En 1964, como en cualquier época, existían sus contradicciones, no solo económicas y políticas, sino también sociales y culturales. Mucho había que analizar de esa cotidianidad, mucho que cuestionarse y solucionar. Para una pequeña curiosa, inquieta y rebelde como Mafalda, las preguntas eran imprescindibles y las respuestas, insuficientes. Ella, solo quería saber cómo arreglar el mundo.
Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, crearía el personaje en 1963 como encargo para el lanzamiento de una línea de electrodomésticos de la agencia Agnes. Sin embargo, la campaña nunca se hizo y las tiras quedaron guardadas. El 29 de septiembre de 1964, debutaría oficialmente Mafalda, en la revista Primera Plana.
Quino, con una profesión marcada desde la niñez, se convertiría en dibujante de historieta y humor desde muy joven. Más de tres años pasarían antes de publicar su primera página de episodios. Fue en 1965, cuando su fama aumentócon el paso de las tiras cómicas al periódico El Mundo. La aceptación del personaje y los nuevos amigos que se incorporaban a la sátira cruzarían las fronteras nacionales para conquistar América del Sur y luego extenderse a Europa, ganando una posición de liderazgo en el imaginario colectivo.
Nacida en una típica familia de clase media, padre corredor en una compañía de seguros y madre ama de casa, Mafalda encarna la juventud progresista y contestataria. Sus odios más nítidos abarcan la injusticia, la guerra, las armas nucleares, el racismo y las absurdas convenciones de los adultos. Siempre aboga por la paz, los derechos humanos y la democracia.
Entusiasta de Los Beatles, el Pájaro Loco y los panqueques, odia, más que a nada en este mundo, la sopa. Su juguete preferido es un globo terráqueo; su pasión, es cuidarlo. Con él, analiza la cotidianidad, representando a su vez el pesimismo y la preocupación por las circunstancias que le aquejan a diario. Su mascota, la tortuga, es tan lenta que la hace llamar Burocracia.
Su proyecto de vida lo tiene bien definido: ella será universitaria, preferentemente estudiará idiomas para trabajar de intérprete en las Naciones Unidas. En todo momento, aboga por el progreso social de la mujer, exaltándolo incluso, algo adelantada a su época. He ahí donde radica lo original de su personalidad: una combinación que entrecruza la inocencia de la niñez y análisis acertados en busca de un mundo mejor.
Quino jamás imaginó que las ideas de la nena recorrerían el mundo y serían traducidas a más de 26 idiomas. Para él, las tiras solo eran guiños de los estereotipos argentinos y del mundo, que a su vez retrataban aspectos del género humano. Sin embargo, su trabajo ha recibido innumerables reconocimientos y ha puesto a la historieta en la categoría de “cuentos morales”.
Hace más de tres décadas Quino dejó de dibujar a Mafalda.El 25 de junio de 1973 apareció por última vez."Me costaba mucho esfuerzo no repetirme, sufría con cada entrega. Cuando uno tapa el último cuadrito de una historieta y ya sabe cuál va a ser el final es porque la cosa no va. Y por respeto a los lectores y a mis personajes y por mi manera de sentir el trabajo decidí no hacerla más y seguir con el humor que nunca dejé de hacer." Para Quino, Mafalda había cumplido su cometido.
La nena “ferviente antisopa” y sus amigos, habían crecido en un mundo dividido por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la guerra de Viet Nam, la carrera espacial, el movimiento tercermundista, el asesinato de Kennedy, los derechos humanos, el sexo, la represión, el psicoanálisis, el feminismo y la religión, entre otros muchos. A todos de una u otra forma, los retrató, y opinó sobre ellos con una dosis de simpleza y profundidad.
La URSS desapareció, al igual que Los Beatles y la guerra de Viet Nam. Mafalda dejó de dibujarse, pero sus mensajes y su dosis de genialidad han permitido que sus reflexiones estén cargadas de actualidad. Aunque sus comentarios y ocurrencias son reflejo de las inquietudes sociales y políticas de los años sesenta, hoy la maldad e incompetencia de la humanidad, así como la ingenuidad de las soluciones propuestas para los problemas mundiales hacen que este personaje argentino continúe, en su apropiado universo infantil y con inteligentes razonamientos de adultos, siendo una “contestataria”.
Según apunta Quino, "la humanidad actual sigue cometiendo los mismos errores, no aprende de su pasado". Es por eso que a cincuenta años del aniversario de Mafalda, y a punto de soplar las velas, desea, en nombre de la chica de pelo negro, que Argentina y el mundo "salgan adelante" y "vivamos todos en paz".
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