Tormenta de polvo llega al Caribe y podría afectar la salud de las personas

El 8 de agosto pasado, Cubasí publicó un interesante artículo sobre este mismo tema, “El polvo del Sahara”, que yo creo era la primera vez que se hablaba de este tema, al menos en la prensa digital nacional, de este fenómeno que ha venido ocurriendo por millones de años, probablemente antes de que los pedazos de tierra que constituye el archipiélago cubano existieran. No dudo, como dice el redactor del artículo, que traiga problemas de salud, especialmente para los afectados por enfermedades respiratorias, incluidos los animales, aunque parece que no debe haber afectado mucho la flora (lo que sí han hecho los humanos), porque según las crónicas de los primeros que pusieron sus plantas en estas tierras, la extensión de los bosques era inmensa. Y ahora, usando la lógica, porque no soy ni limpiabotas de científicos, la densidad de población de los 9 millones de kilómetros cuadrados del Sahara y Sahel, no llega ni a 2 almas por kilómetros cuadrados, y no dudo que el poseer un camello o un caballo en esas tan empobrecidas tierras es como en Cuba el tener un carro en buenas condiciones, por lo que el número de animales por kilómetro cuadrado tiene que ser insignificante, yo me pregunto: ¿Cuánto defecan esos seres de dos y cuatro patas como para contaminar tanto el ambiente que haga tan nocivo el polvo que vuela en nuestra dirección? Se sabe que alrededor del mediodía, en esos tan vastos territorios, la arena coge una temperatura que hasta imposibilita que los humanos caminen sobre ella (no he conocido las opiniones de camellos o caballos), por lo que me come la duda: ¿No funciona ese fenómeno como un esterilizador natural? Por lo que eso de que vuelen mezclados con el polvo “tantos” microbios, bacterias, ácaros, o cualquier otro bicho microscópico, vivo, no me parece posible, y mucho menos de que sean tantos, pero tantos, que pongan en peligro la vida de los que vivimos por estos lados del mundo. Lo de que influya en la atmósfera, que produzca sequías (aunque junio, especialmente, y julio sean meses bastante lluviosos y que coinciden cuando es más intensa la llegada del tal polvo) no lo pongo en duda, eso es cosa para los muchachos del Instituto de Meteorología. Perdonen, pero están haciendo “una tormenta en un vaso de agua”. Convénzame de lo contrario.