viernes, 27 de septiembre de 2024

Papa Francisco encanta a masas desencantadas de la Iglesia Católica

El primer latinoamericano en asumir las riendas de la Iglesia Católica realiza una gira por varios países de América del Sur...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 10/07/2015
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El Papa Francisco, con la sencillez que viene demostrando desde que fue designado jefe de la Iglesia Católica en 2013, realiza una gira por tres naciones latinoamericanas de fuerte presencia indígena —Ecuador, Bolivia y Paraguay—, en las que en sus misas campales hizo énfasis en la inclusión social, pensamiento en consonancia con las transformaciones políticas y sociales de los dos primeros Estados visitados. El Sumo Pontífice pretende, según analistas, modernizar una iglesia que sobrevive en una grave crisis de credibilidad.

En septiembre próximo, en su búsqueda de acercamiento con América Latina, el Sumo Pontífice viajará a Cuba, donde los fieles católicos han expresado su alegría por las misas que oficiará en las provincias de La Habana, la capital, y Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de la isla.

El excardenal Jorge Mario Bergoglio, 78 años, nacido en Buenos Aires, Argentina, de padres italianos, llega este viernes a Paraguay, donde en 2012 un golpe de estado legislativo derrocó al presidente Fernando Lugo, un exsacerdote que, aun sin los hábitos, trató de transformar el país con proyectos de protección a los grupos más vulnerables y por ello tuvo en contra a la oligarquía local y regional, que vio en peligro sus históricos privilegios.

De ahí que exista una expectativa sobre el discurso del Papa durante su visita a Paraguay, también de enorme presencia indígena, donde incluso el guaraní es una de las lenguas oficiales, y su posición respecto a la salida por la fuerza de un hombre de la Iglesia por la derecha reaccionaria. Un programa divulgado no oficial indica que se reunirá con representantes de la comunidad homosexual, lo cual sería inaudito en la historia eclesiástica, si es que llega a producirse.

El Obispo de Roma escogió el nombre de Francisco para su Pontificado para rendir homenaje a San Francisco de Asís, patrón de Italia y llamado el Santo de los pobres, por quienes clama justicia en su actual visita a América Latina.

Su visita pastoral, cumplida en apretadas agendas, dejaron un mensaje directo a los líderes de las naciones y también sus adversarios, pues es notable la defensa de las masas más vulnerables y su rechazo a las riquezas y la codicia que mueven, como demuestran los últimos años, a los opositores de los gobiernos populares de la región.

Para la iglesia católica es imprescindible, ante la pérdida de fieles en un continente con casi un 80 % de seguidores en su mejor momento, el retorno a la credibilidad hacia un sistema donde la divinidad se ha visto comprometida con el abuso sexual de los sacerdotes contra los niños y la corrupción existente en el Banco del Vaticano y otras oficinas afines.

Por tanto, es innegable que una de las misiones de esta visita es atraer de nuevo a una gran masa de latinoamericanos, especialmente en las filas de los pueblos indígenas que hacen ahora gala de su fe ancestral, aunque también profesan el catolicismo impuesto por la colonia española que intentó destruir, sin conseguirlo, una cultura –en su amplio aspecto- que llega hasta nuestros días.

Es significativo que la actual gira hubiese iniciado en Ecuador, donde la Revolución Ciudadana del presidente Rafael Correa, católico devoto, alcanza importantes transformaciones estructurales económicas y sociales con importantes logros reconocidos por, entre otros, Naciones Unidas, entre ellas sacar de la pobreza desde el 2007 a un millón de personas. Las tres naciones escogidas por el Papa estaban entre las más pobres del continente. Dos de ellas trabajan arduamente para dejar atrás esa historia.

A pesar de su coincidencia política con la Iglesia de fomentar un sistema incluyente, Correa es blanco de la oligarquía interna y regional, que en las últimas semanas provocó —y dijeron seguirán cuando el Papa partiese— acciones violentas en importantes ciudades del país situado en el meridiano del mundo. Objetivo: desestabilizar y derrocar el gobierno popular y reimplantar el sistema de desigualdad del neoliberalismo.

Francisco llegó a Ecuador el pasado domingo para celebrar dos misas, una en Guayaquil el lunes, asiento de la derecha en el país, y en Quito, en el Parque Benemérito, el martes, a las que asistieron unas dos millones de personas.

Al contrario de lo ocurrido en otras visitas papales, el Sumo Pontífice recorrió las calles de las dos ciudades más importantes de Ecuador, en un fraternal mano a mano con la población.

Durante la visita del anticomunista Papa Juan Pablo II, hace casi 30 años, no hubo empatía con el visitante, quizás por su origen, o por las extremas medidas de seguridad para su protección, en medio de un contexto político diametralmente opuesto al actual, recuerdan historiadores.

Lo cierto es que con sus discursos en que sin miramientos ha atacado a las grandes fuerzas oligárquicas a las que, a su vez, invita al diálogo y a la paz, Francisco logró en su estancia en Ecuador, y ahora en Bolivia (mañana viernes llega a Paraguay), un acercamiento superior de los seguidores del catolicismo que quienes lo precedieron en el cargo.

Durante su visita a Ecuador exhortó al pueblo a ser agradecido, en alusión a las conquistas del gobierno de Correa, y en su misa en el parque Benemérito recordó: “Nuestra fe es siempre revolucionaria”,al saludar a la multitud que lo acompañaba en ese espacio de Quito.

En la segunda parada de la gira papal en Bolivia, donde gobierna el primer presidente indígena de esa nación, Evo Morales —que muestra un crecimiento sostenido de 4,5 % anual, el mayor de la región— el sumo Pontífice se reunió con el jefe del gobierno y los Movimientos Populares en Santa Cruz de la Sierra.

Bolivia, que era el segundo país más pobre de América Latina después de Haití, presenta al visitante las políticas sociales implementadas por Morales, que trascendieron la nacionalización de los recursos naturales y el incremento sostenido en la inversión social, desde 2006, la disminución de la pobreza, la alfabetización popular, la salud pública y la educación garantizada y otros beneficios a los siempre despreciados sectores pobres.

La inversión social bajo el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) subió casi un 400 por ciento. En el 2005 se destinaban a ese acápite 600 millones de dólares y más de 7 300 millones de dólares en 2015, en tanto, la nueva Constitución Nacional del 2008 fomentó la ampliación de derechos, en especial a las 36 etnias indígenas residentes en Bolivia, concentradoras del 62 por ciento de su población.

Más de 1 500 delegados al Encuentro Mundial de Movimientos Populares, junto con obispos y misioneros (que se desempeñan en las comunidades) trabajaron durante tres días en el análisis de la pobreza que afecta al continente, en especial, campesinos e indígenas, personas pobres y los llamados sin techo o mendigos.

Morales y los delegados conversaron con el Papa sobre una transformación en los movimientos populares en el terreno de la justicia social, prácticamente inexistente en la mayoría de las naciones latinoamericanas, salvo aquellos donde —a pesar de los ataques de la codiciosa oligarquía— surgieron desde 1992 gobiernos de corte popular y progresista.

Según Telesur, los Movimientos Populares entregaron al Sumo Pontífice un documento con los principales problemas de las capas vulnerables y las acciones más urgentes que, opinan, deben ser expuestas por el Sumo Pontífice en el seno de las Naciones Unidas en Estados Unidos y en otros foros internacionales.

En consecuencia con lo que analistas califican de una revolución en la iglesia católica, el Papa en su homilía en Santa Cruz de la Sierra, invitó a incluir a todos socialmente. “No es necesario excluir a nadie, no es necesario que nadie se vaya, basta de descartes”.

Precisó que la lógica actual busca transformar todo en objeto de cambio, de consumo, negociable, y “dejar espacio a muy poco, descartando a todos aquellos que no producen, que no se consideran aptos o dignos, porque aparentemente no nos dan los números”. “La desesperación, termina ganándonos el corazón, un corazón desesperado en el que gana espacio la lógica que pretende imponerse en el mundo en nuestros días”, añadió, en clara referencia a la sociedad de consumo.

En la Catedral de La Paz, la capital, instó a un diálogo entre países hermanos, en alusión al diferendo entre Chile y Bolivia por los reclamos de una salida al mar de ese último país. “Estoy pensando en el mar. Diálogo, diálogo”, pidió, en tanto destacó la necesidad de construir puentes en vez de levantar muros. “Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones razonables, equitativas y duraderas y en todo caso nunca han de ser motivo de agresividad, rencor o enemistad que agravan más la situación y hacen más difícil su resolución”,puntualizó.

Precisó, que “los pueblos tienen memoria, la cual pasa de generación en generación y a las que vienen en camino”, y alertó sobre la necesidad de evitar la pérdida de esta memoria porque esto “nos disgrega y hace que nos alejemos de los demás, en especial de los más pobres y de los ancianos, que son los más sabios”.

Horas antes de la llegada del Papa a Paraguay, el expresidente y senador nacional Fernando Lugo, expresó que la visita de dos días tiene dos finalidades: pastoral y política, ya que, dijo, viene “a reanimar la fe, a ver como está su Iglesia, a señalar lo malo que está en el país y a anunciar lo mejor que podamos hacer desde el punto de vista kerigmático”(1).

(1) El culto kerigmático (del vocablo griego kerigma, que significa proclamación) focaliza la atención sobre la evangelización de los no convertidos.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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