Hace poco estaba yo en mi labor como profesional de la belleza y el bienestar cuando una cliena comentaba sobre cierta dieta que había realizado hacía algún tiempo, una dieta diseñada por ella misma. Más adelante, en la propia conversación, añadía lo mucho que había bajado de peso pero alegaba también sobre lo trastornado que había quedado su cuerpo, a tal punto, que ahora no lograba aumentar “ni una onza” según ella.
Amigas y amigos, con frecuencia tenemos cierta inconformidad con nuestra figura corporal y nos damos a la tarea (con insistencia) de “resolver el problema”. Lo peor de esto es que esa conducta de querer transformar algo en nuestro cuerpo, en verdad, sólo tiene como justificación el hecho de que dicha característica no coincide con el ideal de belleza que en ese tiempo tenemos en nuestra mente. Y digo en ese tiempo porque los ideales o referencias de belleza en cada persona suelen variar en el tiempo.
Lo triste es que empeñados en nuestro objetivo de “lucir mejor”, con frecuencia, atentamos contra nuestra salud. Claro que, en el caso que comentaba, no estoy en contra de las dietas pero no apruebo la conducta irresponsable y poco inteligente de diseñar una dieta a seguir cuando no se es profesional en el tema y ni siquiera se investiga.
Frecuentemente las personas piensan que el gran problema está en la cantidad de alimentos que alguien ingerir en su dieta diaria y, por tanto, la solución estaría en disminuir dicha cantidad de manera radical.
Pero nos centramos tanto en la cantidad que olvidamos un elemento sumamente importante: la calidad. Es cierto que una cantidad desmedida y descontrolada de alimento no resulta aconsejable para nuestra salud ni para nuestro aspecto físico pero, también es cierto, que aun cuando se coma menos, pero se coma comida “veneno” entonces el daño pueda ser peor.
Es cierto que la vida es agitada y la ansiedad junto al estrés hacen presa fácil de muchas personas, tampoco niego que en esa dinámica desenfrenada unida a la disponibilidad de ciertos alimentos rápidos que podemos encontrar al alcance de todos, crean las condiciones perfectas para que mucha gente ingiera comida que, aunque no es veneno, está lejos de resultar saludable para la belleza y menos para el bienestar.
Amiga y amigo, en cuestiones de cultura alimentaria saludable, sin dudas, gran parte de la población está muy carente de conocimiento e información seria. Me gustaría contribuir un tantito en dicho sentido con el fin de ayudar a que comprendamos que no sólo la cantidad, sino que también la calidad de lo que comemos atenta de manera seria y silenciosa a nuestro bienestar.
Quiero compartirles algunos pequeños consejos dados por expertos en temáticas de nutrición para que, poco a poco, vayan dando pasos importantes a favor de ustedes, su belleza y su bienestar:
Primero, si eres de las personas que gusta de agregar un poco de azúcar a los alimentos ya procesados, entonces, los expertos te sugieren la sustituyas por la miel de abejas y, si no hay de otra, entonces opta por el azúcar sin refinar que siempre resulta menos dañina que la refinada.
Segundo, es un método muy común para lidiar con la ansiedad el consumir alimentos ultraprocesados. Es cierto que resulta tentador, en momentos de inquietud o espera, comprar un pequeño estuche o cartucho de fritos o de bollería industrial. Sin embargo, hacer eso no resuelve la ansiedad y si va comprometiendo a tu salud de poco en poco. Si necesitas “picar” algo de comer para lidiar con la ansiedad cuando está en la calle entonces mejor opta, por ejemplo, por alimentos como el maní en granos. Así recibes buena dosis de energía, calmas tu ansiedad y no atentas contra tu bienestar.
Tercero, en la alimentación pasa como en la cosmética, debemos crear el hábito de leer la etiqueta de los alimentos pero no sólo para buscar la fecha de vencimiento sino, sobre todo, para conocer sobre sus ingredientes. Cuando se trata de una alimentación sana hay ciertos componentes o ingredientes que debes evitar. Entre ellos se encuentran el aceite de palma o girasol refinados, las harinas blancas o eel exceso de sal.
Queridos lectores de Parada con Estilo, recuerden que este blog no se trata de imponer sino de compartir información con la finalidad que pueda resultar de utilidad para que cultiven su belleza y lo hagan sin comprometer su bienestar. Le toca a usted decidir si investiga más sobre cada tema para ponerlo en práctica en su vida o, simplemente, sigue de largo.
Elija la opción que elija, recuerde que cada semana estaremos aquí, en el lugar de siempre, en una siempre nueva Parada con Estilo donde la Belleza y el Bienestar siempre andan de la mano. Hasta un próximo encuentro, chao y suerte.
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