lunes, 23 de septiembre de 2024

Y la “bola” se hizo verdad

La división de la antigua provincia de La Habana en dos se inició como un rumor callejero, y luego se confirmó el surgimiento de Mayabeque y Artemisa...

Lisandra Díaz Padrón en Exclusivo 26/05/2013
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Mapa Artemisa y Mayabeque
División política-administrativa de la antigua provincia Habana.

Al principio, como suele pasar en Cuba, el rumor corrió de boca en boca. Pocos podían creer que la llamada Habana Campo se viera en los mapas con una línea al medio. Aunque la idea venía rodando hacía rato, costaba trabajo imaginarse una provincia dividida en dos. Hasta que en el año 2011 se le puso la tapa al pomo, y lo que era una “bola”, como solemos decir popularmente, se convirtió en una realidad.

Surgieron entonces Mayabeque y Artemisa, regiones que hasta el momento se han convertido en el centro de atención. Se cambiaron y redujeron estructuras, se experimentó sin papel de filtro y probeta el futuro del país. Ahora los únicos habaneros son los citadinos, adiós a Los Vaqueros (equipo de pelota), a los 19 municipios, a las fuentes de empleo en la capital; se acabaron los viajes a la Ciudad de la Habana a entregar informes en direcciones provinciales, ahora el cuento es otro, aun sin infraestructura completa, cada cual en su territorio.

Menudo dilema… De la noche a la mañana un habanero del campo se convirtió en mayabequense o artemiseño aunque el carnet de identidad de muchos todavía diga La Habana. También una parte de Pinar del Río se vio envuelta en esta oleada de divisiones políticas administrativas; para suerte de ellos o no, el gentilicio les cambió, hoy los habitantes de Candelaria, Bahía Honda y San Cristóbal ya no son pinareños, son hijos adoptivos de una diosa griega.

Tampoco ciertas zonas capitalinas escaparon de esta historia. Algunos en Campo Florido y el Cotorro llegaron casi que a infartarse cuando se planteó la posibilidad de que respondieran a un nombre aborigen. La sangre no llegó al río, alguien impidió que en sus registros de direcciones dijera Mayabeque. Entre aspavientos y resistencia al cambio germinaron dos provincias que conforman la base de las trasformaciones de la Cuba del siglo XXI. El devenir de las mismas pone constantemente en tela de juicio cuánto se ha hecho, se hace y está por hacerse.

En el ideario de Ernesto Che Guevara habita una interrogante que de alguna manera alude al presente contexto: ¿Por qué pensar que lo que “es” en el periodo de transición, necesariamente “debe ser”? Ilusos somos si esperamos que todo marche cual lo planificamos, si no evaluamos y aplicamos cambios cuando la situación lo amerite.

Mayabeque y Artemisa marchan bajo una concepción de laboratorio. Son el gran taller donde se repara, se renueva, se transforma; pero, al mismo tiempo, cada una transita acorde a sus particularidades, a su dirección y recursos, especialmente capital humano. Por mucho que tengan en común, no estamos ante dos hermanas gemelas.

Implementar nuevas maneras de gobierno y administración, eliminar estructuras absurdas, alentar la unión entre todos los sectores —incluido el cuentapropista—, impulsar el desarrollo local, son estrategias favorables que vislumbran otros horizontes, no solo para artemiseños y mayabequenses, también para el resto de los cubanos. Pero la perfección no existe, ni tampoco se arreglan problemas legendarios en un día. Aún falta mucho trecho para alcanzar la vida “paradisíaca” que unos desde aquí anhelamos y otros decidieron buscar fuera de estos lares.

A dos años de haberse hecho público el rumor de una partición territorial, Cuba sigue su rumbo con perspectivas que, si bien resultan difíciles de materializar, deparan algún tipo de progreso. Mientras artemiseños y mayabequenses asumen una nueva identidad cultural, se adaptan a esta otra dinámica de vivir con sus pros y contras, continúan las “bolas” sonando al oído, pues ya es algo natural en nuestra sociedad. Entonces que las positivas se hagan verdad y las negativas solo se queden en un cuento mal interpretado.


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Lisandra Díaz Padrón

Periodista mayabequense con muchas ganas de hacer periodismo.


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