A la representante de Netanyahu le tocó presentarse en el puesto 14 de la semifinal del Festival de la Canción de Eurovisión 2025. Para su actuación en Suiza, fueron designados como directores artísticos Shai Bondar, Yuval Cohen y Yoav Tzafir. Ellos proyectaron una puesta en escena llena de simbolismo. Diseñaron una escalera de araña de 5,5 m, para que la artista la fuera subiendo, que pareciera como un pájaro enjaulado y que llegara a la parte superior a mitad de la actuación. Según The Times of Israel, la escalera estuvo inspirada en una foto de 1901 del padre del sionismo Theodor Herzl, desde el balcón de un hotel en Basilea, con vistas al río Rin.
A propósito, Mark Beaumont, del diario The Independent, criticó la representación: "cantarla en una escalera opulenta y bañada en cristales mientras nuestros canales de noticias están llenos de niños palestinos demacrados en casas bombardeadas todavía parece una acción provocadora. 'Nuevo día se levantará', genial. ¿Pero para todos?"
Finalmente, Raphael quedó en segundo lugar con 357 puntos, una puntuación dividida de 60 puntos del jurado y 297 puntos del televoto. Para llevarse el segundo lugar, tras el austríaco Johannes "JJ" Pietsch, con su "Wasted Love”.
En respuesta a este resultado, la cantante declaró a los medios israelíes: "Siento que hemos ganado la vida. No puedo explicarles el nivel de mi emoción". Más tarde añadió: "Todo lo que quería era honrar y enorgullecer al país y dar un segundo de paz. No tendremos una verdadera victoria hasta que nuestros rehenes estén en casa. Amén, amén, amén".
“Afuera, queman nuestra bandera y piden nuestra muerte. Adentro, Yuval Raphael, una valiente superviviente de la masacre del festival de música Nova el 7 de octubre, se yergue en el escenario de Eurovisión y termina su actuación con ”¡Am Yisrael Chai!´”, fue uno de los mensajes compartidos durante el concurso televisivo, Saar por el ministro de exteriores israelí Gideon Saar. El presidente israelí Isaac Herzog declaró en una conversación con Raphael: Eres verdaderamente una hija de Israel para todos nosotros, rompiendo el techo más alto del mundo". “Elevaste el prestigio de Israel ante las naciones”, celebró el criminal Netanyahu.
La participación de Raphael en el Eurovisión de Basilea fue para el régimen de Israel una “cuestión de Estado”. Y su triunfo en el televoto sirve de propaganda, para vender que Europa los respalda. Fue la victoria simbólica de sus patrocinadores sionistas y de su instrumentalización para blanquear sus crímenes.
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Eurovisión nació en 1956 como una iniciativa de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) para crear un festival de canciones que se retransmitiría simultáneamente en todos los países miembros activos. Para promover, por medio de un espacio de entretenimiento conjunto, la unión y la reconciliación entre europeos y el fortalecimiento de una identidad conjunta, la cooperación en el ámbito cultural y tecnológico y el desarrollo de la industria musical. Su “apoliticismo” permitió que la España Franquista empezase a participar en 1961. Pues para la UER los medios públicos son independientes del gobierno y su misión no es la de sancionar las actuaciones de los gobiernos.
Nació como una herramienta cultural contra la “Cortina de Hierro” y hoy sique sirviendo para lanzar artefactos simbólicos contra los enemigos de las élites europeas. Devino en el show televisivo no deportivo más grande de Occidente. Dictando las pautas del imaginario sentimental colectivo. Un megaespectáculo pop, para la influencia de grandes masas. Mercadotecnia, turismo y política, en cofradía para maximizar ganancias.
En su plató se proyecta la misma lógica y estructura de poderes que “ordenan” al sistema-mundo. Se habla del 'Big five', es decir de las cinco potencias económicas europeas que más aportan al presupuesto del festival y que ostentan del privilegio de tener siempre representación en la final, independientemente de la calidad de sus propuestas musicales.
El patrocinador principal de Eurovisión es una empresa israelí de cosméticos, Moroccanoil, que ha sido acusada por asociaciones civiles pacifistas de fabricar sus productos en territorios palestinos ocupados por Israel, y que tiene una fuerte vinculación con el gobierno sionista. La UER se ha negado a facilitar el monto de ese contrato de patrocinio.
En 2022, al unísono con las campañas mediática y punitivas contra Rusia, por sus incursiones militares en Ucrania, la UER privó a los artistas rusos de participar en su festival. Argumentando que su participación resultaba incompatible con los valores fundacionales del certamen, con el supuesto de que las emisoras públicas rusas estaban violando los valores de servicio público al actuar como instrumentos de propaganda de Putin. Exclusión que se extendió a Bielorrusia, aliado del Kremlin, también con el pretexto de que su gobierno atacaba a la libertad de prensa.
Estamos frente a “doble rasero” por parte de los organizadores de Eurovisión, pues vetaron a Rusia y al Bielorrusia, pero hoy premian con votos a un Estado que proclama su derecho a exterminar. Como si Edén Golán y Yuval Raphael, no fungieran como instrumentos para intentar lavar las manos ensangrentadas de Netanyahu. “La música como cortina de humo, resumió la joven cubana Tere Felipe. El fascismo del siglo XXI no necesita botas ni brazaletes. Hoy sube al escenario, canta en playback y recoge aplausos. Porque el horror, si se ilumina bien, es digerible. Y la barbarie, si encaja en la estética eurovisiva, puede incluso ganar un premio”.
En este contexto, 80 artistas participantes en anteriores ediciones de Eurovisión, como Salvador Sobral (Portugal 2017), Gate (Malmö 2024) y Mae Muller (Liverpool 2023), han acusado a la organización de ser "cómplice del genocidio contra los palestinos en Gaza". En una carta abierta, el colectivo exige la expulsión de Israel de Eurovisión y denuncia que la emisora pública israelí KAN es “cómplice del genocidio israelí contra los palestinos en Gaza” y acusan a la UER -organizadora de Eurovisión- de “blanquear y normalizar los crímenes” al permitir su participación en el festival.
El propio ganador de esta 69ª edición confesó al País que Eurovisión “necesita hacer cambios en cuanto al sistema de votación y a quién participa en el festival”. “Tendría que haber mayor transparencia en el tema del televoto. Este año fue todo muy extraño al respecto”. Y, respecto a la participación de Israel, JJ declaró: “Es muy decepcionante ver que Israel sigue participando en el concurso. Me gustaría que el año que viene Eurovisión se celebre en Viena y sin Israel. Pero la pelota está en el tejado de la UER. Nosotros, los artistas, solo podemos alzar la voz sobre el asunto”.
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Para algunos en España, Melody fue castigada por la postura de su gobierno y de RTVE. Que, aunque sea cierto o no, es la narrativa que se prefiere, sobre la de denunciar la trama fraudulenta debajo del discurso sionista de que el televoto habló por Europa y que ésta se posicionó su favor. Ciertamente, la doblegada UER, una y otra vez se puso al lado deI sionismo,de su poder tras bambalinas.Se evidencia en la puja contra España. En su carta a la jefa de la delegación española, Ana María Bordás, en la que advertía que si Tony Aguilar y Julia Valera volvían a hacer referencia a las víctimas palestinas de la guerra en Gaza al presentar a la representante israelí habría "sanciones punitivas en virtud del reglamento". "Las cifras de víctimas no tienen cabida en un programa de entretenimiento apolítico", arguyeron.
Tony Aguilar y Julia Valera al presentar a Israel en la segunda semifinal de Eurovisión habían explicado que la cantante Yuval Raphael sobrevivió a los atentados del 7 de octubre de 2024, que su canción era una canto a la unidad y que la guerra ha dejado más de 50.000 palestinos muertos por los ataques de Israel sobre Gaza. No mintieron y ejercieron su libertad de expresión. Pese a las amenazas, la decisión de RTVE fue colocar, segundos antes de comenzar la retransmisión de la final, un rótulo con el siguiente mensaje (en español y en inglés): "Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina". Israel protestó, envió una queja formal y demandó una lección para España.
Después de las declaraciones del presidente de España Pedro Sánchez, de que Israel no debería participar en el festival, el director de Eurovisión,Martin Green, defendió que los gobiernos no forman parte del festival. "La UER es una asociación de organismos emisores de servicio público, no de gobiernos", valoró.
Se pretendía que un espectáculo borrara de un plumazo los más de 53.000 personas asesinadas en apenas un año y medio.,la mayoría de ellas mujeres y niños. Infantes quemados vivos, hospitales bombardeados, colas de ayuda convertidas en blancos militares. Como advirtió hace ya más de un año, la relatora de la ONU, Irene Khan: “La crisis de Gaza se está convirtiendo en una crisis global de la libertad de expresión con repercusiones duraderas”.
La imparcialidad la UER se desvanece y lo de “apolítico” se desmorona siete veces. Aprobó sin problemas el tema “New day will rise”, pese a incluir claras referencias al conflicto. Como se hizo el de la vista gorda al permitir que el gobierno israelí influyera directamente en el televoto de Eurovisión. Dos cuestiones que está prohibidas en los códigos de conducta de este “apolítico” certamen.
Se sabe que Raphael para promocionar la canción aceptó la invitación a reunirse con el presidente israelí Isaac Herzog, el 5 de mayo de 2025. Por demás, la Agencia de Publicidad del Gobierno israelí pagó por anuncios en varios idiomas para emitir en dispositivos Google antes y durante el concurso, según una investigación de Spotlight, un medio de comunicación independiente. Los anuncios presentaban a Raphael detallando a los posibles votantes cómo votar por Israel dependiendo del país al que estuvieran dirigidos.
Los anuncios pagados en Youtube para promover el voto a su cantante fueron vistos por más de 25 millones de usuarios antes de las galas, cada vez que se mostraba vídeos relacionados con el certamen.Donde especialmente promovían el voto menos controlado y de mayor impacto, mediante el cual se puede votar más de 20 veces por terminal móvil o tarjeta de crédito.Con una o varias tarjetas, sumar puntos de veinte en veinte. Sin tener que esperar el final de las actuaciones, ni siquiera ver la gala.
Y como ya hicieron en 2024, con mucho dinero invertido, se puso en marcha desde todas sus embajadas por el mundo una campaña para fomentar el voto por su candidata. Se difundieron por las cuentas oficiales de las embajadas varios vídeos de Yuval Raphael pidiendo el voto. Sin que faltara el gancho de oro del storytelling. “Sobrevivió a la masacre del 7 de octubre escondiéndose bajo los cuerpos, fingiendo estar muerta durante horas. Hoy es símbolo de vida, valentía y resiliencia. Talento, emoción y coraje. ¡Votad por Yuval Raphael!”, se decía en las cuentas de Tal Itzhakov, portavoz de la embajada de Israel en España. Post y videos con las instrucciones de cómo votar y con la promoción de los 20 votos permitidos.
Fue precisamente la vía más promocionada por el Gobierno israelí, la que en definitiva tuvo mayor peso en el resultado final. En la gala clasificatoria se registraron 774 llamadas, 2.377 sms y 11.310 votos online. Y en la final del sábado, las cifras se dispararon a 7.283 llamadas, 23.840 sms y los llamativos 111.565 votos online, a través de la plataforma que permite lanzar votos de 20 en 20. En el 2024, el mismo truco facilitó la movilización sionista en favor de Eden Golan, segunda en el televoto.
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Lo filoso es el contraste: focos y aplausos para la apuesta sionista en Basilea y bombas y hambrunas para los habitantes de Gaza. A poco de cumplirse setenta y siete años del inicio de la Nakba, la expulsión por fuerzas israelíes de más de 700.000 palestinos de sus hogares, con masacres y amenazas.
Lo vergonzoso es saber que demasiados europeos se sentaron frente al televisor aquel fin de semana, aplaudieron y votaron por la representante del Natanyahu, mientras los niños palestinos no pueden ni elegir si morir de inanición o bajo las bombas. Duele esa indiferencia, apesta esa complicidad, revuelta con lentejuelas y glamour, con un régimen criminal que ha venido cometiendo una limpieza étnica y un genocidio, especialmente cruento en estos últimos 19 meses.
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