jueves, 28 de marzo de 2024

Para gustos colores, músicas y derechos

La música es un medio ideal para llamar a la armonía y al respeto de las diferencias...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 20/09/2022
2 comentarios
Ron Con Cola
Desde el arte se llama a superar lo que estigmatiza, enclaustra o separa ( Foto tomada de la cuenta de Twitter de Ron Con Cola )

La diversidad es el más grande tesoro de la humanidad, del reino animal, del planeta. Vivir en el cambio y expresarlo nos trajo hasta aquí. El estado de ser diferentes, en todas sus manifestaciones y escalas, la capacidad de adaptarnos a los cambios, es lo que sustenta la vitalidad de nuestra especie. Excluir es atentar contra nosotros mismos, contra el futuro de esta  especie danzante.

Nuestra identidad es la vida, siempre cambiante, en emergencia cotidiana. En los cambios vivimos, estamos  en proceso,  siempre en camino con nuestras variopintas vivencias y reacciones; en constante relación con otras personas, llenas de las más disimiles expectativas y aspiraciones, pero con iguales derechos a una vida digna.

La irrupción de un cambio hizo perecer a los dinosaurios. Sobrevivir a un cambio semejante solo es posible si conservamos  nuestra  diversidad y si amplificamos  el arcoíris de la adaptabilidad que se garantiza con todos. La sustentabilidad del mundo depende de nuestra capacidad de construir  el timón que nos salve de nuestra histórica deriva: las guerras tribales, del “nosotros” -creídos superiores- contra los “otros”, extraños,  inferiores y/o peligrosos.

Superación  que transita  por una actitud solidaria y fraternal,  con todos los homos sapiens  y con los demás seres vivos. Por  una nueva relación con la naturaleza, de la que somos partes,  frutos, los últimos en habitarla, no los “gerentes” destinados a dominarla o  explotarla. Evolución que tiene como principal obstáculo el Capitalismo, un orden social dominado por la lógica empresarial, que convierte en mercancía todo lo que toca.

La discriminación por cuestiones de género, orientación sexual, raza, nacionalidad, procedencia étnica, religión, creencias, edad, discapacidad, o cualquier otra circunstancia personal o social, resulta un obstáculo para que la diversidad de seres vivos y de las culturas siga evolucionando. Un obstáculo para expresión de una parte de la naturaleza, de una parte de la  potencialidad de crear y  recrear, de integrar y reciclar, para reconfigurar, permanentemente,  un caleidoscopio eterno.

En el lenguaje cristiano se hablaría de fraternidad universal y de comunión. En el más amplio  lenguaje humano, de armonía, respeto, encuentro, convivencia e integración. En el lenguaje jurídico, “garantizar la igualdad efectiva de los derechos” consagrados en las leyes.

Nuestra identidad es ser hijo de la misma madre; de la Tierra, Cibeles, Dione, Tiamat, Inanna, Ishtar, Afrodita, Venus, Astarté, Áditi, Mudungkala, Magna Mater, Umai, Ot, Anann, Freyja, Nerthus, Xi Wang Mu, Amalur, Coatlicue, Pachamama, Gaia...). Distintos nombres para un mismo significado. Equiparado siempre, con la que nos da la vida, con la que nos acuna, mese y balancea para el primer aprendizaje del sentido  del ritmo.

La música  es movimiento y todo movimiento es la respuesta natural a la música.  Con las danzas circulares, las comunidades primitivas alcanzaban la más grande resonancia, enlazaban sus oídos, cuerpos   y almas. La  música era de todos  y como el aire, todos las respiraban,  sin distinción. Luego, los intereses cuadricularon aquella primigenia  práctica de la democracia.

Pero la música aún conserva esa potencialidad de integrar movimientos y armonizar espíritus.  Por esa esa riqueza intrínseca que destacara el joven José Martí y por lo cual la coloca en la cima de las artes, “la más bella forma de lo bello”. “La música –apuntó el poeta -es más bella que la poesía, porque las notas son menos limitadas que las rimas: la nota tiene el sonido, el eco grave, y el eco lánguido con que se pierde en el espacio”; “el sonido tiene más variantes que el color y el alma gusta más de la música que de la pintura”.

Hay músicas para todos los gustos, y para cada momento.  Para el espacio íntimo, para reflexionar en el impulso cósmico que nos imanta a todos, para el familiar y el más abierto, para el goce colectivo y la comunión en nuevos círculos. Millones de melodías  y combinaciones armónicas, de timbres, ritmos y acordes. Las acumuladas y las por venir. Siempre está a la mano nuestra  playlist placentera, fruto de la de la diversidad cultivada, de la creatividad sin fronteras.

Por ello, “el arte de las musas” se convierte en un medio ideal para llamar a la sinfonía de los afectos, a la armonía entre los seres humanos  y al respeto de las diferencias. También sus recreaciones visuales.

Como se hace con el videoclip “Universo”, del tema  interpretado por  quinteto cubano Yissy & Bandancha, al que ya nos referimos en un post anterior. El audiovisual es un mensaje de inclusión y tolerancia, presentado como “una celebración del amor, un canto al derecho de expresar nuestros sentimientos, una crítica a las miopías y a las barreras que nos imponemos los seres humanos”. Fue realizado bajo la dirección de Yeandro Tamayo, con la precisa captura de Alexander González de los seductores movimientos coreográficos de tres parejas de diferentes razas y orientaciones sexuales. Luis Najmías Jr. se encargó de combinados armónicamente  el performance de los integrantes del quinteto, filmados en una abandonada nave, en un parque y una cancha de básquet.

Imágenes que ya deberían ser normales, pero que aún generan polémicas.  Como aquel de “Ser del Sol”, protagonizado por el dúo Buena Fe, junto a Descemer Bueno. Un audiovisual sometido a críticas y censuras, ante las que Israel Rojas opinó: “Puede ser que la historia que cuenta este videoclip choque con algunos sectores aún muy conservadores en nuestra sociedad (…), pero nuestra propuesta está arropada con el arte necesario para exponer con belleza una historia que podría pasarle a cualquiera de nosotros, en cualquier lugar del mundo”.

Desde una arista más satírica fue asumido el animado de “Casanova, Cecilia Valdés y la Bella Durmiente”, que recrea otro tema de Buena Fe, esta vez junto al trovador Frank Delgado. Evidencia de que la discriminación por orientación sexual y de género, como las experiencias y sufrimientos de la comunidad LGTBIQ, aún puede ser abordada.

Contra la discriminación de todo tipo se pronuncia la banda de hip hop cubana  Ron con Cola, con su tema STOP.  La canción “hace un llamado al despertar de la conciencia social para el rescate de valores como el respeto al derecho ajeno, la convivencia solidaria y la tolerancia social”.  El videoclip, opera prima de Olivia de Armas y Leo de la Torriente, trasmite, con frescura y derroche creativo, un mensaje bien pertinente para el contexto cubano y más allá.

A estos asuntos, con voluntad cuestionadora, apuntan  algunos de los videos de Residente. Me refiero a “Somos anormales” y "Banana Papaya", de los que opinamos anteriormente en Candil del clip. Más reciente y con cercana intencionalidad es el video de “Antes que el mundo se acabe”, en el que se visualizan  más de cien parejas de diferentes orígenes y orientaciones alrededor del mundo, “besos en diferentes idiomas”.

Llamados desde el arte a mover, superar o romper  todo lo que estigmatiza, enclaustra o separa. A superar los prejuicios  y  a evitar cualquier tipo de discriminación, directa o indirecta, física o simbólica. A celebrar la unidad dentro del más amplio arcoíris de derechos, para seguir creando  metáforas de lo diverso.

A ello nos convocan el próximo domingo,  25 de septiembre, a dar un sí, por más colores para los afectos,  por más derechos al Amor.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural

Se han publicado 2 comentarios


Aram Joao Mestre León
 20/9/22 9:26

Yoy voy a votar sí por este código de las familias.

J. A. Téllez
 23/9/22 18:01

Claro que yo también. El Sí nos hara más buenos, más  libres y  más justos.

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