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viernes, 4 de octubre de 2024

Simples palabras de fumador

Algunas digresiones sobre el placer y el riesgo que supone el tabaquismo...

Dorisbel Guillén Cruz en Exclusivo 31/05/2016
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El humo asciende perfectamente. Más allá de tu cabeza y las de tus amigos, se empina hacia el techo. ¡Te entiendo! ¡Es realmente enervante esta mezcla de café con cigarrillos! Entra a tu cuerpo en alucinantes tufos que te sitúan de pronto en las calles de Nueva York o entre los diálogos elitistas de un café en París. ¡Es difícil que hayas ido a París, pero seguro alguien te contó que los artistas solían fumarse unos cigarrillos en esos cafés mientras hacían derroches de glamour! ¿Quién sabe si viste en alguna película americana de los años 30 a una Frances Dee o al cool  Humphrey Bogart  de Casa Blanca en los años 40, sumergiéndose en estas mismas bocanadas nicotínicas! ¡Frances Dee! ¿Cómo se me ocurre? Estamos en el siglo XXI y lo más probable es que te quieras parecer a Angelina Jolie u otras contemporáneas de Hollywood.

A lo mejor no buscas imitar a ningún famoso y solo te has sentado allí, junto a tus amigos, a ver ascender el humo mientras empatas una idea con otra; desde mi mesa voy hilvanando leads con historias de vida, armo los rompecabezas de mis reportes noticiosos diarios. Mientras desde tu concurrida mesa tú puedes reconstruir sueños a los que yo no les encontraría ni pies ni cabeza; estás a tiempo de equivocarte y el humo ayuda, quizás a traspasar las líneas divisorias hasta esos imposibles, a tolerar a la gente y sus murmullos sin nombre, los ojos ociosos del bullicio e incluso los de esta reportera que te observa detalladamente desde que ordenaste tu taza de café negro y encendiste el primer cigarrillo Popular verde.

¿Sabes? Uno de los libros de autoayuda que suelo devorarme con la esperanza de decirle adiós a este “vicio” me develó que el cigarrillo estimula la actividad intelectual y fortalece el estado de concentración de los individuos. Incluso, sé de algunos repentistas que lo toman como ejercicio antes de entrar en escena, algo así como una carnada para las musas. Mi autoestima de fumadora se fortaleció mucho cuando en uno de los capítulos de la famosa serie, el doctor House recomienda a su paciente un cigarrillo diario por sus propiedades digestivas.

A esto súmasele que uno de estos pitillos ¿malditos? es capaz de producir un estado de euforia parecido al de las drogas de adicción clásicas, como la heroína y la cocaína, pero menos invasivo; también intensifica la actitud de vigilancia, alivia la ansiedad y la excitación. Por si pareciera poco, el aumento de hormonas adrenocorticotropas y el cortisol, provocado por esta sustancia adictiva, puede influir en la capacidad para manejar el estrés. Todo esto sucede en tu cuerpo de unos… ¿16 años?, en lo que el humo se expande por la habitación.

Por todas estas razones te entiendo. ¡No en vano el tabaquismo está considerado la gran epidemia del siglo!, pero como mi edad dobla la tuya, me asiste el deber de quitarle glamour y misterio a tu horas a lo Robert de Niro o al estilo de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes ¿Qué digo? ¡A lo Johnny Depp!
Ese humo elegante que somos capaces de sacarle a un cilindro blanquecino libera más de 4 000 componentes diferentes, entre ellos la popular nicotina —hermana del colesterol, un generador directo del cáncer—, alquitrán, veneno y otras sustancias que dañan el material genético.

Ocho segundos tarda la nicotina en llegar al cerebro. No existe ninguna otra droga, ni aún administrada por vía intravenosa, que desencadene sus efectos a nivel del Sistema Nervioso Central con tanta rapidez como lo hace este componente del cigarro. Es por eso que logra trasladar tu escenario y tu percepción del mundo con tanta facilidad, sin embargo, con igual rapidez se dificulta el transporte de oxígeno en tu sangre. La combustión del papel, unido al tabaco que conforman a tu excitante y popular amigo, estimula el crecimiento de tumores en tu cuerpo a diferentes niveles.

Su uso por mujeres embarazadas ha mostrado relación con el aumento en la mortalidad y los defectos en el recién nacido. Tóxico, pero también un factor de riesgo cardiovascular y causa de enfermedades respiratorias como el EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Asimismo, afecta los órganos reproductores, causando disfunción eréctil en fumadores activos y pasivos —me advierten largas horas en la red de redes.

Es por esto que desde que aparecieron los primeros estudios epidemiológicos que asociaban diferentes enfermedades con el hábito de fumar, la comunidad médica es testigo de un hecho trascendental, en el cual el tabaquismo pasó de un hábito glamour a ser considerado una plaga social de dimensiones incalculables.

Amigo y amiga ocasional, te cuento que estos slogan que parecen atormentarnos son sillas vacías, como las que completan mi mesa. Con el tiempo a mí se me han ido llenando de ausencias y de nombres que, muy jóvenes, el cigarrillo atrapó en sus redes de humo y glamour.

Por último, te advierto, de fumador a fumador, en lo que se termina tu cigarrillo y comienza el mío: el consumo de tabaco se considera causante de la mayor tasa de muertes evitables en el mundo. Pero esto seguro lo sabes y odias que te lo repitan tanto como a mí, quizás porque es una verdad en la que hemos incurrido y a cuyo bajísimo índice de excepciones apostamos nuestro tiempo y nuestra vida.

 


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Dorisbel Guillén Cruz

Periodista


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