En tiempos pasados peinar cabellos grises era un privilegio, representaba un sinónimo de experiencia. Es cierto que existen personas que lo toman con orgullo, como una señal de naturalidad, de comprender que cada edad tiene sus encantos… Otras, en especial las mujeres, nos alarmamos cuando al mirarnos en el espejo, ya sea para maquillarnos o peinarnos, descubrimos una nueva. En realidad, claro, con sus excepciones, la mayoría nos preocupamos por “disimularlas”.
Y entonces llega el momento de acudir a una peluquera o comprar un tinte que nos dé un “toque mágico” y las cubra de inmediato. Incluso, en estos tiempos es muy normal que los hombres también se tiñan pelo, cejas, bigotes y barbas.
¿QUÉ SON LAS CANAS Y CÓMO SE FORMAN?
Se conocen como los pelos blancos que se producen por una pérdida de la funcionalidad del melanocito (célula que origina la melanina); al disminuir este pigmento el cabello comienza a blanquearse, fenómeno denominado canicie.
Expertos afirman (según artículos publicados en el British Journal of Dermatology) que el proceso de encanecimiento que sufrimos los seres humanos no es instantáneo, sino que se forma por la desaparición progresiva y selectiva de las células que confieren el color a los cabellos, y la falta de expresión de una proteína específica (TRP-2).
“La aparición de canas se debe a una disminución paulatina del número de melanocitos de la unidad de pigmentación”, explicó en una ocasión Bruno Bernard, doctor en Biología y Jefe del grupo de L´Oréal, desde sus oficinas en París.
PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
Es irreversible, y en algunos casos puede ser causa de enfermedades o estrés. También resulta ser hereditario; si los antecedentes familiares auguran una cabellera canosa, lo más probable es que sea una realidad inevitable.
“El cabello no solo se afecta por su esclarecimiento, sino también por su calidad. Se vuelve más débil, pierde brillo y cambia su grosor, lo que hace más fácil que comience a caerse. Dicho proceso depende de la raza de origen de la persona”, comentó el doctor Mario Caso Cantero, clínico del policlínico Gregorio Valdés Cruz, del este de la capital.
Las personas de tez blanca y amarilla son más amenazadas, y las de origen negro sufren este proceso de forma más tardía.
Las llamadas canas prematuras suelen aparecer en cualquier raza, alrededor de los 20 y 30 años. Pueden originarse por factores hereditarios, o enfermedades como anemia perniciosa o el hipotiroidismo.
Entre los orígenes primarios más comunes se encuentra la dieta inapropiada y la carencia de vitaminas en la nutrición. En el caso de la preocupación mental, se origina una tensión extraordinaria en la piel del cuero cabelludo, lo cual interfiere en la salud del pelo.
Existen remedios caseros para la cana prematura, entre los que se destacan las infusiones de hojas de curry, calabaza, coco, mantequilla; y evitar consumir harina blanca, azúcar refinada y todos los productos hechos de ellos: bebidas refrescantes, pasteles, mermeladas y jaleas. Todos ellos quitan energía, causan arrugas, piel poco atractiva, pelo gris, y envejecimiento anticipado.
OTRAS SOLUCIONES
En la actualidad, más de la mitad de la población mundial mayor de 45 años tiene el cabello canoso, aunque sólo una de cada tres mujeres lo mantiene en ese estado.
Se recomienda consumir alimentos ricos en hierro, cobre, cinc, sílice o en vitaminas B1 y B2, los que retardan el proceso de decoloración. También se pueden realizar masajes del cuero cabelludo con aceite y yema de huevo, con el objetivo de suavizarlas y brindarles un mejor aspecto.
Los laboratorios han diseñado distintos productos para ocultarlas. En su mayoría son soluciones cosméticas. Si el proceso se está iniciando, se emplean tinturas semipermanentes, las que son más suaves y cubren los cabellos blancos dando un efecto de mechas o reflejos que no alteran el color natural del pelo. Y si la canicie está más avanzada se utilizan tinturas permanentes con componentes químicos más fuertes, las cuales con un uso inadecuado, pueden llegar a ser peligrosas.
A veces las canas nos tornan más interesantes y elegantes, aunque no negamos que preferimos “enmascarar” un poquito la edad que tenemos. Eso depende del ángulo que lo miremos.
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