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lunes, 23 de diciembre de 2024

Italia:panorama trunco

El descontento generalizado y la falta de fe en los grupos que hasta aquí detentaron el poder convierten en resbaladizo y borroso el futuro cercano...

Elsa Claro Madruga en Exclusivo 11/10/2013
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Silvio Berlusconi
Muchos consideran que le queda cuerda todavía a Il Cavalliere.

Sinceramente, ignoraba que el término caimán es una voz taína. Busqué la palabra en las doctas páginas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE), pues aunque con seguridad a Silvio Berlusconi se le aplica debido a sus marrullerías políticas, tener evidencia semántica siempre ayuda. En este caso, además, fue bueno tropezar con esa curiosidad.

¿Que qué se dice en el DRAE? Fuera de su acepción directa a esa especie de saurios, plantea como segunda acepción: “Persona que con astucia y disimulo procura salir con sus intentos”.

A no dudarlo, muchos consideran que le queda cuerda todavía a Il Cavalliere, como prefiere que lo designen, y ejemplifican con sus sonados retornos tras varias fuertes caídas.

Para Enrico Letta, el actual primer ministro, ya terminó la era del derechista que deja tras de sí a sus socios de coalición divididos y a un país en condiciones poco favorables.

Siendo breves, la historia comienza en febrero pasado, cuando se realizaron elecciones anticipadas y el conjunto dirigido por el exjefe de estado obtuvo una importante cantidad de escaños en el parlamento, pero la mayoría benefició al Partido Democrático (PD), dirigido por Pier Luigi Bersani, quien hizo esfuerzos por acopiar aliados pues tenía mayoría en la Cámara baja, pero no en el Senado.

Bersani nunca aceptó asociarse a la derecha berlusconiana, y por eso acudió al exitoso Movimiento 5 Estrellas, del cómico Beppe Grillo, pero no aceptaron su oferta.

Cierto intento de crear una especie de consejo de sabios para dirigir el país fue una fórmula tan parecida al nombramiento de Mario Monti, impuesto desde fuera por la Unión Europea, que la idea pereció, pues, además, el PD propuso a Letta, y este sí no le hizo ascos a pactar con la bancada de sus oponentes.

Parecía que todo marcharía, pero en el ínterin apareció el dictamen condenando a cuatro años de cárcel por evasión fiscal al magnate de los medios televisivos, y este, sobrestimando su poder, exige que le liberen del castigo.

Obligó a que cinco ministros renunciaran para crear una situación de crisis que le permitiera dar un ultimátum al gabinete, o forzar otras elecciones de resultado imprevisible y, casi seguro, desestabilizante.

Se confió demasiado o no supo que carecía de crédito suficiente, incluso entre sus acólitos, y unos dijeron que independizarían sus curules y otros que iban a separarse para crear un partido nuevo. Dentro de la confusión, lo único que no previó Berlusconi fue que su segundo al mando, el delfín que a lo largo de 20 años tuvo para con él una fidelidad extrema, se colocaría en su contra en esta oportunidad.

Angelino Alfano, desde el cargo de vice premier, le dio su voto a Letta, con quien, en definitiva, se ha entendido bien durante los meses que compartieron mandato. Resulta obvio que no hay diferencias ideológicas entre ambos, y, por si no bastara, también estuvieron juntos años atrás en un lobby de influencia llamado Vedró, un conjunto muy influyente vinculado a las altas esferas empresariales y financieras italianas.

Al verse más solo que protegido, Il Cavaliere a última hora dijo en el debate legislativo que apoyaba al gabinete de Letta. Fue su modo de “no perder” el juego. Pero con ello quedó conjurada, al menos eso parece, la posible caída del gobierno con la crisis que él mismo abriera.

Ahora, se estima, habrá tiempo de hacer algunos cambios en las leyes electorales y otros mecanismos que se tienen por inadecuados y son, ante todo, una herencia del tiempo pautado por Berlusconi. Pero nada es seguro en esta materia, en un país que ha tenido 60 ejecutivos y otros tantos cataclismos institucionales desde la post guerra a la fecha.

Y LA GENTE ¿QUÉ?

Cuando se presentó la candidatura de Letta como primer ministro, él dio a conocer un esperanzador programa que incluía creación de empleo, reactivación de la economía real y otros proyectos; para una Italia que tiene una deuda del 127 % del PIB, un desempleo creciente (solo los jóvenes alcanzan un 40 % de paro).

Pero el premier ha cambiado su tonada. Comienza con dictaminar un aumento del IVA (Impuesto sobre el Valor Agregado, o sea, sobre todo cuanto cada persona adquiere) y ya se sabe que el plan de ajustes fiscales ordenado por la Troika se refleja en el presupuesto que ha preparado para el 2014.

Quiere decir que primero ofreció reducir los impuestos a los trabajadores de menos ingresos y darle un salario mínimo a los más necesitados. Sobre todo, dijo que lucharía contra la austeridad impuesta por la UE para, partiendo de otros principios, fomentar el crecimiento. Pero todo eso está entre la duda y las incógnitas en este momento.

Italia, la tercera economía por volumen y resultados de la zona euro, está en recesión. Resulta impensable un rescate al estilo griego o irlandés. Reconocidos expertos aseguran que continuar aplicando recetas como las de Portugal o España es un error mayúsculo. Pero está visto que en Bruselas (o en Alemania) no le hacen mucho caso a los alertas.

En lo relacionado con la vida política, el fraccionamiento que existe tanto en las agrupaciones de la derecha como en las de izquierda, convierte en resbaladizo y borroso el futuro cercano.

El Partido Democrático, pese a contar con la mayor bancada y el primer puesto del ejecutivo, a escala interna está muy dividido y la actual asociación de esta izquierda tan aguada con una derecha pura y dura para gobernar juntos, pudiera profundizar las diferencias. Cierta esperanza aparece en la persona del alcalde de Florencia, Matteo Renzi, pero está por verse si se logra que la ilusión llegue a adquirir el cuerpo de una sólida realidad.

El Movimiento 5 Estrellas, donde se aglutinan tendencias diversas, es expresión, ante todo, del descontento generalizado, la falta de fe en los grupos que hasta aquí detentaron el poder y cómo lo hicieron. Pero, es de lamentar, no tienen un programa alternativo ni parecen preparados para darle rumbo definido al descontento provocado por el despojo de que se hace víctima a la sociedad al cargarle la cuenta que otros gastaron y deberían pagar.

Como diría un meteorólogo: hay mal tiempo y se avecinan otras tormentas.


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Elsa Claro Madruga

Analista de temas internacionales


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