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domingo, 6 de octubre de 2024

El deseo de ser cubanos

Existen muchas maneras de asumir-demostrar la cubanidad sin limitarnos a definiciones conceptuales, estereotipos comerciales o limitaciones fronterizas...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 20/10/2016
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A veces, seguro le pasa como a mí, que quisiera sacar a Cuba del corazón cuando se vuelve pesada, insostenible, insufrible. Quisiera escribirla como Miguel de Cervantes, ese lugar del Caribe de cuyo nombre no quisiera acordarme. Pero es imposible hacerlo… Emerge cuando hablamos, cuando caminamos... cuando somos…

Cuba es un insospechable sentimiento. Nos hace aventarnos una y otra vez contra sus molinos, y a la vez nos levanta, nos quita el polvo y nos devuelve la adarga al brazo para seguir la contienda.

Y por veces la aborrecemos, sí. La odiamos, la lloramos, pero como las pasiones eternas, al tiempo se nos pasan las penas y volvemos como los viejos enamorados a revolcarnos en sus esquinas, esas esquinas bacheadas, endemoniadas, vapuleadas, pero tan nuestras.

Amar a Cuba, ser cubano sobrepasa cualquier definición, cualquier frontera… Es ese insaciable sentimiento por esta Isla, por su gente. Como diría el destacado intelectual Eduardo Torres Cuevas: “un requisito indispensable para expresar la cubanía es tener la voluntad de querer ser cubano, una voluntad que aumenta o disminuye según las motivaciones de las personas.

”Se puede vivir lejos de nuestras fronteras y, sin embargo, sentir el deseo de ser cubano; y viceversa, permanecer dentro del archipiélago y renegar de la cultura del país”, insistió el historiador.

Porque amar a Cuba va más allá de las líneas geográficas divisorias, los mitos de Babel… va más allá de los aburrimientos provincianos, de las inercias sociales, de las fachadas moribundas que no se resignan a morir.

Hemos aprendido a vivirla, entenderla, criticarla siempre que ha sido necesario.

Y es que definir en esquemas a esta nación, a su gente, es matar la cubanidad. Cada quien la entiende-manifiesta a su manera.

Para Margarita, lectora de nuestro foro, “es conocer la historia de nuestro país y defenderla”. Ada cree que su mayor orgullo es haber nacido en la isla verde, rodeada de mar: “con su gente trabajadora, humilde y sencilla; su música, su conga, su congrí con lechón asado y su yuca con mojo”.

Pero hay otros que sueñan sin ataduras. Bárbaro Martínez salva a Cuba de las tristes distancias: “ser cubano mi hermano, es estar en otro país y regresar”.

Somos todo eso… Somos más. Cuba es Elpidio Valdés, la guaracha, el daiquirí, el Habana Club, la política debatida en la bodega, la encarnecida polémica beisbolera, el picadillo de soya…

Ser cubano es leer a Martí, tomar guarapo de caña, saludar al compañero de aula como si fuera el amigo de toda la vida, actuar como si fuéramos el ombligo del mundo, aun cuando el propio mundo ni se entere.

Es embarrarse comiendo mango en un julio caluroso, es el Indio insoportable a cualquier hora del día y la humedad babeando nuestro rostro; es bañarse con los amigos del barrio en un río de piedras blancas… es el cañonazo de las nueve, el son de la loma, la hora en que mataron a Lola.

Es persignarse y decir “Dios mío” aun cuando no tengas santo que vestir, es discutir enardecidamente tengas o no la razón… Es alabao, tacacillo, cutara, fongo, níspero…

Y qué de sus esquinas populares, mitos folclóricos de la polis griega, llenas de sudores, verborrea y tanto debate político; cómo no querer sus formas sincréticas, plurales, sus misticismos variados, su ajiaco, sus realidades imaginarias, soñadas, vividas, real maravillosas.

Cuba es Cuba. Y punto. Porque no existe un test de cubanía que mida en grados nuestra pertenencia a este país, a su pueblo.

La única manera de entender, de saber qué representa llamarse cubano… es serlo.


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.


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