Con menos de 20 años de edad y apenas iniciada la guerra de independencia en 1868, como hicieron todos sus hermanos, el joven José Maceo se incorporó a la lucha por la independencia, en la que pronto destacó hasta ser uno de sus jefes más aguerridos.
Para José, nacido el 2 de febrero de 1849, la lucha patriótica sería la razón de su vida y lo llevaría al largo combatir que fue esta, y a las cárceles coloniales o al exilio que aprovecharía para planear el regreso a los campos de Cuba, al combate por la independencia.
Marcó tres guerras con su heroísmo y su lucidez como jefe: la de 1868; la llamada Guerra Chiquita, que duró menos de un año, entre 1879 y 1880, y la de 1895, que jalonaría con su ejemplo de tesón y valentía, hasta entregar la vida por la patria.
Solo enumerar los combates en que participó excede las posibilidades de estas breves líneas. En cada uno dio la cara al enemigo y fue ejemplo de valor personal, habilidad como jefe militar y patriotismo.
Estuvo, durante parte de la lucha, a las órdenes de Máximo Gómez y de su hermano Antonio Maceo, quienes justipreciaron sus virtudes como combatiente, patriota y ser humano.
En su biografía consta que estuvo perdido durante diez días tras su desembarco por Duaba, en el extremo oriental de Cuba, junto a Antonio y otros patriotas en abril de 1895. Pero ya al mes siguiente, en mayo, estaba dirigiendo una tropa mambisa.
En el combate de Mangos de Mejía, en la primera guerra, salvó la vida de su hermano Antonio y, gravemente herido éste, lo atendió durante su convalecencia.
José Maceo murió el 5 de julio de 1896 como consecuencia de las heridas que recibió en el combate de Loma del Gato, Oriente.
Ganó combate a combate, en la leyenda que fue su vida, el grado de mayor general.
En 1949, centenario de su natalicio, el poeta revolucionario Manuel Navarro Luna le consagró estos hermosos versos:
Todo lo sufre por la Patria.
La prisión el destierro, la desnudez, el hambre,
Por ella peleó cual ninguno
Y derramó por ella en tres guerras la sangre.
Sin flaquear un momento
Y sin poder quejarse
Aquel pecho no tuvo más latidos
Que para los heroicos y sublimes arranques
Aún en Loma del Gato, él ordenó la carga
Cuando ya no podía del suelo levantarse
¡Era una roja punta de cuchillo!
¡Era una centella de coraje!
Junto a su hermano Antonio, José Maceo representa en nuestra historia el heroísmo sin menoscabo, y la grandeza y lealtad popular en grado máximo, además de la decisión de lucha, la constancia y el arrojo insuperables.
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