Tras más de medio siglo de investigaciones espaciales, los desechos de las misiones cósmicas no solo se han acumulado en la orbita circunsterrestre. Varios astros ostentan decenas de toneladas de desperdicios en su superficie.
La gran cantidad de desechos en la órbita circunsterrestre, tras más de medio siglo de Era Cósmica, suma más de 70.000 objetos de los más variados tipos y tamaños, que abarcan desde satélites artificiales fuera de servicio hasta las etapas de cohetes portadores que los pusieron en órbita.
Igualmente abundan las herramientas y piezas extraviadas por cosmonautas hasta fragmentos de los cohetes y satélites que estallaron en el espacio, por causas internas o externas.
EL PLANETA VENUS OPACADO POR LA BASURA
Pero la basura espacial no solo se acumula en órbitas cercanas a la Tierra. En Marte, Venus, y sobre todo en la Luna, yacen varias decenas de toneladas de artefactos cósmicos. En el suelo venusino, el número de desechos supera las 15 toneladas, pertenecientes sobre todo a las 18 sondas interplanetarias de la antigua Unión Soviética.
Cinco naves enviadas por Estados Unidos al Lucero del Alba —como se conoce también a Venus— totalizaron un peso menor.
Tales desechos no incluyen las protecciones térmicas y los restos de sondas caídas al planeta tras cumplir su misión.
MARTE, EL PLANETA ROJO DE IRA Y BASURA
Marte es el segundo planeta del sistema solar, pero es el tercero entre los astros más contaminados por los terrícolas. Los soviéticos enviaron al Planeta Rojo 9 naves y no todas lograron convertirse en satélite marciano o amartizar como tenían previsto. La Mars 2, 3 y 6 dejaron caer cápsulas sobre su superficie.
Por su parte, EE.UU. lanzó 11 sondas hacia Marte, 4 de las cuales se convirtieron en satélites y tres módulos realizaron un descenso suave en el planeta. Fueron los casos de las Viking 1 y 2 y los vehículos exploradores, Spirit y Opportunity en 1976, 1997 y 2004, respectivamente.
Las sondas estadounidenses Mars Polar Lander y Mars Global Surveyor se estrellaron sobre la superficie sin cumplir la misión. La última nave en tocar suelo marciano fue la estadounidense Phoenix, que arribó allí en 2008. Para 2012 se espera el feliz descenso del Mars Science Laboratory, el más moderno de los vehículos espaciales.
OTROS PLANETAS Y ASTROS CON BASURA
La sonda Galileo se convirtió en satélite de Júpiter en 1997 y dejó caer una sonda, que terminó siendo destruida a su paso por la atmósfera del planeta debido a las enormes presiones imperantes.
Sobre Titán, el mayor satélite del sistema solar, en 2005 se hizo descender el módulo Huygens, tras desprenderse de la sonda Cassini, que se encuentra actualmente en órbita en Saturno.
En el año 2000, un 14 de febrero, día de los enamorados precisamente, sobre el asteroide Ero 433, descendió la sonda NEAR, que desde entonces viaja sobre este pequeño planeta.
MONTAÑAS DE BASURA SELENITA
Pero de todos los cuerpos extraterrestres estudiados por el hombre, es la Luna con más de 170 toneladas, la que se lleva el premio de basurero mayor. El otrora limpio satélite, recibió su primera descarga de desechos el 14 de septiembre de 1959, cuando el Luna-2, de la URSS, impactó en su superficie. A partir de entonces, otras naves soviéticas cayeron sobre ella, incluyendo dos que transportaban los autopropulsados Lunajods y otras tres automáticas que trajeron de regreso a la Tierra varios kilogramos de suelo selenita.
La mayoría de la chatarra sobre Selene, tiene la marca Made in USA. Los estadounidenses dejaron caer allí más de una docena de sondas automáticas y siete módulos tripulados, como el del Apolo-11, que el 20 de julio de 1969, logró el primer descenso humano en la Luna. Cada módulo pesaba 14,5 toneladas, incluyendo el combustible.
Las Apolo 15, 16 y 17 dejaron los llamados Lunar Rover, vehículos eléctricos que emplearon sus tripulantes para desplazarse a mayor distancia durante sus incursiones.
BASURA INTERPLANETARIA
Otro grupo de astronaves ha superado los límites de nuestro sistema planetario, por lo que se puede afirmar que la chatarra cósmica ya ha salido del sistema solar. En tal caso están las estadounidenses Pioneer-11, y Voyager 1 y 2.
No toda esta serie de artefactos espaciales merece el calificativo de “basura”. Muchos de ellos o sus partes, podrían encontrar sitios en museos, servir como depósitos de materiales en futuras bases espaciales terrícolas o utilizarse para reciclar sus componentes o fundirlos y así lograr que, cual fénixes estelares, resurjan de sus cenizas para conformar nuevos ingenios cósmicos.
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