Una señora ya mayor levanta un cartel desde su asiento y un hombre salta como un tigre y con un gesto violento se lo arranca y rompe (minuto 2:02 de este video). Algunas personas en la misma sala intentan decir algo y son acalladas a gritos por otros que repiten cual fanáticos en un estadio de fútbol el nombre de su estrella (minuto 2:2 4 del mismo video).
Pero no estamos entre hooligans sino en una universidad neoyorquina que ha ofrecido estrado a una viajera procedente de Cuba para disertar sobre la ausencia de libertad de expresión en su país pero no la permite entre quienes discrepan de los ponentes sobre tan debatido tema. Se habla allí de “actos de repudio” en la Isla y, sin embargo, son los asistentes al docto escenario los que demuestran intolerancia y brutalidad ante la opinión discrepante.
Simultáneamente, el presidente de la Federación de Asociaciones de Cubanas y Cubanos Residentes en España, era amenazado de muerte mediante un anónimo colocado en el vehículo de la empresa en que trabaja. Días antes, Luis Pérez había sido expulsado de manera violenta de la madrileña Casa de América, luego de haber intentado intervenir en un acto donde también se hablaba sobre libertad de expresión en Cuba. Allí, él trató de realizar una pregunta a la dirigente del Partido Popular, Esperanza Aguirre, quien no le respondió y, como sucediera con los repudiados de New York, le acusó de ser un enviado de la Embajada de la Isla.
Nunca he visto escenas parecidas en instituciones culturales y académicas cubanas. El académico cubano Rafael Hernández, director de la revista Temas, que en los espacios de debate de su publicación -abiertos a todo público- no ha dudado nunca en dar la palabra a personas opuestas al orden constitucional vigente en Cuba, pero ha sido practicamente linchado en algunas publicaciones dedicadas de manera profesional a la propaganda anticastrista. Hernández osó abordar en una entrevista la comunicación entre académicos de Cuba y Estados Unidos y responder una pregunta relacionada con alguno de estos hechos e inmediatamente se le acusó de oficialista desde Diario de Cuba, Cubanet y Cubaencuentro, publicaciones financiadas por la National Endownment for Democracy(NED). Según The New York Times, “la National Endowment for Democracy (NED) se creó hace 15 años para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la Central Intelligence Agency (CIA) durante décadas. Gasta 30 millones de dólares al año para apoyar partidos políticos, sindicatos, movimientos disidentes y medios informativos en docenas de países”, entre los que obviamente están estas trincheras propagandísticas nada oficialistas.
En la televisión de Miami se ha podido apreciar al asesino del Che, Félix Rodríguez Mendigutía, experto de la CIA que participó activamente en las Operaciones Cóndor e Irán-Contras, elogiando a la misma persona que despertara el fervor de los hooligans neoyorquinos. Rodríguez Mendigutía se enorgullece de poseer entre sus trofeos de guerra un brassier de la Comandante Guerrillera salvadoreña Nidia Díaz, a la que capturó y torturó, pero es un héroe para la ultraderecha cubanoamericana que lo ha recibido en el Capitolio de Washington, encabezada por la congresista Ileana Ros-Lehtinen -aquella que envolvió en la bandera norteamericana al niño Elián González yapoyó el golpe de estado en Honduras. Por cierto, Ros-Lehtinen también hizo su homenaje por estos días a la viajera procedente de Cuba que provocara violencia física y verbal contra sus detractores en New York.
A pesar de las restricciones impuestas por no pocas embajadas en La Habana a los cubanos que desean viajar, un grupo reducido ha contado con las visas y el dinero para aprovechar la apertura migratoria cubana puesta en vigor el pasado 14 de enero. Entre ellos, una aún más selecta minoría ha acaparado la atención de los medios de comunicación que han dado una intensa cobertura a sus apariciones en distintos escenarios aunque seleccionando muy bien qué imágenes y sobre todo qué datos dan a conocer. Hay que ir con cuidado porque con amigos como estos -repudiadores, torturadores, secuestradores de niños, agentes o publicistas de la CIA y amigos de los golpes de estado- la contrarrevolución cubana y sus estrellas viajeras no necesitan enemigos.
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