Mientras el gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) se volvía el centro de atención de los principales emporios mediáticos por su deficiente gestión en el manejo de la COVID-19 y ante el enésimo asesinato de un ciudadano afroamericano a manos de la policía, el Departamento de Estado de ese país anunciaba otro paquete de medidas restrictivas contra Cuba.
Por medio de un comunicado, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, prohibió a consorcios y empresarios estadounidenses la realización de negocios con siete nuevas entidades de la Mayor de las Antillas pues, según explicó el diplomático con su acostumbrado cinismo, los ingresos de esos establecimientos “benefician desproporcionadamente a la dictadura de Castro, un régimen que utiliza las ganancias de esos negocios para oprimir al pueblo cubano y financiar su interferencia en Venezuela”.
Today, we add seven new subentities to the Cuba Restricted List. We will continue to stop the flow of money into the pockets of those who oppress the Cuban people. 61 years of oppression and dictatorship are enough. To the Cuban people: you deserve better and we stand with you.
— Secretary Pompeo (@SecPompeo) June 3, 2020
De esta manera, tres hoteles, dos centros de buceo, un parque marino para turistas y la institución Fincimex se sumaron a la lista negra creada por el presidente republicano Donald Trump en junio de 2018.
La estrategia continúa en la lógica de asfixiar una economía marcada por deficiencias a lo interno y que, encima, padece hace casi seis décadas un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por EE.UU. Para tener una idea, de acuerdo con el último informe presentado a la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre abril de 2018 y marzo de 2019, tal postura hostil había causado pérdidas en el orden de los 4 mil 343,6 millones de dólares.
Con la apertura de las relaciones diplomáticas en 2014, el turismo en la nación caribeña se consolidó como uno de los pilares para el desarrollo, convirtiéndose en motivo de fuertes cambios. Pero la llegada de Trump a la Casa Blanca ha influido sobremanera —para mal— en el avance de dicho sector con la suspensión de cruceros y líneas de vuelo, la persecución de inversores, entre otros.
La reciente decisión busca afectar todavía más una importante línea estratégica que ya se veía golpeada por la crisis sanitaria actual en un contexto donde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe predice una baja del Producto Interno Bruto en Cuba de -3,7 al finalizar el 2020.
Asimismo, la sanción sobre Fincimex pretende obstaculizar las vías para la comercialización y la entrada de capital. Subsidiaria de la corporación Cimex y regida por el Grupo de Administración Empresarial S.A, asume entre sus funciones sufragar las operaciones de exportación y gestionar las remesas de ayuda familiar procedente del extranjero.
Todavía se desconoce cuán afectado quedaría el acuerdo con la compañía Western Union debido a que el Departamento del Tesoro prevé publicar las ordenaciones el 12 de junio, aunque, a día de hoy, se mantiene la restricción de envío de remesas superiores a los mil dólares en el periodo de tres meses, con el hándicap de poder realizar transferencias solo en territorio norteamericano.
Rechazo enérgicamente sanciones anunciadas por Secretario Pompeo #EEUU contra 7 entidades de #Cuba, diseñadas para afectar a las familias cubanas.
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) June 3, 2020
Vergonzoso y criminal recrudecer el bloqueo durante #COVID19.
Los partidarios de las recién divulgadas regulaciones coercitivas alegan cortar un considerable flujo de divisas a los distintos cuerpos del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Sin embargo, las actitudes beligerantes promovidas por Washington, sospechosamente, coinciden con los programas esbozados por los representantes de las tendencias más conservadoras y radicales contra las administraciones cubanas.
Dicho sea de paso, Marco Rubio, Ileana Ros-Lehtinen y Bob Menéndez, conocidos congresistas y cabezas del poderoso lobby anticubano con sede en la Florida, juegan un papel primordial en las aspiraciones de Trump de obtener la mayoría de votos en el mencionado Estado sureño y de ganar las elecciones presidenciales de noviembre.
Aun cuando dejáramos de lado los últimos dos siglos de historia entre ambos países e, incluso, obviáramos los años donde el mayor imperio del mundo contemporáneo ensayó en la Isla un coloniaje enmascarado en la entonces novedosa retórica de la Enmienda Platt; nadie en su sano juicio aprobaría el accionar del Ejecutivo norteño.
Los argumentos de supuesto patriotismo y solidaridad se desmoronan una vez se perjudica al ciudadano común con la aplicación de leyes que tienen un impacto negativo y directo en su calidad de vida. Violentar una rama productiva que genera cifras considerables de empleo y lacerar una meritoria fuente de entrada económica en los hogares está bien lejos de antojarse la mejor forma de ayudar y hacer amigos.
A los principales actores de la política cubana corresponde ahora hallar solución a las restricciones en un escenario internacional complejo y con oportunidades por explotar y perfeccionar desde dentro. Experiencias pasadas debieran contribuir a la obtención de soluciones beneficiosas a mediano y largo plazo.
En todo caso, si habría de “reconocerle” algo a Trump, sería la ilusión casi infantil que muestra al querer echar por tierra un modelo de gobierno y una sociedad que han dado de sobra muestras de compromiso y sacrificio. Para muchos, este controvertido mandatario se antoja un total desequilibrado, y quizás tengan razón. Pero no le quita lo peligroso.
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