Lo primero fue el ataque el 15 de abril del 61 a tres diferentes puntos del país para inutilizar dispositivos preparados para responder ataques aéreos. Lo hicieron en aviones falsamente ornados con insignias de las Fuerza Aérea Cubana. Todo así en aquel hecho, cuidadosamente preparado durante meses y dotado del más poderoso armamento lanzado sobre otro país, tuvo el acento de la falsedad y la farsa.
Lo que no quita que sus armas mataran a nuestros pobladores y a nuestros combatientes y cruzaran nuestros cielos con un sombrío hálito de destrucción.
En el entierro de las víctimas de aquella agresión, Fidel proclamó el carácter socialista de nuestra Revolución y quedó sellada nuestra unidad.
¿Qué podría venir tras la artera agresión?
Los mandos militares habían sido convenientemente preparados y entregados a jefes militares capaces. El de Oriente, al entonces comandante Raúl Castro. Las milicias reunían a lo mejor de nuestra juventud y de nuestro pueblo.
Fidel estaría al frente de las tropas que batirían el desembarco realizado el 17 por puntos del sur de la provincia de Matanzas.
Desde el Central Australia, donde estableció el puesto de mando, Fidel dirigió la operación. Y en menos de 72 horas, las tropas mercenarias se habían rendido masivamente.
La victoria cubana quedaría como una de las páginas brillantes de nuestra historia de todos los tiempos.
Girón había sido la victoria de la unidad de nuestro pueblo contra el imperio. Girón había sido la victoria del coraje de Cuba contra tropas armadas, preparadas y apoyadas por Estados Unidos. Con esa convicción se sostenían los 1 400 mercenarios que desembarcaron.
Después de la batalla, Fidel se entrevistó con los enemigos apresados que fueron presentados por la TV. El mundo no conoce precedentes. Se llevaba al enemigo a las cámaras a que dijera lo que le viniera en ganas.
Como estaba establecido, a los mercenarios se les siguió el juicio correspondiente. Fueron sentenciados a pagar indemnización según su responsabilidad. En caso de no abonarla, cumplirían hasta 30 años de prisión.
El Gobierno de Estados Unidos rechazaba el pago de la indemnización. Cuba, otro hecho sin precedentes, comisionó a parte de los prisioneros para que fueran a Estados Unidos y gestionaran el pago.
Al cabo de una gestión más o menos dilatada, en diciembre del 62, se comenzó el pago de la indemnización y, en consecuencia, 1 113 (mil ciento trece) prisioneros fueron devueltos a Estados Unidos.
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