El próximo 14 de noviembre funcionarios estadounidenses y cubanos se reunirán en La Habana para seguir con el proceso de implementación de los Acuerdos Migratorios. Se trataría entonces del tercer encuentro que sucedería durante la gestión de Joseph R. Biden, los cuales, tal y como han reconocido con anterioridad desde el propio Departamento de Estado, brindan la oportunidad de discutir sobre la implementación de pactos bilaterales establecidos en 1984, 1994, 1995 y 2017.
La última cita tuvo lugar en abril de este año en Washington con representantes de alto nivel de ambas delegaciones y sirvió para continuar descongelando las relaciones en temas migratorios luego de su interrupción total con la llegada de Donald J. Trump a la Casa Blanca en 2016 y con la puesta en vigor del Título 42 en marzo de 2020, que impedía la entrada a la nación norteamericanos de migrantes en busca de asilo.
En un contexto marcado durante los últimos meses por un crecimiento ostensible de un flujo migratorio irregular de cubanos a través del corredor centroamericano con destino a los Estados Unidos (EE. UU.), las autoridades de la Mayor de las Antillas han insistido en su compromiso con una migración ordenada y segura.
Cuba ha alertado en reiteradas ocasiones los riesgos asociados al tráfico ilegal de migrantes y la trata de personas, fenómenos estrechamente vinculados a la migración irregular, que, como se ha de suponer, coloca al migrante en una posición de vulnerabilidad y lo convierte en víctima del crimen organizado, de traficantes, de la extorsión y de abusos ilícitos asociados a este flagelo.
Por ello se ha denunciado la responsabilidad del gobierno de los EE.UU. por mantener a lo largo del tiempo una política oficial que privilegia al migrante cubano que de modo irregular llega a sus fronteras o penetra el país de manera ilegal, al beneficiarle con la Ley de Ajuste Cubano, la cual confiere un tratamiento diferenciado y único en todo el mundo con la garantía de contar con una vía expedita para la obtención de la residencia.
Todo eso, en medio del recrudecimiento del bloqueo, económico, comercial y financiero impuesto por más de 60 años, que provoca limitaciones extraordinarias a la economía cubana y al nivel de vida de la población. Hecho que afecta, incluso, a varios países del área, al convertirlos en territorio de paso.
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De ahí que en la reciente cumbre regional sobre migración celebrada en México, se haya exhortado a las autoridades de Cuba y EE.UU. a sostener en el menor tiempo posible un diálogo integral sobre sus relaciones bilaterales. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que le insistiría a Biden sobre la necesidad de asumir una postura distinta respecto a la Isla.
No obstante, Cuba, como el resto de las naciones participantes en el foro, se comprometió a elaborar un plan de acción para el desarrollo para atender las causas estructurales de la migración irregular en la región, a continuar el diálogo sobre estos asuntos a través de un gripo de trabajo a cargo de las cancillerías y a vincular los acuerdo con el Encuentro de Alto Nivel sobre Migración y Desarrollo en América Latina y el Caribe a realizarse en el primer trimestre de 2024.
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