jueves, 18 de abril de 2024

África tan lejos de la Isla, tan cerca del corazón de los cubanos

Cada soldado cubano en países africanos, como apuntó Fidel, multiplicó las tradiciones combativas e internacionalista de nuestro pueblo...

José Gilberto Valdés Aguilar en Exclusivo 26/05/2023
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Operación Carlota, Angola
Los desafíos de estos días son diferentes, pero inspira el recuerdo de los caídos en la epopeya africana. (Tomada de Prensa Latina)

                                                     “Los internacionalistas cubanos hicieron una contribución a la independencia,
                                                                                                                              la libertad y la justicia en África”
                                                                                                                                (Nelson Mandela, Cuba, 1991)

“Estoy estos días con mis muertos en la cabeza”. Fue la respuesta, irreflexiva, a la pregunta que susurraba mi esposa mientras me alcanzaba una tacita de café hasta el portal de la casa. Por la mañana, en una conversación preliminar a la jornada de trabajo surgió el tema del engorroso encargo que algunas personas asumen de vestir y ayudar a preparar a una persona fallecida. Son compromisos contraídos con una familia, aun cuando no existan lazos consanguíneos.

“Yo tengo un recuerdo, —dije en la improvisada tertulia—, un triste recuerdo, en las tierras africanas...”.

(Flash back) 1976. Cuba. Media mañana. Como regalo del Día de Reyes llegué a una casucha con techo de hojas de yuraguana. El campamento provisional también tenía tiendas de lonas en ese semidesértico valle al norte de la ciudad. Eran unidades militares que habían participado a una gran maniobra militar en saludo al Primer Congreso del Partido entrenamiento. Muchos combatientes permanecían voluntariamente en espera de la orden de partida para Angola. Me habían designado a la compañía de exploración.

El joven F. daba la bienvenida, con una sonrisa, y el peculiar hablar de los habitantes del oriente de la Isla. “Mire compay ponga su jolongo en esa esquina... Creo que vas a dormir sólo una noche aquí... Nos vamos en el primer grupo”. Mucho hablamos. Hablaba con todos. Evidentemente, era un personaje carismático y dicharachero que relajaba los momentos de tensión. Concluido el papeleo recogemos los uniformes y el resto de la indumentaria. Las dichosas vacunas. A la fría mañana siguiente nos bañamos al aire libre con una manguera junto a un camión pipa cisterna de agua… En el puerto de Nuevitas montamos en barcos diferentes.

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Angola. Atardecer. Con un par de días de ventaja, estuve en el “comité de recepción” a la columna de vehículos blindados y camiones. Se enmascaran y acomodan entre los matorrales, la “mata” --concepto que ya agregamos a nuestro léxico-- a la orilla del camino.

Reencuentro a los exploradores. Saludos. Preguntas y respuestas a ráfagas. “Hay un festín de bienvenida. Carne de vaca hervida. Un poquitico dura, pero donde hay buen diente... La sal y otros ingredientes llegarán con la gente de retaguardia...”. La compañía distribuyó sus fuerzas entre las columnas. Ocasionalmente, despejábamos preocupaciones sobre las condiciones de los grupos.

Como a los dos meses, en el puesto de mando, me ordenan que vaya al hospital. Traen muerto a F. La vanguardia de la columna cayó en una emboscada. Hay que enterrarlo en la sureña ciudad angolana. Sobre una mesa del hospital estaba el cuerpo inerte. Un escalofrío me recorrió toda mi columna vertebral.

Un soldado, con la camisa verde olivo, manchada de sangre y fango, me saca del aturdimiento. Atropelladamente explica: “La bala le arrancó el corazón... toma la chapilla... un tanque PT fue a pasar el vado del río y desde la otra orilla le tiraron un cohete y se incendió... F. estaba en el BTR y se lanzó corriendo para abrir la torreta… Arriesgó su vida para sacar a los tanquistas... desde dentro le dijeron que se fuera... ellos iban a salir... los tres tenían quemaduras… que se fuera, que una ametralladora cincuenta estaba tirando… F. se viró para regresar a nuestro lado... la bala le entró por la espalda... Nuestros tanques, todo el mundo, tiramos contra la emboscada...”. Lamento no haber estado junto a los iracundos.

Otros exploradores llegan con un uniforme. Limpiamos la sangre seca y vestimos a F. Pedíamos silencio para concentrarnos en lo que hacíamos. Nuestro joven héroe parecía dormido. Volví a estremecerme luego de la descarga de fusilería en la sencilla ceremonia. Para el combatiente internacionalista era muy fina la línea fronteriza entre la vida y la muerte.

(Forward) 1989. Se daban instrucciones a los periodistas para la cobertura a las honras fúnebres que se llevarían a cabo al unísono en todo el país. Retornarían a la Patria los restos de 2 085 cubanos muertos durante las acciones combativas en las misiones para cambiar los destinos del África. Fidel había dicho que “de Angola, cuando termine la guerra, solo nos llevaremos la satisfacción del deber cumplido, y los restos de nuestros compañeros caídos”.

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Cumplí la encomienda periodística en una edición especial del diario Adelante. Coordinaba el trabajo en la Operación Tributo, como había hecho varias veces en la que después conocí fue la Operación Carlota en lejanas tierras africanas. Comentábamos en la redacción, quiénes eran los compatriotas que regresaban, gente sencilla, noble, honesta, dispuestos a sacrificar la vida, desinteresadamente, a veces compartían el mismo plato de comida con los soldados angolanos y siempre la misma trinchera. Me refería a muchos, pero en especial mis recuerdos eran para la sangre generosa del joven F.

Este 25 de mayo Día de África. Cuba. Volvemos a repasar recientes páginas de la Historia. Muchos de los muchachos que hoy colman las aulas universitarias y de la enseñanza media no tienen una imagen de lo ocurrido hace veinte años. Es una oportunidad para las respuestas ¿a los por qué?, ¿cuál es el fruto de la intachable conducta de aquellos hombres y mujeres?, ¿qué representan esos ejemplos de altruismo y desinterés? Los desafíos de estos días son diferentes, pero inspira el recuerdo de los caídos en la epopeya africana.


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José Gilberto Valdés Aguilar


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