Parque jurásico sin dinosaurios

Es oficial. Los remake están de moda. Y yo sin nada en contra de esto, excepto por el hecho de una acotación que se me antoja obvia: antes de hacer un remake, las productoras deberían preguntarse: ¿cuánto mejorará a la cinta original?

Empecemos por contar la historia de The transporter. La idea se le ocurrió al guionista y director de cine francés Luc Besson. Se hizo famoso por su película Nikita (1990), la cinta franco italiana de los años noventa, y León (1994), esa donde trabajaban Jean Reno y una Natalie Portman adolescente. Ambas son muestra de un prestigioso cine francés.

Pero el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Hay quien dice que Besson ya no tiene la calidad de antaño. Que ni su The transporter (2002), ni El quinto elemento (1997) ni Lucy (2014) le llegan a la altura a los filmes que he mencionado antes.

A mí no me gusta entrar en ese tipo de disquisiciones elitistas. Creo que mientras una estética de cine tenga seguidores es loable. No todas las cintas pueden ser ganadoras en el Festival de Cannes. Y digo más, no todas debieran serlo.

En fin. Lo cierto es que The transporter (El transportador en español) tuvo una ola de admiradores a principios de este siglo. Es verdad que los méritos principales del filme no pasaban solo por el guión y la dirección, también se contó para esa película con el trabajo de Corey Yuen, un coreógrafo de artes marciales que le supo extraer la gracia y la agilidad a Jason Statham, protagonista de esa saga. Y contó, por supuesto, con la elegancia y esa cierta mirada matizada de picardía, de Statham.

Si esos elementos se hubieran mantenido en el remake que de la cinta de Luc Besson se hizo a finales del año pasado, visionarla sería como una limonada fría en agosto. Pero el remake de The transporterrefueled (El transportadorre cargado) que realizó Camille Delamarre no tiene ni un protagonista tan carismático y genuino, ni un trabajo coreográfico a la altura de la original que precede a este filme.

La historia sí sigue siendo la misma: un exsoldado que se gana la vida transportando maletas en su auto, cuyo contenido no conoce; se ve un día implicado en serios problemas con la mafia por tratar de ayudar a una mujer que contrata sus servicios de transportador.

Que falte Jason Statham en el remake de The transporter es como que falten los dinosaurios en Jurasic park. No hay manera de que el filme se recupere de su ausencia.

Ed Skrein, el protagonista de The transporter refueled (2015), no obstante a ser un encanto para la vista femenina, no tiene el carisma amplio de Statham ni sus habilidades marciales. No desentona pero no deja huella en la memoria.

Este remake sí tiene mejoras increíbles, que se agradecen muchísimo en el guión. Es en todo momento coherente. Sabe cómo presentar a sus personajes y, sobre todo, explicita con verosimilitud el móvil de todos, de manera que minimiza la carga de incredulidad que una película como esta, llena de efectos especiales y situaciones forzadas (par de buenos acaban con una red de mafiosos, la chica protagonista termina enamorándose del chico sexy, también protagonista, ya saben…).

Resumiendo: The transporter refueled (2015) tiene más de una virtud: frenética, con sentido del espectáculo y deliciosamente absurda. Si fuiste amante empedernido del filme original, el de a principios de este siglo, es bastante probable que termines también disfrutando este remake.