Ser diferente no significa ser menos, simplemente significa ser único.
(Temple Grandin)
¿Cuánto hay detrás de un gesto de empatía, de un abrazo a tiempo, del solo hecho de estar, de apoyar? Vivir junto a ellos el proceso puede hacer la diferencia para los padres y sus niños con trastornos del espectro autista.
“Formar parte de la casita de Azulín es una de las cosas que más me ha llenado a lo largo de toda mi carrera. Es una experiencia nueva, es diferente”, considera Yanetsy Sánchez, actriz, actual coordinadora de La casita de Azulín.
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“De mi experiencia en este proyecto te diría que hemos aprendido como artistas que no siempre la respuesta a esa interrelación con el niño es inmediata. Muchas veces ocurre en la noche del día que el niño participó en la casita de Azulín y pinta algo, escribe algo, le dice algo a su papá y el papá nos escribe.
“Esa comunicación con la familia es fundamental para nosotros entender si el camino por el que transitamos es correcto, cuáles son las cosas que funcionan y las cosas que no”, comparte Rocío Rodríguez Fernández, creadora del proyecto, quien se desempeñó como directora de El Mirón Cubano.
“La alianza con el equipo de La casita de Azulín ha ido fortaleciéndose. Es un detalle que valoramos enormemente pues, después de cada función, el equipo nos brinda un breve pero significativo resumen sobre la participación y el comportamiento de cada uno de los niños que asiste a su función.
“Estas observaciones son una retroalimentación esencial para nosotros pues enriquece su historial clínico y nos ayuda a ajustar sus tratamientos desde el punto de vista médico y también terapéutico”, agrega Yeslaine Navarro Talavera, especialista en psicología infantil, coordinadora del Servicio de Atención Integral del Espectro Autista en Matanzas
“El significado para nosotros, los artistas del Mirón Cubano, de realizar este proyecto no tiene precio. Es necesaria mucha entrega, un amor tan grande, una sensibilidad humana para tratar con esos niños, para lograr que nos atiendan y cuando vemos esos resultados, que no son pocos, de los niños y también de los familiares, no existe mayor satisfacción”, sostiene Mercedes Fernández, actriz, quien se desempeñó durante varios años como presidenta del Consejo provincial de las Artes Visuales y luego como directora de El Mirón Cubano.
“Realmente sostener este espacio en estos tiempos que corren es muy difícil, es difícil de verdad, pero sólo lo logramos con amor, con mucho amor. Es un espacio que demanda de mucha sensibilidad, de muchos deseos de hacerlo y yo creo que es lo que ha logrado, que el espacio se mantenga.
“Sólo es posible sostener en los tiempos difíciles que estamos enfrentando en nuestro país y la situación compleja en que el arte se encuentra con muchas ganas de trabajar, con una voluntad, con resistencia, con creatividad, con valor y con un equipo de creadores que apostan por dar lo mejor de sí”, reflexiona Yanetsy.
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“Su trabajo no se centra sólo en los espectáculos que hacen desde el teatro, sino que en todas las actividades que ha preparado el equipo del Servicio Integral al Autismo en Matanzas ellos han estado presentes.
“Siempre están dispuestos a dedicar su talento para el beneficio de los niños con autismo y su familia, sin dudar”, asegura la especialista.
“El objetivo es trabajar con ellos y ese es el mayor reconocimiento que tenemos. Si hay que esperar, esperamos. Si hay que llamar, llamamos. Y eso, si no es con amor, si no es con deseos de verdad, no lo logramos.
“Yo tengo niños, incluso, que van a mi casa a jugar conmigo, niños de La casita de Azulín, porque han hecho una afinidad conmigo. Y se siente hermoso. Tengo experiencias muy bonitas, por ejemplo, niños no verbales que al menos me han respondido y me han dicho sí o me han dicho Mimi, que es el nombre que tengo en la casita de Azulín.
Y los padres se emocionan mucho porque me dicen que hacía mucho tiempo que su niño no pronunciaba una palabra y lo han hecho conmigo. No hay mayor premio que no sea eso”, comenta emocionada Yanetsy.
La casita de Azulín, proyecto creado a la buena sombra de Rocío Rodríguez Fernández y Teatro El Mirón Cubano, desde el 2023 ha brindado oportunidades renovadas a algunas familias matanceras, considera Navarro Talavera.
“Valoramos mucho de La casa de Azulín la constancia, la profesionalidad y, sobre todo, el cariño que es evidente que todo el equipo le pone a cada una de las funciones.
“Se nota su esfuerzo y su dedicación porque los resultados están, a los niños les gusta ir, las familias los quieren llevar y eso es el significado claro de que disfrutan estar allí.
“Quiero agradecerles a los integrantes del proyecto del Teatro El Mirón Cubano. Ellos son mucho más que una propuesta artística para nosotros, han sido un aliado sincero durante todo este camino. Llevan años trabajando a la par de nosotros y ese compromiso ha sembrado frutos hermosos en el desarrollo y la felicidad de los niños.
“Su aporte es invaluable. El primer fin de semana de cada mes el teatro se transforma en un espacio seguro y mágico para los niños, diseñado con sensibilidad para que ellos socialicen, exploren sus emociones a través del juego y del arte y simplemente sean niños en un entorno que los comprende, algo que todas las familias agradecen muchísimo también. Ojalá sigan y que sean muchos más los equipos que se unan y también quieran modificar vidas de la manera que ellos lo hacen”.
Acompañar en ese viaje y ser protagonistas, fuente y testigos de su crecimiento, ha sido desde el inicio la motivación de los integrantes del proyecto.
“Sería súper lindo que se sumaran más especialistas a proyectos apoyar, que confíen en que el arte es una forma de acompañar a las familias, a los niños con necesidades educativas especiales en su camino para comunicar lo que quieren, lo que sienten, lo que necesitan”.
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“Considero que ha sido muy favorable la respuesta de los niños a La casita Azulín y no solo de los niños, el acompañamiento de esas familias que muchas veces se sienten solas en el camino de encontrar formas para conectar con sus niños, para verlos sonreír, para sentirlos motivados hacia algo, advierte Rodríguez Fernández a lo que agrega Mercedes que “La casita Azulín es un ejemplo vivo de lo que se puede hacer con nuestros niños, por nuestra sociedad y que los artistas podemos contribuir a que esos niños sean más plenos y más felices”.
“Y esa zona terapéutica del arte es muy especial para los artistas que nos conectamos con esa sensibilidad. Yo creo que el premio mayor es sentir el agradecimiento de las familias y su compañía. Eso es como el aliento que indica que fue positivo, que es verdadero y que vale la pena”, concluyó Yanetsy Sánchez.
La casita de Azulín, desde el arte, la empatía, la dedicación y el amor, brinda oportunidades de socialización a los pequeños y una oportunidad de aprendizaje constante a los actores que forman parte del proyecto y a la familia.
Puertas adentro, desde el azul que se les impregna en el alma, los muchachos de El Mirón Cubano agradecen la posibilidad de integrar un proyecto tan hermoso. Puertas afuera la vida continúa, pero luego de cada encuentro un rayo de esperanza viste de alegrías a quienes allí hallaron un espacio íntimo, de intercambio y crecimiento para todos; una cita en la que la inclusión invita siempre a ver la belleza oculta en las cosas más pequeñas de la vida.

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