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martes, 12 de noviembre de 2024

Roger Calero: inmigrante, radicalista y obrero en Estados Unidos

Desde la mirada de un obrero radicado en Estados Unidos aprendí a admirar mucho más la causa cubana...

Dunia Torres González en Exclusivo 08/08/2019
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Roger Calero, Feria Internacional del Libro, Habana2014
Desde izquierda: Róger Calero recientemente estuvo en La Habana, esta vez en representación de la Editorial Pathfinder para presentar Burocracia Teamster, de Farrell Dobbs. (Foto: Jonathan Silberman/Militante).

Recientemente estuvo Roger Calero en La Habana, en marzo de 2019, en el Museo de los Trabajadores Palacio de los Torcedores, esta vez en representación de la Editorial Pathfinder para presentar Burocracia Teamster, de Farrell Dobbs (Misuri, 1907-California, 1983), y En defensa de la clase trabajadora norteamericana, de Mary-Alice Waters (1942), dos publicaciones que hablan  del movimiento obrero de Estados Unidos. Calero es activista sindical y corresponsal del periódico The Militant

Me alegró conocer mucho más de su trabajo, el que me hizo admirar con mayor entereza la causa cubana. Recuerdo la primera vez que nos encontramos: Roger Calero vino, junto a sus compañeros, a Santiago de Cuba para informarse de los daños que había causado el huracán Sandy. Quería ayudar. Más tarde, en una sala de San Carlos de la Cabaña, en la Feria Internacional del Libro de La Habana  2014, comenzaría nuestra primera conversación.

No soy tan importante” me dijo; pero aceptó contarme sobre la manera en que se involucró en las actividades políticas. Su historia nos muestra esa otra cara de la situación de los inmigrantes en Estados Unidos, que nada tiene que ver con el «sueño americano». Repetía con orgullo: “Soy militante  desde hace 20 años”.

Muchas son las familias que arriesgan la vida de sus hijos para alcanzar «la tierra prometida». En los últimos 25 años he estado viviendo en Estados Unidos. Fui testigo de los primeros años de la Revolución nicaragüense. Me impactó mucho. Al mudarme a EE. UU. supe sobre la verdadera vida de los trabajadores. Como niño te imaginas lo que transmiten las películas, lo bello, todo entre comillas… aquello del fetichismo de la mercancía, de que tienes que tenerlo, pero la realidad se impuso inmediatamente. Cuando comencé en la escuela me di cuenta cuál era el lugar de cada clase social”, dijo en aquella ocasión.

De 1990 a 1991 el mundo fue testigo de un triste suceso: la Guerra del Golfo Pérsico, entre Iraq y una coalición internacional, compuesta por 34 naciones y dirigida por Estados Unidos. Así nos cuenta su experiencia: “En ese momento fueron miles de obreros los que mostraron su oposición. Era la hora de involucrarme de una manera consciente en las actividades políticas y eso hice”.

Unos años más tarde, en 1994, el Gobierno Estatal de California aprobó la proposición 187, propuesta legislativa presentada para las elecciones que negaba a los inmigrantes indocumentados servicios sociales, médicos y de educación pública. Este fue el antecedente de muchas leyes que se impusieron tanto en la administración Bush, como en la de Obama.

Esta situación provocó grandes movilizaciones entre los trabajadores inmigrantes: hubo huelgas estudiantiles, paros laborales en los que tuve la oportunidad de participar y ayudar a organizar. Fue ahí cuando entré en contacto con el Partido Socialista de los Trabajadores (PST)”.

Su vida laboral no fue menos intensa. En el 1999, cuando se mudó a Minnesota tuvo la oportunidad de participar en la lucha por la sindicalización en un matadero: “Se estaban sacrificando entre 500 y 600 vacas al día. Por el afán de enriquecimiento por parte de los patrones incrementó el ritmo de trabajo. El número de vacas, entonces, era de 800 al día. Eran las mismas jornadas de trabajo y el mismo personal, pero con cambio significativo en la producción.

Eso creaba condiciones extremadamente peligrosas por las operaciones repetitivas durante las ocho horas de trabajo. Una vez más la respuesta no se hizo esperar. Entre los trabajadores que reaccionaron se encontraban latinos, somalíes, afroamericanos… que se unieron para organizar un sindicato. Este hecho fue un poco simbólico, típico de lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos”, aseveró.

No hay nada que ningún político demócrata o republicano diga que pueda convencer con respecto al desempleo, a las condiciones laborales y a los salarios mínimos, pues las evidencias muestran todo lo contrario. Al perder el trabajo el promedio de tiempo que transcurre entre ese día y en el que comienzas el nuevo es de 40 semanas. Eso nos pone en una situación difícil porque los alquileres no esperan, el seguro médico no espera, la alimentación no espera. En cuestión de una o dos semanas, podrías estar perdiendo tu apartamento”.

Contó, más tarde, sobre el trabajo de The Militant (El Militante), semanario del Partido del Pueblo. Ellos van a los barrios obreros, de puerta en puerta, con resultados asombrosos: “Los obreros están leyendo no solo lo que sucede en Estados Unidos, sino también el mundo. La crisis  ha venido creando incertidumbre; pero a la vez interés por nuestro trabajo. Hace dos o tres años los actuales lectores no se hubieran interesado por las cuestiones que hoy defendemos”.

Desde la izquierda en Estados Unidos, continúan siendo parte de las luchas de clases, hicieron lo que les tocaba en la batalla por la liberación de Antonio, Ramón, René, Gerardo y Fernando: “En muchas ocasiones nos han bloqueado la entraba en las penitenciarías; pero inmediatamente hemos recibido la respuesta de las organizaciones defensoras de los derechos constitucionales, de los derechos democráticos y de los presos. Así es como ellos tratan de limitar los espacios que los trabajadores y los sindicalistas necesitamos para poder organizarnos…”

Ese día, Mary-Alice Waters reafirmó las palabras de Calero, en la sala José Lezama Lima, cuando habló sobre la labor que desarrollan en las cárceles norteamericanas y el apoyo a las campañas de solidaridad con Cuba.

Calero dijo con orgullo unas palabras que aún recuerdo: “Esta es la historia de muchos obreros, pero no tan feliz como la mía, porque yo ya sé el objetivo de mi lucha”.


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Dunia Torres González

Periodista


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