó hacia atrás, como si fuesen ellos los afectados por la decisión del colegiado.

“Perdió el mejor equipo”, Mou lo tiene claro. Con Nani en la cancha otro gallo hubiera cantado. Al Madrid le sobraba nivel para avanzar a la siguiente ronda, pero es triste el desenlace de lo que prometía ser un gran duelo. Algunos medios españoles tratan de tapar el desequilibrio provocado por Çakir hablando de la mano de Rafael bajo los tres palos o un posible fuera de juego de Van Persie en la acción del gol. Tonterías, una expulsión como esa, que si bien pudo rozar la justeza, es sinónimo de golpe de gracia para cualquier equipo.

Cierto, Ferguson se quedó aletargado, y ya era tarde para enmendar la ausencia de Rooney, pero así es el fútbol, nadie contaba con esa decisión de dejar en la banca a uno de los mejores jugadores ingleses, como nadie se imaginó el gol en propia puerta de Ramos o el riflazo de Modric. Admitámoslo, preferimos fabular qué hubiese ocurrido si no nos hubiese tocado disfrutar de una realidad tan maravillosa.

El otro encuentro que prometía se jugaba en París. Valencia necesitaba la victoria a toda costa, pero jamás dio la sensación de poder ganar: un quiero-y-no-puedo fue la tónica del equipo ché. El Paris Saint-Germain, muy diferente e inferior con la ausencia de Ibra, siempre estuvo más cerca del gol. Lavezzi y Pastore como estandartes, empujaron a los locales en busca de un tanto que sirviese de tranquilidad. Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron aburridos, muchos deseos y poco fútbol.

La reanudación prometía con la entrada de Banegas; aun así fue más de lo mismo. Los españoles pegaron primero a través de Jonás y el partido despertó, fue más intenso y con la misma escasez de ocasiones de gol. Lavezzi puso el empate tras un error en la zaga valencianista y todo terminó. Ni la entrada del paraguayo mágico que tantos partidos le ha sacado del congelador al Valencia cambió el curso de la eliminación. A los pupilos de Valverde solo les queda luchar por una plaza en la próxima edición del torneo.

Según @2010MisterChip (usuario de twitter), con esta victoria Ancelotti se convierte en el segundo técnico en llegar a cuartos de final de la Champions con cuatro equipos diferentes, el otro entrenador es Mourinho. Además, el Paris Saint-Germain vuelve a cuartos de final de la Copa de Europa después de 18 años y los parisinos han eliminado a doble vuelta a todos los equipos españoles con los que se han cruzado.

La próxima semana, dos de los grandes de Europa tendrán que inventarse remontadas mágicas ante dos rivales de tanto calibre como ellos. Arsenal apelará a lo imposible en Alemania y el Barça intentará derrumbar el muro milanista en su propia casa.