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sábado, 23 de noviembre de 2024

La batalla por Venezuela

El sistema político bolivariano es azotado por todos los flancos, pero las elecciones presidenciales se harán en julio próximo y ganará Maduro...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 25/04/2024
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El pueblo venezolano, humilde y patriota, conoce su historia y reivindicará su futuro en las urnas en julio próximo. (Foto: Tomada de Internet)

Si Estados Unidos (EE.UU.) no tuviese la certeza de que Venezuela celebrará elecciones presidenciales el próximo 28 de julio y de que el presidente Nicolás Maduro será reelecto no utilizaría ni un centavo de dólar en la guerra híbrida que libra de manera unilateral contra ese país y su pueblo, al que ni engaña ni asusta con sus estrategias usadas y fracasadas durante los últimos 26 años.

La victoria del revolucionario Hugo Chávez en los comicios de 1998 resultó un parte aguas en la historia moderna venezolana.

A partir de ese momento, en que Chávez, un militar que pretendió derrocar al exmandatario Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992, alcanzó el triunfo en las urnas ocho años después, la democracia plantó cara en Venezuela. Desde entonces, la celebración de una treintena de elecciones hablan de la democracia instaurada en uno de los países más ricos de América Latina y El Caribe, con las mayores reservas de petróleo a nivel mundial. Suficiente esta última razón para que EE.UU. trate de impedir desde entonces, a costos altos, y no solo de dinero sino de vidas inocentes, la implantación de un sistema socialista en la otrora capitalista nación suramericana, a la que mantenía bajo su poder. Una experiencia que parecía solo tendría como referencia a Cuba.

No fue así. Venezuela trazó un rumbo diferente. Una inmensa mayoría de la población venezolana respaldó a Chávez hasta su muerte en  2013 . Luego, y con las diferencias propias de dos personalidades formada una en los cuarteles y el otro en la clase obrera, asumió el poder su sustituto, Nicolás Maduro. Hombre de procedencia muy humilde, nombrado por Chávez para que ocupara su cargo, no defraudó los principios sobre los que surgió la Venezuela socialista.

La historia, la que delineó el Libertador Simón Bolívar, se imbrica con la que ahora se escribe: libertad, dignidad, soberanía, lucha contra las tiranías importadas. Antes fue Europa, ahora EE.UU., la mayor potencia imperialista del Planeta que carece de arraigo y vergüenza. Ese país gasta miles billones de  dólares de los contribuyentes en tratar de atemorizar, sin resultado, a países pequeños como Cuba, pero también a otros con mayores territorios y riquezas naturales.

A la avaricia propia de un sistema de rapiña se une la prepotencia de los norteños, aun cuando acumulan derrotas no solo políticas, sino también militares, como las sufridas en Cuba, Nicaragua, Vietnam, Sudáfrica y Namibia, por citar ejemplos.

Ahora, su arsenal político y militar está puesto contra los venezolanos, aunque mantiene sus aventuras torpes y repudiadas internacionalmente, como el apoyo brindado a Israel y sus asesinatos –mas de 34 000 civiles muertos- en la Franja de Gaza; o su intromisión en la guerra de Rusia contra Ucrania, Más de 60 000 millones de dólares aprobó el Congreso de EE.UU. para mantener los campos de exterminio de Gaza, o al Ejército ucraniano. Una lucha con el fin de demostrar su poderío sobre China y Rusia, una lucha en la que, coinciden los analistas, nunca ganará.

Ahora mismo, EE.UU. hace sus mayores esfuerzos para que Maduro no sea reelecto el próximo 28 de julio, fecha en la que Venezuela celebra el nacimiento de Chávez.

Como se trata de elecciones libres y democráticas, el llamado presidente obrero venezolano se enfrentará a otros siete contendientes confirmados por el Consejo Nacional Electoral. Señal inequívoca de la división interna que existe en las filas opositoras de ese país, que sufre más de 900 sanciones de Washington, la mayoría donde más le perjudica: la producción y distribución del petróleo y gas a nivel mundial.

Cualquier excusa es buena para las medidas que buscan desestabilizar la nación suramericana. El Consejo Nacional Electoral, con razones jurídicas en manos, desestimó la candidatura de la opositora María Corina Machado, una exdiputada de ultraderecha que, como credencial de lo que pretende para su país, exigió la intervención militar estadounidense para derrotar el chavismo.

Machado, junto al proclamado presidente Juan Guaidó, promovieron las sanciones económicas dictadas por EE.UU. y la Unión Europea contra el proceso venezolano. Los enemigos de la Revolución se apoderaron de las empresas CITGO, filial de la estatal PDVSA en EE.UU. y Monómetros, la mayor fertilizantes en Colombia. A la vez, respaldaron el secuestro en el Reino Unido de 31 toneladas de oro del Estado venezolano, por valor de 3 000 millones de dólares y el bloqueo de activos financieros. Venezuela perdió, en esa guerra unilateral, más de 140 000 millones de dólares.

Luego de una estrategia fallida, la Casa Blanca ha boicoteado los acuerdos adoptados por el gobierno bolivariano con la oposición firmados en Barbados y las medidas adoptadas para garantizar elecciones libres y transparentes. Mientras, el coro de contrarrevolucionarios liderado por Leopoldo López pide desde Europa la guerra total.

Como era imposible imponer a Machado, inhabilitada para ocupar cargos públicos durante 15 años por varios delitos comprobados, la opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD) sacó de la guantera a última hora a un sustituto, pero solo para representarla. Se trata de Edmundo González Urrutia, un exdiplomático de carrera, poco conocido en las lides de la política interna. Con ese único candidato, la ultraderecha piensa ganarle a Maduro.

Con 74 años, sin experiencia política, González Urrutia, un experto en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela y un máster en EE.UU. sería, de ganar, una marioneta de Machado, la mujer que EE.UU. pretende convertir en la Javier Milei venezolana.

El exdiplomático que en primera instancia había declinado la postulación, ha trabajado como coordinador de la oposición, manteniendo un perfil bajo. Pero no es el único que está candidateado.

El presidente del CNE, Elvis Amoroso, anunció la participación de 37 organizaciones políticas y 13 candidatos inscriptos en la contienda electoral.

Aparecen en boletas, entre otros, Luis Eduardo Martínez (Acción Democrática); Edmundo González (Plataforma Unitaria); Daniel Ceballos (Arepa y Voluntad Popular); Juan Carlos Alvarado (COPEI); Benjamín Rausseo (Confederación Nacional Demócrata); Antonio Ecarri (Alianza del Lápiz); Javier Bertucci (El Cambio); Enrique Márquez (Centrados); Manuel Rosales (Un Nuevo Tiempo); José Brito (Primero Venezuela); Claudio Fermín (Soluciones para Venezuela; Luis Ratti (Derecha Democrática Popular).

Este mes, y como represalia por la no participación de Machado (que por sus delitos estaría en otro país en la cárcel), EE.UU. ratificó las sanciones implantadas contra Venezuela, la cual, indican expertos, profundizará la crisis energética tanto en Norteamérica como en Europa.

Expertos consideran una decisión errónea de la administración de Joseph Biden, que aspira a ser reelecto, adoptar medidas contra el petróleo venezolano pues el resultado será un alza considerable de los hidrocarburos en su país. Más aun cuando su administración aviva el conflicto en Ucrania y en el Medio Oriente.

La postura del gobierno estadounidense, criticado en medios internacionales, lacera cualquier intento de normalización de las relaciones bilaterales, al mercado energético internacional y sobre todo, a sus propias inversiones e intereses en la industria petrolera venezolana.

Washington no tiene frenos. Burló las conversaciones privadas y los acuerdos suscritos con Caracas cuyo centro era el levantamiento de las ilegales sanciones, pero desde enero pasado comenzó sus amenazas de quitar la licencia 44 referida al petróleo y el gas–que en su momento suavizó las extorsiones- otorgada hace seis meses. Ignoró la votación en el seno del Consejo de Derechos Humanos (DDHH) de Naciones Unidas, donde 32 países se opusieron a la imposición de medidas coercitivas unilaterales.

Hace pocos días, el gobierno bolivariano expuso públicamente los puntos rubricados por los dos países de manera privada y que la Casa Blanca violó.

El jefe de la delegación de diálogo y presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, refirió que solo con la publicación del calendario electoral y la invitación a los veedores internacionales por el Poder electoral, el 5 de marzo pasado,  EE.UU. debió emitir una licencia para suspender todas las sanciones contra Venezuela. Por el contrario, las reimpuso en una decisión arbitraria.

En ese contexto, donde la media contrarrevolucionaria y hegemónica intenta presentar a Maduro como un dictador inhumano, continúa la campaña electoral en la que, de acuerdo con su vocación patriótica y la resistencia y ejemplo dada al pueblo, aparece, sin embargo, como continuador de las políticas humanísticas de Chávez.

La batalla por Venezuela es dura, y para ganarla, EE.UU. está dispuesto a cualquiera de sus locuras –como ha hecho hasta ahora- con atentados, asesinatos, intentos de magnicidio, invasiones, y otras formas guerreristas-.

Por muchos intentos que haga para ahogar la Revolución Bolivariana, la Casa Blanca se enfrenta a una larga historia anticolonialista enarbolada por el Libertador y que en este siglo XXI continúa contra un enemigo tan poderoso como lo fue la derrotada Europa en su momento.

 

 


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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