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martes, 12 de noviembre de 2024

Somalia, otra historia extendida

Tras una carrera de 32 años de inseguridad y violencia armada, Somalia quiere restablecerse y para eso  concede toda la primacía a la opción militar…    

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 29/03/2023
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Militares somalíes
La opción militar es la prioridad táctica aplicada en el conflicto somalí. (Tomada de lemonde.fr)

El empleo de la fuerza continúa siendo prioridad en el escenario somalí y se presume que esa tendencia persista por bastante más tiempo, mientras se evaden las tentativas de compresión entre los rivales.

Luego de 32 años de derrocamiento del general Mohamed Siad Barre y de intentar establecer una autoridad sólida, no se observan al menos oficialmente indicios serios de una voluntad de diálogo a fin de aproximarse para resolver la larga crisis.

Al contrario, las partes aparentan ser cada vez más refractarias, siempre dispuestas a pasar a la ofensiva y no tomar en cuenta los cambios de contextos, en tanto se percibe un caprichoso uso de la fuerza y de vanagloriarse con eso.

El gobierno afirmó recientemente que unos 3 000 combatientes de Al Shabab perecieron y 3 700 sufrieron lesiones desde agosto de 2022, cuando comenzaron operaciones del Ejército contra la guerrilla, cuyo origen se remonta a 2006-2007.

Según el Ministerio de Defensa, también unos 70 pueblos y aldeas fueron liberados del control rebelde con el apoyo de los ciudadanos, así como se fortalecieron mecanismos territoriales de protección.

Sin embargo, la insurgencia sigue activa en la segunda fase de la gran ofensiva lanzada por el Ejercito Nacional Somalí (SNA), anunciada por  el presidente, Hassan Sheikh Mohamud, en Aadan Yabaal,  distrito recién desocupado de rebeldes.

Los avances castrenses se vincularon con la ayuda dada desde el exterior y el respaldo de facciones que responden a clanes, agrupaciones basadas en vínculos familiares y con gran peso en la arquitectura social del país.

Según el sitio digital hiiraan.com, las tropas centraron sus operaciones contra lo que identificaron como fuentes de generación de ingresos de Al Shabab, con lo cual esperaban debilitar el suministro logístico del movimiento.

Sin embargo, para esa fuente, “el éxito a largo plazo de la ofensiva dependerá de la capacidad del gobierno somalí para proteger a los ciudadanos comunes y evitar que Al-Shabab se infiltre en las áreas controladas por el  (…)”.

Ahí comienzan las dificultades, toda vez que al contrincante le favorece una cobertura en la cual los guerrilleros se identifican con la población y coinciden con –por ejemplo- en condenar los ataques con drones a sitios sospechosos de presencia rebelde.

Además es de rigor comprender la unidad interna de “lo somalí” basada en la  tradición que acoge totalmente las relaciones comunales: a saber, el complejo de Xeer, el Islam y la consanguinidad, parafraseando al profesor  Abdi Ismail Samatar.

Factores que resultan movilizadores de fuerzas participantes en la actual guerra no convencional que enfrenta a hombres, pero también a ideologías mientras ejecuta el difícil próximo paso hacia la contemporaneidad.

Darle prioridad a la opción militar es sólo avanzar tácticamente, lo estratégico en Somalia impone resolver necesidades históricas pendientes  y colocar al país en un proyecto global de paz afín con el desarrollo.


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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