El 26 de septiembre de 1967, el destacamento del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, comandado por el Che, llegó al Abra del Picacho, a dos mil 280 metros por sobre el nivel del mar.
De acuerdo con el testimonio de Harry Villegas, Pombo, el Comandante Guevara le había dado instrucciones a Miguel, quien encabezaba el pelotón de la vanguardia, de avanzar con mucho cuidado, pues había evidencias de que el enemigo seguía sus pasos.
El Guerrillero Heroico le había recomendado mantener no menos de 10 metros entre cada elemento y que mediaran 30 minutos entre pelotones, para garantizar que al comenzar el centro la marcha, ya la vanguardia hubiera ocupado el firme de la loma.
Un poco después del mediodía, el grupo de la vanguardia salió rumbo a Jagüey, buscando el camino hacia La Higuera. Cerca de la media hora de su partida, cuando estaban a. un kilómetro de esta localidad, en el firme de la Quebrada del Batán, fueron emboscados por el ejército títere boliviano.
Según la versión de los internacionalistas cubanos sobrevivientes de la guerrilla del Che, el primer tiro de la soldadesca impacta en Manuel Hernández Osorio, Miguel. Uno de los compañeros de la vanguardia se acercó a él para socorrerlo, pensando que estaba herido, pero el tiro que le habían dado en el pecho era mortal.
Pese a ver que Miguel tenía un compañero a su lado, el combatiente boliviano Mario Gutiérrez Ardaya, Julio se dispuso a venir en socorro de su compañero herido. No importó que los otros guerrilleros le hicieran señas para que se quedara donde estaba.
Al parecer “Julio” no entendió lo que le estaban diciendo, o su audacia y su condición de revolucionario lo impulsaron a auxiliar a Miguel, costara lo que costara. Una ráfaga lo abatió también.
Mientras el Che, Alberto Fernández Montes de Oca, Pacho y Leonardo Tamayo, Urbano contenían el avance del enemigo, Roberto Peredo Coco también cayó herido. Estando en el suelo, otros dos proyectiles pusieron fin a su vida.
Para el Che, “la sorpresa de La Higuera”, como denominó a aquel aciago 26 de septiembre, fue un duro golpe para la guerrilla. Sobre Coco escribió: La pérdida más grande luego de la de Rolando (Eliseo Reyes Rodríguez)”. De Julio opinó: “Otra gran pérdida de un cuadro revolucionario”.
A Manuel Hernández Osorio Miguel lo caracterizó de la siguiente forma: “Fue un gran combatiente y un espíritu ejemplar”.
EL ISLEÑO
Manuel Hernández Osorio nació el 17 de marzo de 1931 en la finca El Diamante, del barrio Santa Rita, en Jiguaní, actual provincia de Granma. Como su padre era un inmigrante procedente de Tenerife (Islas Canarias), todos le conocían como El Isleño, apodo que mantuvo luego en el Ejército Rebelde.
Primogénito entre seis varones, solo cursó hasta el quinto grado, pues se vio obligado, desde los once años, a trabajar para poder ayudar a la familia.
Fue machetero en la colonia Andreíta, en el antiguo central San Germán, jornalero agrícola para cualquiera que lo contratara, carretillero en las minas de manganeso de Charco Redondo.
Fundador del Movimiento 26 de Julio, en la mina captó a muchos de sus compañeros de labor para la organización y de ella sacaba a escondidas para su casa cartuchos de dinamita con los que realizaba sabotajes contra la tiranía batistiana.
El 2 de junio de 1957 se incorporó al Ejército Rebelde. Participó en los combates de Pino del Agua, Las Mercedes y en el ataque al cuartel de San Ramón.
Por sus méritos durante el rechazo a la ofensiva de la tiranía, en el verano de 1958, fue ascendido a teniente a propuesta del Che, quien lo eligió para integrar la Columna 8 Ciro Redondo con vistas a la invasión a Las Villas.
Durante esta última gesta alcanzó los grados de capitán y fue nombrado por el propio Che jefe de la punta de la vanguardia. El triunfo revolucionario lo sorprendió en un hospital de Las Villas pues días antes había sido herido en la toma de Fomento.
Después del triunfo de la Revolución se desempeñó en varias responsabilidades, entre ellas, la construcción de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos.
MIGUEL
Se graduó en febrero de 1966 de la Escuela de Oficiales de Matanzas y fue ascendido al grado de primer capitán.
Elegido por el Che para integrar la guerrilla boliviana, llegó al campamento de Ñacahuasú el 27 de noviembre de ese año y recibió el nombre de guerra de Miguel. A partir del el 25 de marzo de 1967 asumió la jefatura de la vanguardia y tuvo una participación destacada como guerrillero y combatiente.
Es el nombre más mencionado en el Diario del Che en Bolivia (unas 120 veces). El Guerrillero Heroico, tan parco en elogios, lo llegó a comparar, por su voluntad y fuerza, con un cíclope.
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