//

sábado, 5 de octubre de 2024

¡Cuidado con las hepatitis!

Persisten en la población conductas de riesgo ante el contagio de las hepatitis, cuyas vías de transmisión son similares a las del VIH/sida...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 28/07/2016
0 comentarios

Dolor o distensión en la zona abdominal, orina turbia y heces fecales de color pálido, fatiga, destemplanza, picazón, piel amarillenta, cierta inapetencia, náuseas y vómitos y pérdida de peso… Estos son síntomas comunes de la hepatitis, una enfermedad que afecta principalmente el hígado y causa cada año la muerte de alrededor de un millón y medio de personas. Agrupa un conjunto de virosis que responden a las letras del abecedario desde la A hasta la E.

Hoy, 28 de julio, se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis, y desde jornadas anteriores a la fecha, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instó a los países a mejorar el conocimiento de estas enfermedades y facilitar el acceso a las pruebas de detección y al tratamiento. El sitio digital de esta organización internacional refiere que solo una de cada 20 personas que han contraído una hepatitis vírica sabe que están infectadas, y solo se trata a una de cada 100 personas que la padecen.

La Dra. Margaret Chan, directora general de la OMS, señala: “En su perjuicio, el mundo ha hecho caso omiso de las hepatitis. Es hora de activar una respuesta mundial contra estas enfermedades de una envergadura similar a la impulsada para combatir otras enfermedades transmisibles como la infección por el VIH/sida y la tuberculosis”.

Y no le falta razón a la doctora, pues en el mundo hay 400 millones de personas infectadas por el virus de la hepatitis B o de la hepatitis C, una cifra más de diez veces superior a los infectados por el VIH.

Precisamente, en la Asamblea Mundial de la Salud celebrada en mayo de 2016, 194 gobiernos aprobaron la primera estrategia mundial del sector de la salud contra las hepatitis víricas, y acordaron las primeras metas mundiales al respecto. Una de ellas es tratar a 8 millones de personas que sufren hepatitis B o C desde ahora y hasta el 2020 con el objetivo de reducir en un 90 % la incidencia de las hepatitis víricas y en un 65 % la mortalidad por estas enfermedades hasta el 2030.

No es una batalla bautizada por la locura, aunque la meta es ambiciosa. Ya existe una vacuna y tratamientos eficaces contra la hepatitis B y, aunque todavía no se ha desarrollado una vacuna contra la hepatitis C, en los últimos años se ha progresado mucho en su tratamiento, aún inalcanzable para no pocos en el mundo.

En lo que a Cuba concierne, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que en las Américas más de 13 millones de personas están infectadas por la hepatitis C; y la prevalencia de hepatitis B crónica varía de menos del 2 al 4 %. Entre el 2008 y el 2010, el 3 % de todas las muertes en América Latina y el Caribe estuvieron asociadas a cáncer y fallo hepático, hepatitis aguda y crónica, y cirrosis.

Según el Anuario Estadístico de Salud, la hepatitis B tuvo una tasa de incidencia de 0,2 por 100 000 habitantes en el año 2014, y hoy no constituye un problema de salud pública. Recordemos que el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología obtuvo y produce la vacuna recombinante contra esta variante de la enfermedad, la cual se inserta desde 1992 en el esquema de vacunación cubano y se le suministra a diabéticos, personas con inmunosupresión y personal de salud expuesto, entre otros.

Desde el año 1987 nuestro país se convirtió en el primero en la región en organizar un Programa Nacional de Control de las Hepatitis, lo que ha permitido desarrollar acciones en la educación y atención sanitaria de la población. El Programa Nacional de Control de las Hepatitis garantiza además el estudio de todas las embarazadas y la prevención de la infección perinatal, cuando la gestante es positiva al virus de la hepatitis B. También se realiza un seguimiento a los hijos de las madres portadoras.

Sin embargo, no debe dejarse de la mano la labor preventiva, en tanto persistan en la población conductas de riesgo ante el contagio de las hepatitis, sobre todo las B y C, cuyas vías de transmisión son similares a las del VIH/Sida.

Urge insistir en la necesidad de no compartir artículos personales tales como cuchillas de afeitar o cepillos de dientes, agujas para inyectarse u otros. Tampoco es despreciable el peligro que entraña tatuarse la piel con instrumentos no estériles, asimismo es imprescindible lavarse bien las manos después de usar el baño y cuando se entre en contacto con la sangre, las heces u otros fluidos corporales de una persona infectada.

Parecen verdades de perogrullo pero no son pocas las personas que ignoran o les restan importancia a estas acciones, entregándose a relaciones sexuales desprotegidas. Y como sucede con la mayoría de las enfermedades, en su prevención está la clave para combatirla.
 


Compartir

Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


Deja tu comentario

Condición de protección de datos