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domingo, 24 de noviembre de 2024

Revoluciones de colores, esnobismo y música incendiaria (II)

“The Velvet Revolution” debiera considerarse la más larga y primera regresión “de colores”...

José Ángel Téllez Villalón
en Exclusivo 03/09/2021
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Banda-The Primitives-checoslovaquia
La banda de música del grupo The Primitives, durante sus actuaciones en la República Checa.

La  denominación  de  “Revolución de Colores” tiene que ver con el  más importante precedentes de estas tecnologías “para el “cambio de régimen”; con la  “Revolución  de  Terciopelo”  de 1989,  en Checoslovaquia. Se dice que para aludir su cualidad “no violenta” y  el fuerte componente simbólico que la caracterizó. Pero lo que no se destaca, es la marca importada que resuena en ese nombre acuñado por Rita Klímová, la traductora al inglés de los disidentes y luego embajadora en Estados Unidos. Me refiero a la maquinación  del impulso esnobista  que imantó el movimiento de esta acción colectiva, con raíces de más de 20 años.

Por debajo de lo aparente, de que no pasaba nada meses  antes del último empujón  de noviembre de 1989,  con la acción sistemática de los mismos “jugadores  políticos” de la década del 70,  se venía  desmoronado la autoridad del Gobierno y el régimen de obediencia. La “de Terciopelo” tuvo sus orígenes en los sucesos posteriores a la llamada  “Primavera de Praga”; la invasión  de 1968 comandada desde Moscú  y las protestas por la represión del undergraund checo en 1976.

Checoslovaquia fue considerada "la cuna de música rock en Europa central”. El rock'n'roll, conocido allí como BigBít, inundó el país en un  estado liminal de "deshielo" cultural. Praga fue incluida en varias giras  internacionales, lo que contribuyó a la popularidad y expansión del género y sus concomitantes formas estéticas. El Estado en un momento inicial respaldaba las bandas.

Desde la década del 60, “musicando” BigBít, se fue conformando una comunidad cultural admiradora de Occidente. La fiebre esnobista se alimentó en directo, en los clubes de Praga donde tocaban las bandas imitadoras de Zappa, Velvet Underground, Captain Beefheart, Fugs; por el éter, mediante las frecuencias de Radio Free Europa y Voice of America; descubriendo nuevos timbres en los LP traídos del extranjero; admirando estrellas de cine en las  portadas de revistas que le trajo un familiar;  tomando Kofola (cola nacional) en una reutilizada botella de Coca-Cola; modificando una moto local para que pareciera una HarleyMediantes estas experiencias estéticas, sumergiéndose en este “alternativo” espacio cultural, nacieron y crecieron los  melenudos hippies checos.

El disidente e historiador checo Čuňas contó que fue detrás una banda sonora hasta Budapest,  a ver la película estadounidense Happy Motorcycle Riders. Al descubrir  en esta  a los hippies gringos se dijo así mismo “esto es, esto es lo que quiero ser”.  Evžen Fiala de la banda Hells Devils, mientras hacía el ademán de disparar con un arma,  gritó una vez en el escenario: "¡Traeremos a Estados Unidos aquí!".  Evžen Fiala, era el gerente de The Primitives, considerada los "padres del underground".

En la dirección artística de The Primitives, estuvo el historiador de arte y crítico cultural Ivan "Loco" Martin Jirous.  En el invierno de 1965,  en la Universidad Charles, había sido cautivado por el  poeta beatnik norteamericano Allen Ginsberg.  El responsable de los extravagentes performances de The Primitives, como admirador de  Andy Warhol supo que este tenía una banda en casa, The Velvet Underground, de Lou Reed y John Cale. De ahí, la  implicación de Jirous con la banda de rock psicodélico  The Plastic People of the Universe.

El grupo también conocidos como PPU fue fundado en 1968 por el bajista Milan Hlavsa. Este adoraba a Frank Zappa y a la banda Velvet Underground. Vale señalar que el nombre de la agrupación se tomó de una canción de Zappa con Mothers of Invention, "Plastic People", de su álbum Absolutely Free (1967).  Como para Jirous, su letrista, el inglés era el idioma del rock, invitó a Paul Wilson, un profesor canadiense radicado en Praga, para que les enseñara las  letras de sus ídolos occidentales, para hacer covers con ellas, y para que tradujera las letras originales de PPU, del checo a la lengua  anglosajona.

Según el historiador Sean Wilentz  en el año de 1967  el joven dramaturgo Vaclav Havel había viajado a New York, a razón del estreno de una obra suya, producida por el empresario teatral Neoyorkino Josep Papp. Es entonces que en una visita que hizo a la Universidad de Columbia, un amigo le recomienda escuchar la banda The Velvet Underground. Escuchar  el primer disco de Velvet, con el icónico plátano diseñado por Warhol en la portada, cambió la vida de Vaclav;  a tal punto que, al regresar a la Checoslovaquia,  impulsó una corriente musical underground de protesta.,

Havel compró una casa campestre en Hrádecek, un pequeño pueblo del noreste checo, que sirvió como centro de reuniones y como plataforma para que varias bandas clandestinas de rock interpretaran sus ácidas canciones. Años después, ya siendo Presidente, declararía que, durante esa temporada de turbulencia, absorbía de estas bandas  "un temperamento, un estado de espíritu no conformista, una orientación antisistema y un interés por los desposeídos y humillados”.

Cuentan que en marzo del ’76,  en un pub de Praga, se conocieron Havel y Jirous. Este último convence al dramaturgo de que la música de Plastic People era “la articulación internamente libre de una experiencia existencial, el intento de brindar esperanza a los más excluidos”. Por ello, Jirous invita a Havel a un concierto clandestino del principal representante del “Praga Underground”,   que tendría lugar dos semanas más tarde. Pero antes de la fecha son arrestados 19 miembros del underground, entre ellos los de Plastic y  Jirous.


Revolución de Terciopelo tuvo sus orígenes en los sucesos posteriores a la llamada  “Primavera de Praga”; la invasión  de 1968 comandada desde Moscú  y las protestas por la represión del undergraund checo en 1976. (Reuters)

Estos acontecimientos fueron aprovechados por Havel, como la chispa que desencadenó la “Revolución de Terciopelo”. Los sucesos  protagonizados por los intelectuales disidentes, los movimientos estudiantiles de protesta; los actos extremos de los estudiantes Jan Pallach y Jan Zajic, quienes se rociaron con nafta y se prendieron fuego en la plaza de San Wenceslao; fueron parte del viento que agitó el gran incendio iniciado en 1976.

La censura y enjuiciamiento de los miembros de PPU  dio lugar a La Carta 77, un manifiesto firmado por  unos 300 intelectuales  y científicos checoslovacos, con amplia repercusión internacional, como era de esperar. Esta fue la chispa que desencadenó el escalamiento de las demandas de la disidencia  y las acciones subversivas lideradas por  Václav Havel.

El rock fue parte de los recursos disponibles para un sector juvenil checo para conformar una comunidad opositora; como elemento aglutinante e identificador de este espectro de la sociedad civil checa. Al mismo tiempo  sirvió como reacción  y protesta  ante las imposiciones de un “retado” gobierno que estigmatizó al género y lo reprimió. Hecho  que aprovecharon los “retadores”.  

Al perder el apoyo institucional  y convertirse en “prohibidos”, los rockeros checos, adquirieron un mayor potencial  como agentes de cambio,  para “desbalancear” al poder estatal, mediante la desobediencia y la postura retadora. Teniendo en cuenta, que en términos políticos  esta táctica de lucha “no violenta” se basa en la no cooperación, que  los gobernados  no hagan lo que se les ordena, y que  hagan lo que está prohibido.

Como señaló el propio Čuňas, las acciones del gobierno contra el underground, los hicieron  conocidos en todo el país y más allá. “Hubo gente que nunca llegó a escuchar la música de Plastic People of the Universe en los años 60 (debido a la falta de presentaciones), especialmente viviendo fuera de Praga. Hasta el año 1976 nosotros (los undergraounds] no éramos tan conocidos en absoluto”. Fue  la “anti-propaganda” en los programas televisivos  y los artículos en los medios  de prensa gubernamentales, los que lo “premiaron” con mayor publicidad.

Con La Carta 77 se produjo la implicación de diferentes grupos (literarios, filosóficos, intelectuales católicos, disidentes establecidos) con los del espacio cultural subterráneo; se aunaron así una serie de actores y prácticas en la oposición política. La represión de la banda Plastic People desencadenó la fusión de diversos grupos  separados hasta entonces, underground y disidentes, esferas públicas y privadas; trabajadores manuales e intelectuales. Lo  reconoce el propio Havel en su libro El poder de los sin poder.

Estas protestas transformaron al underground en algo más que una molestia, amenaza o problema interno para el régimen, comenzó  a ser una “violación  de los derechos humanos”  y foco de la política internacional.  El juicio de 1976, se convirtió en noticia para los medios globales, hegemónicamente anticomunistas. La banda llegó a simbolizan todo el mundo subterráneo y fueron presentados  como héroes en la prensa extranjera.  Motivaron la solidaridad de músicos  como Lou Reed y  Gary Lucas. En parte, la ubicuidad de la música en todas las culturas fue el eje para desacreditar el gobierno: “¿Cómo se puede perseguir a alguien simplemente por ¿tocar música?", fue el cuestionamiento predilecto de la prensa occidental.

Tal como se recoge en los manuales de Gene Sharp, “los actos de protestas y persuasión son actos simbólicos  de oposición pacífica o intentos de convencimientos que van más allá de la expresión verbal (…)”. “Su mensaje puede ser dirigido a influir en el adversario, el público en general, el mismo grupo quejosos o una  combinación de los tres”.  Para esta especie de “judo político”, se recomienda, conseguir que se “vea mal” el opresor”, que “reciba cada vez menos apoyo”, explotando el hecho de que la “la violencia contra un grupo noviolento hace que el agresor se vea mal, despreciable, antipático, a tal grado que la opinión pública y privada se puede volcar en su contra”.

De ahí la estrategia, para sancionar  al “represor” ante la opinión pública, de  emplear a los artistas; expertos en “actos simbólicos” y  quienes por  tradición son distinguidos por su sensibilidad y  humanismo, por ejercer las actividades más alejadas de la “fuerza bruta”. Desbalance que se maximiza cuando estos gozan de popularidad  o de gran prestigio.

No es como planteara el politólogo británico Timothy Garton Ash, al referirse a la duración de estas transiciones hacia el capitalismo, que para derrocar en 1989 al régimen totalitario los polacos necesitaron diez años, los húngaros diez meses, los alemanes orientales diez semanas y los checos y eslovacos diez días. “The Velvet Revolution” debiera considerarse la más larga y la primera regresión “de colores”.


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José Ángel Téllez Villalón

Periodista cultural


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