sábado, 27 de abril de 2024

La gripe aviar sigue activa

Según un estudio liderado por el epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong Vijay Dhanasekaran, el epicentro de la crisis que estamos viviendo desde Asia, donde tuvo su origen, hasta Europa y África...

en Xataka 09/11/2023
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Gripe Aviar
Más de 250 millones de aves han sido sacrificadas en todo el mundo en los últimos años para frenar la progresión de la enfermedad. (Joe Gatlin/Xataca)

Por: Javier Jiménez

La gripe aviar está de vuelta. Está, de hecho, por todas partes. La hemos visto en el área metropolitana de A Coruña, la hemos visto en las playas de Perú, la hemos visto en Estados Unidos y Canadá: más de 250 millones de aves han sido sacrificadas en todo el mundo en los últimos años para frenar la progresión de la enfermedad. No ha servido de mucho: está por todas partes.

Lo que acaba de publicar Nature, sin embargo, es mucho más preocupante. Según un estudio liderado por el epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong Vijay Dhanasekaran, el epicentro de la crisis que estamos viviendo desde Asia, donde tuvo su origen, hasta Europa y África.

Una historia de 30 años y ahora lo tenemos en casa. Como explica Manuel Ansede, "el linaje actual del virus se detectó en gansos de la provincia china de Cantón en 1996". Hablamos de un H5N1 capaz de transmitirse rápidamente entre aves de corral y provocar una enfermedad hemorrágica con mortalidades del 40%.

Desde entonces, no ha parado de dar problemas. "La aparición de brotes con cepas evolucionadas del subtipo H5 no ha cesado desde entonces, principalmente en Asia. Este estudio clarifica el origen y la evolución subyacente de los virus H5N1 de alta patogenicidad responsables de la panzootia de gripe aviar que surgió en 2021", explicaba Vijay Dhanasekaran.

¿Cuál es su origen? Y, tras analizar 10.000 genomas virales, el origen de esos linajes (de los "altamente patógenos", los más peligrosos) está en África y Europa "en un ciclo que continúa debido al cada vez mayor número de contagios en las aves silvestres".

Esto, como aprendimos con el COVID, es un enorme problema. “El desplazamiento del epicentro de estos virus altamente patógenos a nuevas regiones ha aumentado las oportunidades de que infecten a una gama más amplia de animales, incluidos los mamíferos”, explicaba el epidemiólogo.

¿Cuál es el problema? En parte por la naturaleza de la enfermedad y en parte por el cambio en  el modelo de explotación agraria, la enfermedad no solo preocupa a los  expertos por su impacto económico, también por su potencial para afectar a los humanos.

Y es que el hecho de que circule mucho el virus, que sale entre especies, que mute rápidamente es la receta perfecta para la catástrofe.  En los últimos 30 años, según un equipo de investigación de la Universidad de Brown, el número anual de brotes se triplicó en todo el mundo y las enfermedades causantes casi se doblaron.

Sin embargo, salvo el COVID, ninguna de las emergencias sanitarias declaradas por la OMS ha sido provocada por un agente infeccioso nuevo y desconocido sino por un subtipo del virus de la gripe (un virus que conocemos desde  hace, al menos 2400 años), la polio (descrita en 1789 pero que afectaba  ya a los antiguos egipcios), el ébola (descubierto en 1976) y el Zika (conocido desde 1947).

La última gran epidemia de gripe aviar resultó no ser tan dura como se temía, pero nada nos dice que la siguiente vaya a ser igual. Y ahora estamos en el centro.

¿QUÉ RECOMIENDA LA OPS?

La OPS/OMS al declarar una alerta epidemiológica en enero de 2023 recomendó a los países fortalecer la vigilancia de la influenza estacional y zoonótica en las poblaciones animal y humana. Destacó la importancia de controlar la infección en aves para que el virus no pase a las personas.

Ante el incremento de brotes, instó a que los países a implementen las medidas necesarias con el fin de contener patógenos emergentes que puedan poner en riesgo la salud pública.

En el caso de la vigilancia de trasmisión en seres humanos, recomendó vigilar la aparición de enfermedad tipo influenza (ETI) o de Infección respiratoria aguda grave (IRAG) en personas expuestas a aves (domésticas, silvestres o en cautiverio) infectadas con virus de influenza.


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