Es difícil para un niño cubano en edad escolar entender cuestiones económicas de gran magnitud, como las que se derivan de la imposición del bloqueo de Estados Unidos desde el inicio mismo de la Revolución Cubana hasta nuestros días, con la existencia de mecanismos políticos, legales y administrativos que cada año procuran su instrumentación más eficaz.
No puede imaginarlo porque cada día él acude a su escuela y está rodeado de maestros que lo conducen, junto a otros niños, por los senderos del conocimiento; puede sentarse en la biblioteca a leer y hacer las tareas; utiliza una computadora en su pequeño laboratorio, donde aprende lo elemental del mundo de la informática, y tiene a su disposición teleclases instructivas y de entretenimiento que contribuyen a su formación.
Un niño cubano padece las carencias del nulo acceso que tiene el país en el mercado norteamericano para la compra de insumos escolares y materias primas para su elaboración en el territorio nacional, pero no lo sabe, porque se le garantiza lápices, libretas y libros de texto en correspondencia con su grado, pese a numerosas dificultades, a través de todos los medios posibles.
No imagina que para la importación de una amplia gama de productos adquiridos en Asia, destinados al sector de la educación, la Empresa CONSUMIMPORT necesitó 239 contenedores de 20 TEU y 285 de 40 TEU, en que se estima una afectación de 812 mil 767 dólares por gastos adicionales, dada la diferencia de flete con respecto al mercado de Estados Unidos.
Alejado de los sueños de un niño o una niña cubanos, está la imposibilidad de utilizar el dólar estadounidense en las transacciones financieras, por lo que desconoce que a las afectaciones mencionadas se añaden 47 mil 996 dólares, lo que arroja una suma total de 863 mil 023, y que de no haberse producido, Cuba hubiera podido adquirir 14 millones de lápices o 25 millones de lápices semielaborados, con mayor facilidad.
A medida que cada niño crece, conoce entonces que todo ello está ahí gracias a los ingentes esfuerzos de un gobierno para el que el bienestar y la instrucción de sus pequeños constituyen una de sus prioridades y por eso él no se percataba de las dificultades que podían entorpecer el proceso de su aprendizaje.
Es que no pueden faltarle a un pequeño los materiales necesarios para que aprenda a leer y a escribir, a formarse como un hombre de bien, aunque en no pocas ocasiones sea menester compartir un libro de lectura entre dos, los componedores del abecedario no estén hechos de un material de mejor calidad o las libretas tengan las hojas oscuras.
No permite el gobierno cubano que una política que cercena y pretende denigrar a un pueblo, cuyo único deseo es construir una Revolución “con todos y para el bien de todos”, les nuble los sueños a sus niños, esos que empiezan a tejerse desde un aula, cuando se imaginan doctores, maestros, científicos, músicos o científicos.
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