La familia del amor (+ Infografía)

“Sin familia, sin el calor del hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad”. Fue esa una de las reflexiones que nos dejó el Papa Francisco, cuando nos visitó en septiembre último y compartió un sencillo encuentro con familias en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en Santiago de Cuba.

Y lo hacía convencido de que la familia es la esencia de una sociedad, de una nación toda, como lo ha sido hasta hoy en la Mayor de las Antillas. Con solo hojear las páginas de nuestra historia comprobaremos esa certeza, ahí está, por ejemplo, la familia de los Maceo con Mariana Grajales al frente, la Madre de la Patria, esa mujer que con todo coraje, firmeza y sin mesura alguna, hizo jurar a sus hijos que lucharían por Cuba.

Basta recordar aquella anécdota referida por José Martí en su artículo La madre de los Maceo, cuando en ocasión de llevar a su hijo Antonio muy mal herido, ante el llanto de las otras mujeres exclamó: “¡Fuera, fuera faldas de aquí, no aguanto lágrimas! (…)”, y dirigiéndose a su hijo Marcos, expresó: “(…) ¡y tú, empínate porque ya es hora de que te vayas al campamento!”.

Más cercano en el tiempo están las familias de los Cinco Héroes, que se convirtieron en símbolo para el resto de las familias cubanas y del mundo, a partir de la unión que lograron durante más de 15 años de lucha por el regreso a la Patria de Gerardo, Ramón, René, Antonio y Fernando. Y conquistaron ese distintivo porque nuestras familias tienen el sello de la unidad, del amor, la confianza y el compromiso; tradiciones que van de una generación a otra.

Como ha dicho en reiteradas ocasiones la investigadora titular del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, Rosa Campoalegre Septien, no puede hablarse de un modelo único de familia cubana, pues es precisamente la diversidad, la convivencia y la complejidad las tendencias rectoras que caracterizan el panorama familiar en la Cuba de hoy.

Según la estudiosa, estamos transitando de un modelo tradicional patriarcal hacia un modelo emergente, con una mayor democratización de las relaciones familiares, que proyecta otros estilos de comunicación y desdibuja roles tradicionales, especialmente en la maternidad y paternidad, las relaciones de pareja y con los hijos.

Asegura que “no ha sido establecido, no es un modelo que impera, sino que lucha contra las formas tradicionales de relaciones familiares heredadas del modelo patriarcal. Precisamente, la impronta de esta contradicción marca la emergencia de un nuevo modelo más democrático, dialógico, intergeneracional y que se afianza en cambios estructurales”.

En coincidencia con la estudiosa, otros especialistas en el tema apuntan que existen familias donde conviven numerosas generaciones, con diversos intereses; familias monoparentales, con mujeres que han decidido ser madres solteras y asumir el reto de criar solas a sus descendientes; familias donde sus integrantes tienen una orientación sexual e identidad de género diferente... Sin embargo, esas familias casi siempre están unidas por profundos lazos de amor y voluntad para salvar las diferencias.

Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer señaló recientemente, en una Mesa Redonda sobre el tema, que entre las fortalezas de nuestras familias está en primer lugar la existencia de redes de apoyo tanto institucionalizadas como no, donde la familia recibe ayuda y orientación. La infraestructura comunitaria permite una comunicación más abierta con los vecinos y la sociedad en general, así como la defensa de la identidad cultural y la preocupación constante por la educación y superación de sus hijos.

Alude a que las familias están viviendo momentos difíciles y, por tanto, eso es uno de sus desafíos, al estar impactadas por la crisis económica, los cambios demográficos y climáticos, las migraciones internas y externas, las nuevas tecnologías… También existen familias que han pasado a ser, de unidades de convivencias solamente a económicas productivas, lo que cambia la dinámica familiar. “Por eso las políticas públicas que diseñemos hoy tienen que tener una mirada de familia, para que estas puedan cumplir sus funciones”, dijo.

En tal sentido, vale apuntar que desde nuestra Constitución se reconoce en la familia la célula fundamental de la sociedad y a ella se le atribuye responsabilidades y funciones esenciales en la educación y formación de las nuevas generaciones. Así lo evidencia también la existencia de un Código de Familia adelantado, respecto a muchos otros que existían en el mundo, en el momento de su promulgación y que en estos momentos se actualiza.

En el artículo 38 de nuestra Constitución se establecen las responsabilidades de los padres, como “el deber de dar alimentos a sus hijos y asistirlos en la defensa de sus legítimos intereses y en la realización de sus justas aspiraciones; así como el de contribuir activamente a su educación y formación integral como ciudadanos útiles y preparados para la vida en la sociedad”.

En consonancia con ello, Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, ha declarado que la familia es el primer espacio de socialización del individuo y que ella debe brindar afecto, seguridad, bienestar, alegría y, sobre todo, mucho apoyo. “Tenemos que lograr una familia más fortalecida dentro de la diversidad, pues en ella es donde aprendemos a amar, a respetar, a ser solidarios, amables y generosos; donde se aprende la buena y la mala educación, y también a discriminar a las personas”.

Un apoyo fundamental para lograr esos propósitos lo son las casas de Orientación a la Mujer y la Familia que existen en el país desde 1990, pertenecientes a la FMC. Son un lugar de encuentro para trabajar, reflexionar, aprender, compartir, recrear, recibir orientación y/o ayuda. También constituyen un espacio concientizador sobre el papel de la mujer en la familia y en la sociedad, así como del papel de la pareja y de los padres y madres en la educación, formación y cuidado de los hijos e hijas.

En el artículo Una mirada al modelo cubano de bienestar, la Doctora Patricia Arés Muzio resaltaba: “La familia cubana está tejida en redes sociales de intercambio, con los vecinos, con las organizaciones, con la escuela, con los parientes, incluidos los emigrados. Lo característico del modo de vida de los cubanos son los espacios de socialización, el tejido social que no excluye y deja sin nombre a nadie.

“Yo diría que la célula básica de la sociedad en Cuba, además de la familia como hogar, la constituye la red de intercambio social familiar y vecinal. Ese tejido social en redes representa una de las fortalezas invisibles más grandes que tiene el modelo cubano de bienestar, es ahí donde radica el mayor logro de nuestro proceso social, la solidaridad social, la contención social, el intercambio social permanente”.

Cada familia tiene una forma propia de cumplir sus funciones para con los hijos y la sociedad, de relacionarse, pero la clave definitoria común es que sus relaciones están teñidas por los sentimientos, el afecto, los valores, la educación… que debemos promover cada día. Entonces no hay dudas, como nos decía el Santo Padre, de que “la familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás”.