Por: Patricia Hernández Acevedo, Arleen Matamoros Morales, Carlos Javier Prado Porcena y Laureen Batista Roselló
La historia de las ciudades está marcada también por los sonidos que se le incorporan a partir de todo cuanto vive. Matanzas asume con solemnidad este fenómeno desde que, en honor a las víctimas del incendio en la Base de Supertanqueros, se doblan diecisiete campanas cada día cinco del mes.
De los homenajes hechos para conmemorar el primer año del suceso, este es ya habitual. El toque de Campanas tiene lugar en el Museo de Bomberos de la ciudad desde el mes siguiente al siniestro. Al decir de su directora, Biolexi Ballester Quintana, comenzó como una iniciativa del gremio y ha devenido una honra abierta al público.
La Ceremonia consiste en hacer un pase de lista de las víctimas. Por cada nombre una campanada. Luego, los visitantes agitan el badajo en filas de a tres y dejan que el sonido inunde la sala.
Postal sonora: Ceremonia de las Campanas
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Por pedido del Ministerio de Educación, este acto se repetirá a los cinco días de cada mes a las dos de la tarde para que pioneros, jóvenes y adolescentes puedan asistir con sus maestros, como explicó Ballester Quintana.
El repique no abraza del todo la ciudad. Se queda en los límites del Museo y poco más, cual culto privado al que, no obstante, se abren las puertas. Mas dentro, el sonido es ensordecedor; una vuelta a los partes diarios por radio y televisión, a los audios de amigos preguntando el paradero de los bomberos, a las madres sin aliento.
La gente no nombra al fuego todos los días, pero en él piensa. Es como un fantasma al que se respeta. La lucha contra el incendio es la historia de todos y, por tanto, un pesar al que puedes mirarle la cara.
Si bien cada familiar, amigo, colega encuentra a las víctimas en historias, canciones o costumbres que a una hora cualquiera trae la memoria, los días cinco se hacen más agudas las preguntas y menos cabida tiene la resignación.
Algunos establecen una conversación con extraños para reconstruir los hechos o hacer saber que están apoyando a los familiares de las víctimas. Otros buscan una forma especial de presentarles su respeto, como lo hizo esta vez el equipo de la Cruz Roja y un grupo de sobrevivientes del incendio.
Reverencia a las víctimas: Cruz Roja
Recordar esos días se parece a abrir la puerta y no ver más que humo, hacer llamadas desesperadas, sentir ambulancias de un lado a otro intentando socorrert en medio de una ciudad de vías estrechas.
Las imágenes revividas con la Ceremonia son también las de retomar las mascarillas por temor a la contaminación y las de rescatar animales callejeros. Cuando las autoridades afirmaron la explosión del Tanque 56 de la Base de Supertanqueros de Matanzas que contenía un 50 por ciento de petróleo crudo, la ciudad se sumió en el desespero.
La Atenas de Cuba se mantuvo en vilo por siete días. En un lado de la bahía, equipos de Bomberos nacionales e internacionales intentaban apagar las llamas y lidiar con las siguientes explosiones. En el otro, las sirenas de ambulancias y pipas de bomberos zurcaban el vacío que dejó la notica de los fallecidos. Frenesí y pérdida. La reverberación del miedo.
Ceremonia de las Campanas en la ciudad
Y aunque preguntar qué pasa cuando se sienten algunos de estos sonidos en la ciudad es como un reflejo incondicionado, con la prisa de la vida se dejan los sobresaltos a un lado. No obstante, llega el día cinco y es momento de batallar con los recuerdos como lo hicieron ellos con las llamas. Vuelven las campanas y es hora de escucharle los pasos al fuego, de mirarle de frente y no concederle el perdón.
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