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domingo, 22 de diciembre de 2024

Limpiando la imagen

De modo calculado o no, Barack Obama ha emprendido una operación de limpieza de imagen de los Estados Unidos que no tiene precedentes desde Roosevelt...

Jorge Gómez Barata
en Exclusivo 02/02/2015
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 Tres presidentes norteamericanos se replegaron ante Cuba. El primero fue Theodore Roosevelt, que en 1901 evacuó las tropas de ocupación, le siguió su pariente, Franklin D. Roosevelt, quien en 1934 abolió la Enmienda Platt, y el otro es Barack Obama, que 55 años después de la ruptura unilateral, negocia con el presidente Raúl Castro el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con La Habana.    

De modo calculado o no, Barack Obama ha emprendido una operación de limpieza de imagen de los Estados Unidos que no tiene precedentes desde Roosevelt. Lo diferente es que uno dispuso de doce años y al actual le restan solo dos.*

Obligado a enfrentar la mayor crisis económica en la historia de Estados Unidos en el ámbito doméstico, Roosevelt adoptó la política del New Deal y externamente la de Buena Vecindad. En lo interno, su principal innovación fue involucrar al gobierno y al estado en la economía, y en lo externo, deponer actitudes intervencionistas.

A partir de 1933, Roosevelt reconoció a la Unión Soviética, evacuó las tropas de Nicaragua y Haití, abolió la Enmienda Platt que cercenaba la soberanía de Cuba, reconoció la soberanía de Panamá, y adoptó la Ley Howes-Cutting que admitió la independencia de Filipinas.

Ante el auge del fascismo en Europa, aunque maniatado por las leyes de neutralidad, Roosevelt asumió una posición claramente antifascista. No obstante los límites legales, ante la ocupación de Francia, los bombardeos y las amenazas de invasión a Inglaterra, y el hundimiento de buques norteamericanos en el Atlántico, el presidente usó sus prerrogativas ejecutivas y promovió las leyes de Préstamo y Arriendo.

En agosto de 1941 firmó con Churchill la Carta del Atlántico, base para la formación de la coalición antifascista y borrador de la Carta de la ONU. Ese mismo año hizo extensivos a la Unión Soviética los beneficios de las leyes aprobadas. 

El resto de la historia es conocida. La coalición antinazi, liderada por Roosevelt, con la decisiva participación de la Unión Soviética, que llevó el peso de la guerra en Europa, obtuvo la victoria, y Estados Unidos alcanzó la supremacía mundial y un liderazgo indiscutido en occidente.

El capital político acumulado por la victoria en la II Guerra Mundial y la contribución a la reconstrucción y rearme de Europa occidental, incrementada por una era de bienestar para el pueblo norteamericano, fue derrochado en aventuras bélicas y políticas injustificadas y fallidas, entre otras, hostilidad hacia la Revolución Cubana e invasión de bahía de Cochinos, guerra en Vietnam, invasiones a República Dominicana, Granada, Panamá, y la Guerra Sucia en Centroamérica (1980-1992).  

El prestigio de Cuba, la admiración mundial por su heroica resistencia, la autoridad de su liderazgo, en especial de Fidel, Raúl Castro y el Che Guevara, se manifestaron en un respaldo y una solidaridad sostenida a lo largo de medio siglo.

La condena al injusto, criminal y prolongado bloqueo económico, comercial y financiero a la isla, incrementado después de la desaparición de la Unión Soviética, aisló a Estados Unidos que, acorralado por los gobiernos populares de América Latina, Asia y África, optó por cambiar sus políticas y avanzar hacia la normalización de las relaciones con Cuba lo que, a la larga, significará el fin del bloqueo.  

Con ese proceso Cuba gana y Estados Unidos también. Una obtiene el reconocimiento y la paz por la que ha luchado, y Estados Unidos limpia máculas que afean su imagen. Quedan otras, pero son otros asuntos a cuya solución también se llegará. Hoy comienzan nuevas negociaciones y con toda probabilidad una nueva era. Allá nos vemos.


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Jorge Gómez Barata

Profesor, investigador y periodista cubano, autor de numerosos estudios sobre EEUU. y especializado en temas de política internacional.


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