viernes, 27 de septiembre de 2024

Huecos en el Eliseo

Washington también dedicó recursos a espiar al menos a tres presidentes galos...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 26/06/2015
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La sensible información se debió nuevamente a la incisiva labor del denostado por Occidente sitio WikiLeaks, y esta vez incluyó documentos probatorios sobre el seguimiento que los servicios norteamericanos de inteligencia han dado a las comunicaciones oficiales y personales de al menos tres presidentes franceses hasta poco más del año 2012.

Colocados en las primeras planas de innumerables medios de prensa, los cifrados Made in USA facilitados por WikiLeaks revelan que conversaciones telefónicas de los mandatarios Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y Francois Hollande, este último actualmente en plenas funciones, fueron interceptadas por los servicios de escucha de los Estados Unidos, sin contar que los receptores  de otras altas figuras oficiales francesas  también resultaron “pinchados”.

 En consecuencia, Washington estaba al tanto de asuntos como el enojo del derechista Sarkozy por la demora norteamericana en aprobar nuevos tratados bilaterales en materia de colaboración entre los servicios secretos de ambas naciones, o de las preocupaciones de Hollande en torno a la crisis financiera de Grecia y lo que un desenlace negativo traería como consecuencia para la Unión Europea.

No faltó además el dominio norteamericano sobre las conversaciones privadas y secretas del actual presidente francés con figuras de la oposición alemana ante la dureza de la canciller Angela Merkel en el tema de la deuda de Atenas, un paso que, según los escuchas, causó inquietud entre varios miembros del gabinete galo temerosos de reacciones adversas desde Berlín.

En fin, buena parte de las intimidades políticas y hasta personales de las más sacras figuras del Elíseo, manoseadas y tamizadas sin pudor por los analistas de la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, evidentemente duchos en materializar aquel viejo slogan que reza que “Washington no tiene socios, sino intereses.”

Desde luego, no es el primer escándalo de este tipo. Hace apenas unos dos años se supo de la red norteamericana de seguimiento de las llamadas telefónicas de varios mandatarios del orbe, entre ellos la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y la ya mencionada canciller germana, Angela Merkel.

Por añadidura, meses  atrás, la prensa alemana ya había asegurado textualmente que “espías germanos colaboraban con los estadounidenses, entre otras misiones, en el control sobre los líderes políticos franceses.”

 Por lo pronto desde París baten aires de indignación, a la vez que se habla de prácticas inadmisibles, y hasta se iniciaron procesos diplomáticos en busca de una explicación oficial norteamericana que aclare además si esas actividades persisten y si han ido más allá de las paredes del Elíseo, por cierto, ubicado a apenas unos cientos de metros de la embajada norteamericana en cuya azotea- según fuentes televisivas latinoamericanas- está instalada desde hace años una potente y constantemente renovada estación de rastreo y escucha.

Para Francia, han dicho sus autoridades, no es aceptable semejante doblez entre aliados y amigos históricos, a lo que la Casa Blanca, a través de un breve diálogo telefónico entre Barack Obama y Francoise Hollande, respondió que su país “se abstendrá en el futuro de realizar tales actos”.

Un comunicado galo recordó en ese sentido que “ya desde  2014 el jefe de la Casa Blanca se había comprometido a que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos no realizaría escuchas a autoridades aliadas.”

En ese contexto, y como parte de la consiguiente escenografía,  la embajadora norteamericana en París fue citada de urgencia al Elíseo, y casi al unísono se producía una reunión de Hollande con el Consejo francés de Defensa,  compuesto por el primer ministro y los titulares de las Fuerzas Armadas, Interior, Economía, Finanzas y Exteriores.

¿Llagará la sangre el río? Será un asunto de esperar si las reacciones oficiales galas tienen objetivamente la intención de remodelar sus vínculos con la Casa Blanca a la luz de la notoria injerencia e irrespeto norteamericano con respecto a sus pretendidos amigos, o si sencillamente se opta porque el decurso del tiempo diluya estos episodios en las procelosas aguas de la cotidianidad global, y al final pueda más la “estratégica” obsecuencia que la reiterada deslealtad de quien afirma marchar hombro con hombro junto a sus anuentes socios.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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