La Merkel repite

Los alemanes no optaron por aventuras, y prefirieron dar su apoyo este 22 de septiembre a la Canciller Angela Merkel para que ejerza la dirección del país por otros cuatro años, cargo que ostenta desde 2005.

Según los primeros conteos, los democristianos, la tendencia política de la mandataria, superó cuarenta por ciento de los sufragios, un resultado que, afirman los comentaristas, no se había repetido desde 1990 en medio de la euforia por la reunificación del país, y que se acerca a los niveles de 1957, en que el entonces canciller Konrad Adenauer ganó incluso la mayoría parlamentaria.

Una nota significativa de estos comicios fue el duro retroceso de los liberales, que podrían quedar fuera del legislativo por no acumular el cinco por ciento de las boletas que la ley nacional exige para acceder a  ese escalón.

Esta situación deja a la Merkel sin su aliado clave en Berlín, pero el golpe parece compensado por la indudable mayoría que suma la tendencia de gobierno.

Por otro lado, el Partido Socialdemócrata se confirmó como la segunda fuerza política germana al superar 25 por ciento de los sufragios, casi tres por ciento más que en los comicios de 2009, pero a pesar de su colaboración con la Merkel, el candidato Peer Steinbrück ha confirmado que no formará parte de una posible gran coalición con los democristianos.

De todas maneras, lo cierto es que la Canciller las tuvo casi todas consigo en estas votaciones para la jefatura del Estado, en lo que algunos definen como una actitud nacional de no arriesgar cambios en medio de un contexto regional marcado por una aguda y permanente crisis económica, que la Merkel ha intentado capear haciendo especial centro en los problemas internos y mostrándose severa y manicorta con el resto de sus socios europeos.

Signada como la tradicional locomotora económica europea, Alemania no ha sido ajena a la debacle del área, ni tampoco a ciertas decisiones nada saludables, como el haber inflingido más de una vez el nivel de sus déficit por encima del tres por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, exigido por la Unión Europea, y  realizado enormes erogaciones para salvar a los bancos privados nacionales de la bancarrota, con su negativa carga sobre los fondos públicos.

Sin embargo, en  el caótico cuadro europeo, la Canciller ha evitado a toda costa ejecutar desembolsos masivos dirigidos a otras economías nacionales en franca bancarrota, y a cambio ha insistido de forma enconada en que cada centavo de rescate a los ajenos debe estar condicionado a los  severos ajustes y medidas de recorte de los aspirantes a financiación fresca.

En consecuencia, para amplios sectores diplomáticos, ha existido en la actuación de la jefa del Estado alemán un indudable “repliegue sobre sus propios intereses nacionales.”

En cuanto a su actuación exterior, las mismas fuentes confirman una “cierta prescindencia” alemana del entorno comunitario, de manera de mostrar la imagen de un Berlín capaz de establecer líneas autónomas en consonancia con sus aspiraciones y lo que estima se corresponde con “su nivel” entre sus vecinos.

En ese sentido, y sin desdorar en un ápice su membresía dentro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, Berlín ha optado, por ejemplo, por cultivar unilateralmente el acercamiento con Rusia, de la cual recibe importantes suministros de gas y otros energéticos.

Calificada por algunos como la “nueva Dama de Hierro europea”, en alusión a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, también políticamente de derecha,  la Merkel es la primera mujer que ha ocupado la máxima dirección de Alemania desde el nacimiento del Estado en 1870, y también la primera persona nacida en la desaparecida República Democrática Alemana en ejercer ese cargo…ahora refrendado por otros cuatro años.