Cuba subió al podio de la Liga Mundial por vez primera desde la medalla de bronce de 2005 y esa es una razón primero que todo para ovacionar a la imberbe selección masculina del DT Orlando Samuels
Los análisis pueden esperar. Huelgan ahora las lamentaciones, suposiciones o teorías. No es momento de quejas, figuraciones y cálculos. Tratemos de no pensar en Londres, en los años sin llegar a los Juegos Olímpicos o en las ausencias presentes ahora en casi cada opinión. Por los próximos días démosle vida solo a las celebraciones.
Cuba volvió al reino de la competición que ayudó a cimentar por los años '90 del siglo XX, a golpe de duelos, memorables y publicitados desafíos contra aquella “generación de los fenómenos”, alias de la selección de Italia, del zorro Andrea Zorzi, Andrea Gardini, Lucas Cantagalli, Paolo Tofoli y Lorenzo Bernardi, entre otros.
Esa es una razón para ovacionar y vitorear a los muchachos de Orlando Samuels, y al técnico sobre todo, sin aflicción alguna. Cinco años después de su último podio, al final quizás del ciclo más difícil de la historia de este deporte en el archipiélago, se agenció un bronce de oro en la Liga Mundial de Voleibol.
Ese es un motivo impar. Y este: la juventud de la formación antillana (Wilfredo León cumple 19 años el 31 de julio, David Fiel el 28 de agosto, y Yordan Bisset, Danger Quintana y Lázaro Fundora tendrán 18 años hasta 2013), que hace soñar a muchos otra vez, again, de nouveau, de nueva cuenta, con el asentamiento definitivo de los cubanos en la capilla del voleibol. O este otro: en el camino, bajo la pisada de Cuba, quedaron Serbia, Rusia, Brasil y Bulgaria, clasificados todos a los Juegos Olímpicos.
Sin guión, porque no es posible hoy; contra la vida, o a pesar de sus muchos desmanes; con la salud agrietada, por la orfandad que padece; desde un laboratorio, como en ningún otro país de la elite; sobre la precocidad y la inexperiencia, según lo dictaron muchas decisiones… Así, en estas y otras innombrables circunstancias, el voleibol cubano, de la mano de su selección masculina, maquilló el peor de sus últimos años.
Y claro que sobrevendrán, tendrán que sucederse sondeos, críticas, averiguaciones, claro que tendrán que hacerse más estudios, análisis y definiciones. El voleibol, y el deporte todo, lo necesitan con urgencia.
Ahora, empero, justo ahora no es momento de justipreciar. Es la hora, son los días de celebrar el triunfo 3-2 de este domingo sobre Bulgaria y vitorear, celebrar, eso sí, sin dramas ni blasfemias, sin proclamas ni pregones.
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