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miércoles, 2 de octubre de 2024

Rinden tributo al Papa Francico con exposición Cruces y crucifijos

La Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre rinde tributo a la visita a Cuba del papa Francisco con una exposición de objetos religiosos...

Octavio Fermín Borges Pérez en Exclusivo 19/09/2015
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Un testimonio de amor y humildad tributó la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre al papa Francisco, en su inminente visita a Cuba, con la inauguración de la exposición Cruces y Crucifijos, integrada por piezas de arte popular latinoamericano y ruso de una sencillez, belleza y autenticidad impactantes.

Esta es la primera exhibición de la institución después que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural le confiriera oficialmente la condición de museo, con categoría especial, en atención al variado y valioso legado que atesora gracias a la múltiple labor científica y solidaria del Doctor Antonio Núñez Jiménez.

La pieza que abre la muestra es única y atrae por su dramatismo, expresividad y sobriedad; aparece firmada por el famoso artista artesano Alberto Mérida (Perú, 1927-2009), quien en la histórica ciudad de Cuzco sentó cátedra de maestría. Se trata de una crucifixión cuyo protagonista tiene las características físicas de un hombre originario de las culturas precolombinas americanas, con sus manos y pies signados por duras faenas y el cuerpo lleno de los estigmas que el bregar cotidiano deja en quienes se ganan el pan diario con el sudor de su frente.

Liliana Núñez Velis, presidenta de la Fundación, declaró que la hermosa tradición fundada por Alberto Mérida actualmente la continúa en el Cuzco una de sus hijas.

Máximo Gómez, diestro curador a cargo de la muestra, declaró a Cubahora que al leer los discursos del sumo pontífice acerca de la naturaleza, el hombre y la ecología, de inmediato comprendió que posee el mismo espíritu y filosofía que la Fundación Antonio Núñez Jiménez, y se dio a la tarea de investigar dentro de la rica colección que atesoran las obras realizadas desde la humildad fundacional, propia de los primeros tiempos de la iglesia católica.

Destacó que en la colección no aparecen metales preciosos ni piedras de alto valor, ni pomposos y caros materiales, sino simple madera, barro y metales ordinarios, que son los que los artesanos más pobres tienen a mano.

Subrayó que la frase del obispo de Roma que da sentido a esta exposición es: “Somos tierra”, y que a partir de ella seleccionó cada una de estas cruces y crucifijos que se destacan por la sobriedad, sencillez de soluciones estéticas y una elegancia admirable.

Dentro del conjunto sobresalen las creaciones de artesanos anónimos de Perú, casi todas en madera oscura, con líneas elementales y rectas, que tienden a la síntesis de la anatomía del crucificado o dotan las cruces de una espartana belleza.

Otras que sobresalen son las debidas a las manos de artesanos haitianos, sobre todo una tallada en madera, de cerca de dos metros de altura, en la que Cristo aparece con las dos manos unidas sobre su cabeza y clavadas al tronco de árbol; u otra en metal patinado en oro viejo y negro que asemeja un prodigioso encaje.

También llaman la atención las diminutas crucifixiones en barro cocido de artistas anónimos latinoamericanos, que en la sobria simplicidad de su factura develan una carga espiritual tremenda, y las cruces esmaltadas y decoradas con flores procedentes de México.

Contribuye a realzar todo el conjunto la forma en la que están expuestas, encima de urnas cuya superficie superior son espejos que multiplican la belleza de cada pieza en particular.


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Octavio Fermín Borges Pérez


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