domingo, 22 de septiembre de 2024

La reliquia de Olga (+Fotos)

Desde Bejucal una humilde mujer de 63 años nos cuenta de su más preciado tesoro...

Lisandra Díaz Padrón en Exclusivo 14/03/2013
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La reliquia de Olga 01
Recibió la carta en Marzo de 2003 (Lisandra Díaz Padrón / Cubahora)

Apreciada amiga fue el encabezamiento de la carta que hizo a Olga la mujer más feliz del mundo. Nunca imaginó que al llegar de su trabajo encontraría las palabras que le cambiaron la vida. Ante ella, la respuesta de alguien que tanto admiraba y amaba apenas sin un contacto físico. Varios minutos transcurrieron para que diera en sí, era imposible creer que Hugo Chávez Frías le hubiese dedicado una pequeña porción de su tiempo.

No todos los días te escribe un presidente, pensó. Pero la mayor dicha de Olga Hernández Herrera no radicaba en el sólo hecho de que un Jefe de Estado le contestara su misiva. Este no era un presidente cualquiera, y para ella Hugo era más que eso.

El amor de Olga hacia Hugo pudiera decirse, fue a primera vista, en cuanto percibió su carisma, su carácter humilde, su preocupación por los más desposeídos. Algo especial, indescriptible y misterioso, guardaba aquel hombre que cautivó el afecto de esta simple ciudadana. Escribirle una carta fue sólo el comienzo de sus ambiciones por este, al que ella considera su ídolo.

Luego del golpe de estado que se atentara contra Hugo Chávez el 11 de abril de 2002, Olga decidió escribirle al presidente para transmitirle su satisfacción y alegría en tanto él y su pueblo lograron salir victoriosos de aquel suceso. En ese entonces no creyó que casi un año después sería correspondida, aunque albergara la esperanza en lo profundo de su alma.

“Yo le escribí a Chávez mediante el hijo de una amiga mía que vivía en Venezuela. Él se encontraba aquí de visita, y como su suegra trabajaba en el despacho del presidente, ellos me alentaron a escribirle. Para mí era una oportunidad tremenda, por eso no dudé un segundo en hacerlo, ganas no me faltaban de expresarle cuanto amor, cariño y respeto sentía por él”, cuenta Olga.

Y así la sorpresa no se hizo esperar en marzo de 2003. “Recuerdo que acababa de llegar del trabajo muy agotada. Enseguida mi nieta me entregó un sobre más grande de lo normal. Me extrañé muchísimo, confieso que ni recordaba que le había escrito a Chávez, hasta que vi bien su contenido. Al leer Presidente de la República Bolivariana de Venezuela el cuerpo se me estremeció”.

Muy agradecido por el sentimiento de solidaridad puesto de manifiesto por tu sencilla, pero no menos expresiva comunicación, así como la confianza depositada (…)Un saludo muy especial a tu familia en especial a tus hijos y nietos, jóvenes y niños que son la esperanza de los pueblos.

En medio del dolor y la tristeza que hoy consume a todos los seguidores de Chávez, Olga lee una y otra vez estas palabras, plasmadas en un papel que siempre, y hoy más que nunca constituye su mayor reliquia.

“Este es mi tesoro, nadie puede imaginarse lo que significa para mí esa carta. Sin haberlo tocado, sin haberlo visto tan siquiera a unos metros, Chávez llegó a mi corazón para quedarse. Siempre soñé con poder conocerlo en persona, cuánto envidié a aquellos que pudieron recibir un apretón de manos o un cálido abrazo de él. Ahora me conformo con visitar el lugar donde descanse para siempre”.

Esta pudiera ser una prueba más de lo que Chávez significa para el pueblo cubano, de cuánto logró sembrar también más allá de nuestras fronteras. En la vida nos suceden cosas inexplicables, Olga no sabe definir cuándo y cómo nació su amor por Chávez, pero si tiene muy claro que este, tal como su carta, vivirán con ella hasta el fin de sus días.


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Lisandra Díaz Padrón

Periodista mayabequense con muchas ganas de hacer periodismo.


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