jueves, 26 de septiembre de 2024

Vestido de blanco para siempre

Presentado como mejor estudiante de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma, Álvaro Jesús Estévez Pérez hizo su sueño realidad al graduarse con honores...

Elba Maité Rizo Cedeño en Exclusivo 13/08/2018
0 comentarios
Alvaro Jesus
El joven bayamés Álvaro Jesús Estévez Pérez, el mejor egresado de la actual promoción de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma.

Recuerdo las primeras veces que lo vi, Álvaro Jesús Estévez Pérez, “el blanquito de Bayamo”, un estudiante aplicado y sobresaliente desde las semanas iniciales en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Silberto Álvarez Aroche, en la oriental provincia de Granma.

Al volverlo a ver este julio, me llené de orgullo por mi generación, cuando lo presentaron como mejor estudiante de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma y de la filial Doctor Efraín Benítez Popa, de Bayamo.

Siempre quiso ser médico, como no, si antes de levantar una cuarta del piso estuvo rodeado de batas blancas en su casa, quienes tal vez inconscientemente le impregnaron el amor hacia esa profesión y la felicidad de sentirse útil.

“La universidad en el mundo figura un beneficio, un lucro al que solo un selecto grupo puede acceder debido a sus altos costos”, aseguró este joven antes de agradecer a la Revolución, proyecto socialista gracias al cual miles de estudiantes participan en un programa gratuito que los forma junto al paciente y los hace cómplices en todas las aristas de solidaridad y sensibilidad, premisas esenciales de la profesión.

“Pareciera que tan solo ayer iniciamos el camino que ahora lejos de terminar recomenzamos”, afirmó Álvaro desde el podio, sitio en el cual recibió los honores merecidos después de seis años de sacrificio y entrega, durante la ceremonia de graduación.

“Todavía recuerdo el primer día de Medicina en el aula marcada con el número 8, fue impactante, emocionante saberme ya en lo que más ansiaba en la vida: ser médico, una experiencia que, hablando en nombre de todos, fue sencillamente especial.

”Al iniciar los estudios, nuestros pasos eran totalmente distintos, no éramos más que un grupo de jóvenes inseguros que se embarcaban en el viaje más importante de sus vidas, sin ver aun la luz al final del túnel”, confirma.

“El tiempo pasó, curtió nuestras pieles y preparó nuestras mentes, ávidas de sueños pueriles, para enfrentar la realidad que nos toca vivir como profesionales, y ya estamos aquí, después de un largo camino.

”Fueron jornadas de mucho sacrificio por parte de todos nosotros”, explicó Álvaro refiriéndose también a sus compañeros, familiares y amigos, “quienes pusieron algo más que un granito de arena en ese logro, pero al fin llegamos a la meta”.

“En momentos como estos es normal tener sentimientos encontrados…” y la voz, las lágrimas y los aplausos de todos los presentes no le permitieron continuar de forma fluida su discurso, porque se es feliz cuando se llega a la cima, pero cuántos momentos y personas ya no formarán parte de la vida diaria.

Lograr arrancar a Alvarito, como le dicen todos al nuevo médico, de las decenas de manos que querían abrazarlo y desearle éxitos fue una tarea titánica, entre cientos de egresados y familiares; pero al fin pude tenerlo junto a la grabadora y todavía con algunos sollozos de emoción pudimos conversar al menos unos minutos:

Confesó, como ya lo había hecho en otras ocasiones, que sus mayores temores siempre fueron: “¿Seré buen médico? ¿Cómo puedo llegar a serlo? ¿Alcanzaré mi meta de seguir los pasos de mi querido abuelo?” (el eminente Doctor Emilio de Jesús Pérez Profet, especialista de Segundo grado en Cirugía General, y uno de los más distinguidos galenos en Granma).

“Preguntas como estas retumbaron siempre en mi cabeza desde que comencé la batalla galénica y solo el tiempo dirá, respondiendo sabiamente por lo que sea capaz de hacer en lo adelante”, asegura.

Álvaro está consciente de que “la sociedad, a diario, reclama con más ahínco un buen desempeño de los médicos, y cada día son mayores las expectativas que tiene, de ahí la importancia de la competencia clínica, por eso no podemos perder nunca la esencia de nuestra formación, o caer en hábitos que soslayen nuestros principios médicos y vayan en detrimento de nuestra imagen pública y profesional”.

“El primer reto de cualquier doctor es prestar un servicio de calidad a la población, trabajar con mucho amor aunque no tengamos los recursos suficientes para la labor diaria”, afirma.

Ya Granma, Cuba y cualquier parte del mundo que lo necesite tiene un nuevo y excelente profesional, quien prometió continuar su bregar bajo el precepto de “curar algunas veces, aliviar muy a menudo y acompañar siempre”.


Compartir

Elba Maité Rizo Cedeño

Periodista


Deja tu comentario

Condición de protección de datos